A los seis años, Christian Hidalgo y su familia dejaron su hogar en Guayaquil y se mudaron a la capital, siguiendo el trabajo de su padre en la Dirección de Aviación Civil del Ecuador. Su destino los llevó a la Villaflora, al sur de Quito, para estar cerca de las instalaciones en donde trabajaba su papá. Después de unos años, su profesora de colegio le dijo que tenía muy buenas relaciones interpersonales y le sugirió seguir una carrera profesional en psicología.
Ingresó a la Universidad de las Américas (UDLA) con ganas de estudiar todo, desde Administración de Empresas, hasta Arte y Economía. Pero, cumpliendo con su camino predestinado se decidió por Psicología, más hacia la perspectiva organizacional que a la clínica, aunque también realizó sus pasantías en hospitales psiquiátricos. “Eso te da una visión para entender que existen enfermedades mentales que van más allá de nuestra comprensión”.
Después de graduarse, con solo 23 años, su primer empleo fue en una compañía tercerizadora, donde se encargaba de dos cuentas de 200 personas. “Cuando llegas al mundo laboral, te das cuenta de que la teoría es muy distinta a la práctica. Pero, tuve la gran bendición de tener jefes que fueron muy buenos en términos de enseñanza. Abrir espacios para las nuevas generaciones ayuda mucho a desarrollar talento para el futuro”.
Su segunda oportunidad se dio en el HoldingDine, una compañía privada, pero con capital del ejército, que conglomeraba 10 empresas que desarrollaban municiones, uniformes para la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, explosivos, servicios inmobiliarios y un proyecto de energía renovable. “Allí estuve como Administrador de Atracción de Talento y Desarrollo casi dos años. La mitad del equipo entró el primer día y todos éramos de distintas industrias. Nos pusieron un reto: 'vamos a hacer una valoración de cargos y a ejecutar procesos de selección para las diez empresas, todo comienza desde este momento'. Allí aprendí el mindset de los militares porque el trato era distinto, no se decía Sr. Gerente o Sr. vicepresidente, sino coronel o General”.
Acto seguido decidió renunciar a su trabajo para mejorar su nivel de inglés. “Sentí que si no mejoraba mi nivel de estudios e idiomas no iba a poder llegar a algunas organizaciones que me interesaban a nivel multinacional. Entonces fui a estudiar seis meses inglés en EE.UU. (Nueva York) y estuve trabajando en el mundo de la moda. Lo que me llevé de aprendizaje es que si tienes talento y capacidad de aprender, te va a ir bien en donde sea que estés. Yo salí de tener una oficina a llevar maletas, buscar ropa y hacer castings, entonces también te ayuda a tener una dosis de humildad. Trabajé con una marca china de ropa llamada Seven y con un subgrupo de marcas de L'Oréal”.
Con las ganas de comerse al mundo recargadas, regresó a suelo ecuatoriano, trabajó un año en Samper (empresa de RR.HH.) y luego lo llevaron a Telefónica. “Era un cargo que ya no quería hacer, pero lo veía como una inversión. Era el líder de selección para toda la compañía y le dije a mi jefe que 'yo puedo hacer este rol, pero te vas a dar cuenta en un año que puedo dar mucho más y me vas a cambiar de puesto'. Entonces, se mató de la risa y me dijo 'bienvenido a la compañía'. Me metí de cabeza trabajando y a los nueve meses me llamó la VP de Recursos Humanos de Telefónica para ofrecerme el cargo de Administrador de Gestión y Proyectos de la empresa, le dije '100 % sí'”.
Luego decidió cambiar de rumbo, nuevamente, hacia General Motors (GM) con retos más grandes. Empezó liderando líneas comerciales y de staff, en fin, todo lo que tiene que ver con ventas, posventa, supply chain, finanzas, comunicaciones y corporate affairs. “En mi primer año me dijeron: 'estas son tus áreas, hazlas crecer, haz que brillen' y, literalmente, me metí a hacerlas crecer y a hacerlas brillar”. Pero después de promover una serie de proyectos exitosos el bichito le volvió a picar para salir de su zona de confort.
“Decidí irme al mundo de los seguros. No sabía nada de seguros, no conocía la marca. Y me dije: 'vamos a tomarlo como un buen experimento personal. Si me fue bien en estas compañías tan grandes, estoy listo para los retos'. Fui el Gerente más joven del Comité Ejecutivo, fue un súper reto generacional. Chubb Ecuador fue el número # 1 en cultura los últimos dos años en la encuesta interna de la empresa y eso habló de la fórmula de tratar bien al colaborador y motivarlo”.
Hasta que le hicieron la pregunta: ¿Te gustaría venirte a México? Y su respuesta fue “no”. Muchos proyectos bajo sus hombros lo hicieron dudar al inicio. Por ejemplo, estaba diseñando la estrategia de sostenibilidad latinoamericana. También tenía un programa junto al Independiente del Valle, el Deportivo Cuenca femenino y mentorías con otras empresas del mercado ecuatoriano para implementar estrategias de diversidad.
Pero, la balanza se inclinó hacia un lado cuando el VP de RR.HH. le dijo: “si lo haces bien en la operación en México estarás listo para asumir roles más grandes, así que míralo como un reto”. Saliendo de su zona de confort, sin nada de networking, empacó las maletas y se fue. Después de dos años, ahora lleva la operación de People & Culture de Chubb en México, Panamá, Puerto Rico, Colombia, Perú, Ecuador, Chile, Argentina, Brasil y en Miami, donde se ubica su headquarter.
“Aquí implementamos lo mismo que en Ecuador, temas de cultura, de diversidad e inclusión y generamos relaciones con importantes stakeholders. Lo que nos llevó a que la compañía tenga un mayor enfoque en temas de personas con discapacidad y liderazgo femenino. Además, trabajamos con organizaciones de la comunidad LGBTIQ+ para tener procesos mapeados y claros de grupos priorizados”. Sin techo a la vista, este ecuatoriano apasionado en la transformación de culturas, el desarrollo de talento humano, la diversidad y la inclusión, construye su camino desde los Estados Unidos Mexicanos. (I)