Vive en Phuket, Tailandia, desde hace 13 años. Allá lo llaman Daniel, su segundo nombre, porque a los thais no se les hace fácil pronunciar Álvaro. Nació en Quito, estudió en el Liceo Internacional y se graduó en Hotelería y Turismo en la Universidad de las Américas (UDLA). Aplicó a una beca en el exterior para una Maestría y fue aceptado en Prince of Songkla University, el centro de estudios del gobierno tailandés. Él es Álvaro Daniel Villota, quiteño y amante de los animales.
Su aventura empezó una vez que terminó los estudios de cuarto nivel en el país asiático. No estaba seguro si quería regresar a Ecuador; al final decidió quedarse, enrolándose laboralmente a varias empresas de ventas y marketing. Pero, alma libre como es él, se cansó de trabajar para otros y buscó la forma de emprender en algo propio. Sin embargo, lanzarse a ello no es algo fácil en ningún país del mundo, así que pronto se vio contra las cuerdas. “Estaba en un momento en el que estaba quebrado, literalmente, tenía US$ 6 en el bolsillo. Tenía dos opciones: o le llamaba a mi padre y le decía que me ayude con un pasaje de regreso o me quedaba y me levantaba. Opté por luchar ahí”. Ese impulso le llevó a conocer, por azar, a un australiano con el que hicieron sociedad para armar campamentos de surf para los turistas en las escuelas internacionales. Incluso, pudo vivir un tiempo en casa de este partner hasta estabilizarse financieramente. Lo que no vio venir es que en el primer mes facturaran US$ 10.000. Eso, automáticamente le pinto nuevamente la vida de colores.
Con más dinero a su haber, en 2014 fundó su propia agencia de marketing digital para empresas, E-media. “En ese entonces, la gente se reía porque pensaba que pagarle a alguien para manejar su cuenta de Facebook era una ridiculez. Tuve tres años complicados, pero después, al sumarse mi novia tailandesa-finlandesa, y organizar mejor la empresa, crecimos hasta sumar una nómina de 20 personas con nosotros. El 95 % de nuestros clientes era hoteles, el resto e-commerce”.
Lamentablemente llegó la pandemia y todo se vino abajo. Al cerrarse el turismo no hubo trabajo para la agencia. Tuvo que buscar otra alternativa. Con su pareja, abrieron un market place para café, Coffee Culture. Ella traía el grano de Chiang Mai, una ciudad al norte de Tailandia, lo reempacaban y lo revendían.
A la par, Villota descubrió el mundo de las criptomonedas. “Me metí de lleno a investigar y aprender sobre la tecnología blockchain. Fue la mejor decisión que pude haber tomado. Entré justo en el momento en el que el mercado estaba más bajo y pude ganar dinero al año siguiente de haber invertido casi US$ 6.000 en bitcoin. Lo que más me gustaba es que podía mandar plata a Ecuador sin tener que hacerlo por alguna de las empresas remesadoras donde se paga comisiones ridículas. Esto me voló la cabeza, me metí de cabeza. Hasta pude levantar, con unos amigos, un pequeño fondo para hacer trading. Nos fue bastante bien”.
Lleno de esta nueva bocanada de aire, y convencido de un buen futuro para las criptomonedas, en agosto de 2020 compró otros US$ 20.000, que tiempo después le reportó beneficios. Con ese dinero, reabrió la agencia –hoy tiene seis colaboradores-, fondeó el market place de café y, aunque con su socio australiano ya no tienen la escuela de surf, sí volvieron a asociarse para abrir una tienda de surf.
Pero la apuesta que ya está en el horno es su proyecto de NFT llamado Unchained Elephants, con el cual busca levantar capital para comprar elefantes que trabajan siendo abusados en la industria del turismo en Phuket. La idea es también formar un club de viajeros conscientes de turismo responsable con el medio ambiente, ya que al adquirir un NFT tendrán acceso a un portal de descuentos y otras ventajas como incentivo para unirse a la causa. “Hay muchos animales que son usados para pasear gente y caminar por la selva. El elefante es maltratado para hacer esta actividad. La idea es levantar capital, comprar algunos elefantes y ponerlos en campos de retiro”.
Una primera colección de prueba, de 500 NFT fue lanzada en marzo de este año. Se vendieron 250 y se logró levantar US$ 10.000. con ese dinero, se pudo dar de comer a seis elefantes en tres ciudades por dos meses. La nueva colección, de 9.000 NFT, a US$ 100 cada uno, estará a la venta desde mediados de septiembre. Las obras fueron hechas por Luis Felipe Donoso, alias 'huesos', artista que trabaja en Colombia, que fue excompañero de colegio de Villota y que se unió de esta forma al proyecto. “La idea es levantar US$ 900.000. La causa es conservacionista. Siempre he estado comprometido en temas de animales. Con este dinero podríamos comprar unos cinco elefantes y mantenerlos tranquilos por un año”. (I)