Se aburrió y se fue. Así de simple. Armó su mochila y se aventuró a conocer el mundo. Atrás dejó su breve pero intenso paso por agencias de publicidad como Norlop y BBDO. Su sueño era viajar. Belén Pesantes es una guayaquileña, ingeniera en Marketing y Publicidad por la Universidad Espíritu Santo (UEES) que hace casi una década, cuando tenía 24 años y al día siguiente de sustentar su tesis, tomó el primer avión con destino al Asia. Mochileando anduvo por Malasia, Tailandia y otros países, hasta que llegó a Nueva Zelanda, en junio de 2013.
Allí consiguió un trabajo temporal como vendedora de membresías para un gimnasio y se enamoró por partida doble: del café y de quien ahora es su esposo. Pero antes de contraer nupcias, con su novio neozelandés, primero viajaron a Ecuador a presentarlo a su familia. Hubo match, así que, después de pasear por el país, querían regresar, pero no podían hacerlo a Nueva Zelanda, porque todavía no habían concretado el matrimonio. Así que decidieron marcharse a Australia. Eso sí, primero se fue él y después de siete meses, cuando le llegó la visa partner se fue ella.
“Todo pasó muy rápido. Llegamos a Cairns, a la parte de arriba de Queensland, donde está el arrecife australiano. Es un lugar muy turístico, muy lindo, pero nos aburrimos. Alguien nos habló de Perth, cogimos la mochila y nos fuimos para allá. Nos quedamos un año. En ese lapso empecé a trabajar en cafeterías de especialidad. Aquí la gente es muy exigente con el café. Entré a una cafetería con un taiwanés y un chico de Hong Kong, pesaban cada gramo, todo era súper, súper perfecto y fue la experiencia más importante que tuve. Yo no sabía ni siquiera llevar una taza a la mesa, temblaba. Pero a ellos les encantaba que trabajara ahí, porque soy muy conversona. Ellos me enseñaron a hacer café de especialidad, café pasado, fueron mi gran escuela”.
Tras ese año, la pareja se mudó a Gold Coast, sin saber qué les depararía, a empezar de cero, solo conocía que era un paraíso para surfistas. Se tomaron un mes de vacaciones porque habían trabajado mucho en Perth. En una mañana de shopping, se encontraron con una cafetería. Pesantes se lanzó y les pidió trabajo. La aceptaron después de hacerle una prueba. Ahí aprendió lo que es manejar y ser dueña de un negocio. A la par, para redondear los ingresos, comenzó a llevar sombreros de paja toquilla de Ecuandino y venderlos en los mercados, durante los fines de semana. Al cabo de un tiempo lograron ponerse una isla en el centro comercial Pacific Fair, cerca de la cafetería donde trabajaba.
En diciembre de 2016 finalmente formalizaron la relación. Primero se casaron en Nueva Zelanda y, en septiembre de 2017 hicieron lo propio en Ecuador. Entre idas y venidas, su sueño de montar su propia cafetería, de pronto tomó forma. Se asociaron con una pareja de chilenos para comprar Hula Girl, un local que estaba en venta por necesidades financieras de su propietario. Invirtieron 17.000 dólares australianos. Con las habilidades en carpintería de su esposo y un poco más del resto de los 42.000 dólares australianos que habían ahorrado, transformaron totalmente al lugar. Para empezar, lo rebautizaron como Morena.
“En español, Morena significa morena, pero en Te maoris, que son los indígenas de Nueva Zelanda, morena significa buenos días, se escribe con una rayita encima y se pronuncia “morien”. Muchos neozelandeses vienen acá pensando que la cafetería es de Nueva Zelanda, pero cuando les contamos la historia, se vuelven locos. No obstante, efectivamente, la cafetería es mitad latina, mitad neozelandesa”.
El ambiente rústico, con un sentido de reciclado, de reusado y lleno plantas, le da el encanto a Morena. Al año de mantenerse abierto, los socios chilenos decidieron volver a su país a casarse. Vendieron su participación a Pesantes, en pleno arranque de la pandemia del Covid-19. “Afortunadamente a nosotros no nos pegó tanto en Australia. Pese a ello, curiosamente los restaurantes, bares, cafeterías cerraron, menos nosotros. Claro, la atención era solo para llevar. Y entonces mucha gente nos empezó a conocer. No paramos y logramos despegar”.
Hoy Morena es un espacio para 65 personas, donde trabajan ocho colaboradores. Además, el espacio se renta por las noches para eventos. Y Pesantes dicta cursos de barismo y de emprendimiento, para que las personas aprendan y puedan abrir sus propios negocios.
“Es un espacio abierto para todos, tenemos clientes de todas las nacionalidades, de todos los sexos, de todas las orientaciones, de todos los gustos. Nosotros decimos que a Morena vienen los raros. Siempre le decimos a las personas: 'Ven amigo aquí, este es tu lugar'. Y a la gente le gusta eso, la forma cómo comunicamos, cuando posteamos en Instagram o las historias o los eventos que hacemos que son muchos eventos: noche de poesía, exhibiciones de arte, conciertos, charlas, workshops de cerámica, o sea de todo, de todo. En la cocina, tratamos de meterle un poquito más de lo latino porque antes hacíamos muchas cosas neozelandesas y australianas, Introdujimos las arepas y las empanadas. Son el best-seller, porque aquí en Gold Coast es muy difícil encontrar una arepa. Lamentablemente no vendo bolones porque el verde es muy inestable, se importa de Tailandia, pero es muy caro y a veces no hay”.
Adicionalmente, Morena está iniciando con la venta de bebidas alcohólicas, una vez que Pesantes obtuvo la licencia para el expendio. Con ello, las ventas han crecido. De registrar una facturación de 72,000 dólares australianos en 2019, pasó a cerrar con 280.000 el año pasado y, en este, el objetivo es duplicar esa cifra, de hecho, hasta el momento, el monto ya suma 308.000 dólares australianos.
La fila para entrar a Morena en Gold Cost, por momentos, es interminable, lo cual la mantiene ocupada todo el tiempo. Suficiente para estar anclada a este lugar. ¿Dónde estará mañana? Quién sabe. Lo que sí está segura, mientras espera la llegada de su primer bebé, en agosto, es que algún día regresará a Ecuador, específicamente a Ayampe, que es el lugar que más añora desde el otro lado del planeta. (I)