15.432 kilómetros separan Australia de Ecuador. Un país en Oceanía que tiene, no solo 16 horas de diferencia con el nuestro, sino que se ha convertido en uno de los destinos más atractivos para jóvenes estudiantes y profesionales. Su oferta de calidad de vida, seguridad y educación es una de las más atractivas para nuestros compatriotas, a pesar de la distancia y de las implicaciones económicas. Hace nueve años, Santiago Morales fue uno de esos migrantes (soñadores) que salieron desde Quito hacia Sídney en busca de un título de cuarto nivel. Mi primera opción era Brasil, por ser una potencia en la rama de las telecomunicaciones, pero conocí -a finales de 2012- a una australiana que me impulsó a buscar una oportunidad en este país. Apliqué a tres programas educativos y las cosas se dieron para emprender este viaje.
En 2011, culminó su carrera en ingeniería electrónica y telecomunicaciones en la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE) y -con el paso de los años- ha tenido un gran desempeño académico, que se ha plasmado en tres maestrías realizadas en la Universidad de Sídney, en la Universidad Tecnológica de Sídney y en la Universidad de Torrens, respectivamente. A sus 37 años, este quiteño rememora cómo su experiencia en un colegio militar le ayudó a identificar su pasión por armar prototipos y jugar con la electricidad y la electrónica. Antes de viajar, trabajó por cuatro años para la Corporación Eléctrica del Ecuador y su mayor aprendizaje fue comprender la importancia de tocar puertas y del relacionamiento interpersonal.
Salió del país un martes 7 de enero de 2014, pensando que su estadía sería relativamente corta y ahora ya vive más de 100 meses al otro lado del mundo. Al inicio estás solo y todo es diferente, desde la comida hasta la cultura. Debes mentalizarte que no todo será color de rosa porque hay días buenos y días malos. Así es la vida del migrante. Su primer empleo fue en el área de tecnología de una empresa de mudanzas y -desde entonces- ha tenido la fortuna de contar con una fuente de ingresos y forjar una carrera en el sector tecnológico.
La Universidad de Sídney fue el escaparate necesario para este ecuatoriano, ya que aquí, además de estudiar, trabajó como: recepcionista, oficial de proyectos y coordinador de proyectos (posición más alta en el departamento de tecnología). Al mismo tiempo, propuso la creación de un club de estudiantes internacionales para realizar actividades extracurriculares y obtuvo una beca por sus calificaciones y por su participación en la comunidad. Esta experiencia le permitió ser candidato al premio NSW International Student of the Year, en 2014, entregado por el Gobierno de New South Wales; y ser parte del programa de estudiantes embajadores.
Para Morales, cada una de estas vivencias le dieron los conocimientos necesarios para las subsiguientes aventuras. En esta sociedad es bien visto cambiarte de compañía, con cierta frecuencia, porque demuestra que tienes conocimientos en diversas áreas y sectores. En 2017, fue contratado por Soprano Desing (desarrolladores de software) como Global Launch Projects Manager. También, se desempeñó como Senior Resource Coordinator en la empresa global Broadsprectrum hasta 2020 y -hoy- labora para la empresa estatal Transport for NSW en el puesto de Senior Information Technology Project Manager, donde se encarga de desarrollar e implementar programas y planes millonarios. Por ejemplo, uno de estos implica remodelar toda la parte tecnológica de un edificio por US$ 9 millones. He tenido grandes responsabilidades, con equipos bajo mi cargo y con reportes directos a las altas gerencias. Fue duro y retador, ya que era yo el que tenía acento, el que venía del extranjero y muchas veces el más joven. Con frecuencia escuchaba comentarios como: 'no naciste aquí y no sabes cómo manejar a la gente' o me remedaban porque no pronunciaba bien las palabras.
Sin duda, adaptarse al idioma y a su acento característico fue complicado, pero encontró una solución para sentirse en casa y -junto a su amigo José Antonio Piedra- crearon el grupo de Estudiantes ecuatorianos en Sídney. Nos dimos cuenta que había una gran comunidad de compatriotas que no estaban conectados, unos con otros. Es así como Morales se convirtió en ese consultor amigo, que no solo apoya a quienes están allá, sino que asesora a las personas que lo contactan antes de tomar el avión. Su grupo creció, llegando a contar con más de 3.000 personas y ha levantado iniciativas para recolectar dinero (destinado a los afectados por el terremoto de 2016) o para llevar un pedacito de Ecuador a este territorio. Tenemos un grupo de WhatsApp y de Facebook donde puedes preguntar cualquier cosa (¿Dónde comprar chifles?) y todos te dan consejos o soluciones. También, hacemos reuniones y mantenemos relaciones con la embajada y con ecuatorianos que viven en otras ciudades. Mi meta es que los malos momentos que yo sufrí no tengan que pasar otras personas. Si hice mal las cosas, les aconsejo que lo hagan diferente y muchos me agradecen solo por conversar con ellos.
Morales ya cuenta con la nacionalidad australiana y espera regresar a Ecuador en unos dos años, para darle una oportunidad al país. Quiero incursionar en la política, un gusto adquirido gracias a mi papá, y siempre pienso que soy una persona normal que pudo cumplir sus sueños y todos deberían hacer lo mismo. (I)