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Edith Freeze
Movimiento Inspirador
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Edith Freeze es una ecuatoriana, con raíces de Amaguaña (Quito), que emigró a EE.UU. en el cambio de siglo. Trabajó para una cadena hotelera hasta que logró vincularse con su verdadera vocación: la conservación ambiental y la expresión artística. Tiene su propia fundación y hoy trabaja para la Universidad de Northwestern en Chicago como científica comunitaria y gerente de proyectos.

14 Agosto de 2024 21.46

Esta científica comunitaria de la Universidad de Northwestern en Chicago, Estados Unidos, es made in Ecuador. Su sello como defensora ha trascendido fronteras y su gusto por la expresión cultural ancestral ha impactado directamente en su comunidad. Divide su tiempo entre las investigaciones y la Fundación Pachacamak, una iniciativa sin fines de lucro que creó para impulsar la expresión artística y la conciencia ambiental. Nació en Quito hace 46 años y su familia es originaria de Amaguaña. Ya no usa su apellido paterno, pero lo mantiene vivo al ser el nombre de su organización.

Edith Freeze es una mujer carismática y risueña. Nos conectamos virtualmente y en más de una ocasión sus hijos aparecieron en la cámara. Con un tono suave y una sonrisa en su rostro, me comentó que está trabajando desde casa. Tenía planeado recibir la entrevista en la playa, para mostrarme sus proyectos de conservación, pero el clima lo impidió. Lleva 24 años viviendo en el país del norte y visita con poca frecuencia Ecuador, las obligaciones familiares y laborales dificultan esta travesía.

Cuando culminó el colegio, se inscribió en la Facultad de Finanzas de la Universidad UTE y a los dos años comenzó a buscar trabajo. El Hotel Swissôtel le abrió las puertas en el área de reservas, recibió clases de inglés gratis y la enviaron a Nueva York. Así llegó a Estados Unidos, de la mano de esta cadena internacional. “Muchas veces me ganaban las lágrimas porque no entendía el idioma. Sin embargo, poco tiempo después pedí mi cambio a Chicago, era más económico, incluso la vivienda. Tenía 22 años, era joven e impulsiva, solo pensaba en conocer y explorar”.

Con su residencia en la mano se sintió más fuerte. Freeze se había dedicado por varios años a trabajar y trabajar. En esa época logró regresar a las aulas y retomó su camino en la rama de los negocios y la economía. Sacó su título, con honores, en la Universidad DePaul, al igual que su máster en Economía y Análisis de Políticas. 

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En 2003 creó su fundación que, en ese entonces, se centraba en apoyar a varias comunidades de Chicago, desde el lado artístico y (todavía) de manera “ilegal”. En 2011 obtuvo los papeles como una organización sin fines de lucro y cuatro años más tarde nació el Programa de Investigación Yaku (agua). “Vivimos cerca del Lago Michigan y buscamos que, principalmente, los niños y las niñas saquen a sus estudiantes para que puedan ver y aprender de su entorno y conservación”. Además, desde Pachacamak han colaborado con el Montessori Rogers Park, el Museo de Ciencia e Industria, el Ballet Joffrey y varias escuelas públicas, convirtiéndose en un faro de preservación cultural y participación comunitaria.

Seis personas laboran en la fundación y cuentan con más de 20 miembros. Los fondos provienen del Gobierno, pero la mayoría son donaciones o becas. Por ejemplo, recién ganaron un fondo de la Universidad de Northwestern para apoyar en la investigación de cómo el agua contaminada afecta a los residentes de la zona. Desde 2016 han recibido más de US$ 70.000 y cuentan con más de ocho proyectos realizados con sus aliados.

A la par de estas actividades, esta mujer power ha liderado numerosos proyectos de impacto y cuenta con más de dos décadas de experiencia en econometría, análisis de investigación y gestión de datos, desarrollando soluciones innovadoras a problemas sociales y ambientales urgentes. Actualmente, es Gerente de Proyectos de Investigación en la División de Bioestadística de la Universidad Northwestern, donde supervisa estudios importantes como “Go Moms”, que analiza a mujeres que sufren de preeclampsia durante el embarazo, con un presupuesto de US$ 40 millones. Su rol está relacionado con la organización y el control de estas actividades. Además, encabeza un equipo que supera las 80 personas.

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Freeze asegura que uno de los proyectos que más le marcó en su vida fue trabajar con niños maltratados. “Esto me ayudó a crecer como persona, para entenderme a mí misma y a mis propios hijos”. Es multifacética y se considera como una guerrera. 

También, es científica comunitaria en el Centro Oncológico Lurie (dentro de la misma universidad) y tiene una parte indígena que la preserva con mucho cariño. En su tiempo libre estudia quechua, cuida de sus mascotas y de su familia. No hay mejor plan que salir al aire libre y disfrutar de las bellezas que encierra Chicago. Atesora sus recuerdos en Ecuador y espera continuar con su labor para beneficiar a más personas, especialmente, niños y niñas. (I)

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