Fabián Hualca llegó ajetreado a nuestra reunión (virtual) porque el tren que tomó en Londres se había dañado. Su día comenzó a las 5:00 porque entrena temprano para dedicar el resto de su día al trabajo. Ocasionalmente, toca la guitarra, cuando le queda tiempo libre después de resolver problemas matemáticos, físicos y químicos.
Desde pequeño, su meta era alcanzar las estrellas y la forma más fácil de hacerlo era volando. Así nace la historia de Hualca, un ecuatoriano de 33 años con amplia trayectoria en ingeniería aeronáutica, biotecnología y turbopropulsores. Hace 27 años sus padres se fueron a estudiar inglés en Londres, pero poco después encontraron trabajo y decidieron quedarse. “Mi padre me enseñaba sobre los cohetes y cómo llegan a la Luna. Eso explotó mi curiosidad”.
En Queen Mary University of London tomó materias como ingeniería orbital. En esta asignatura aprendió sobre satélites, cohetes y turbopropulsión supersónica. “Cuando entré a la universidad fue un shock, me tocó aprender desde cero los fundamentos de combustión y las proporciones del combustible”. Luego realizó un máster en el Imperial College London. “En ese entonces, en 2016, fui el primer ecuatoriano en graduarse en Ingeniería Aeronáutica en esa universidad”.
También te puede interesar: ¿Puede el Ecuador ser la base de una estación para vuelos espaciales?
Trabajó en Siemens AG desde 2015 hasta 2018, donde le otorgaron una beca para realizar un PHD en Ingeniería Mecánica, enfocada en motores de aviones en la Universidad de Bath. Este quiteño logró cumplir uno de sus sueños de la infancia. “Siempre fui un niño muy curioso y quería saber todo, quería saber exactamente cómo construir el transporte más seguro del planeta, un avión”.
Luego, en 2018, se unió a las filas de Rolls-Royce para mejorar el motor Trent XWB 1.000. “La mayoría de las marcas como General Electric y Rolls-Royce tienen un problema en sus motores llamado 'aleteo' de las cuchillas de las turbinas. Esto surge porque los vientos o flujos de aire en la turbina hacen vibrar a las cuchillas. Si vibran a 1.000 ciclos tienen altas posibilidades de romperse. Por ejemplo, cuando una turbina de avión explota es porque se rompió la cuchilla”.
Con el Imperial College London participó en Horizon 2020. “Nosotros queríamos investigar a qué parámetros y a qué altura esto sucede (la ruptura de las cuchillas)”. Para resolver estos retos, Hualca utilizaba una supercomputer en la cual ingresaba el cálculo y en cinco meses obtenía una solución, después de ese tiempo podía corregir la fórmula en caso de encontrar un error. “El proceso es infinito, siempre me tocaba reformular”.
Durante seis meses trabajó para el equipo de Porsche de la Fórmula 1. Aquí empezó a utilizar las impresiones 3D. “Un carro de competencia es como un avión invertido, usan turbocompresores para absorber más aire con menos combustible. Ellos querían crear un turbocompresor igualito a un avión, pero diminuto”.
Su primer trabajo en la industria aeroespacial fue en una empresa llamada Pangea Aerospace en España. Su nómina estaba conformada por 70 personas y él estaba a cargo de 11 ingenieros. Esta compañía “es una de las pocas que imprimía en 3D los motores de los cohetes”.
Nunca desistió de su deseo de tocar las estrellas. Cada 15 años, la Agencia Espacial Europea (ESA), hace una selección para los futuros astronautas. “Tuve el atrevimiento de aplicar a ESA, me demoré casi tres meses en realizar las pruebas”. Desde certificados médicos y referencias de trabajo hasta problemas físicos y exámenes psicológicos, cada prueba se realizaba en diferentes países. Este ecuatoriano competía entre 5.000 postulantes. “Me acuerdo de una pregunta que me dejó atónito: '¿Alguna vez te han roto el corazón?' No sabía si era una pregunta personal o parte del examen”. Hualca no pasó las pruebas, pero en 2018 fundó su propia empresa, Halo Space, y pudo trabajar en varios proyectos con la ESA. “Nos encargamos del marketing del primer lanzamiento de cohetes de Virgin Orbit en enero de 2021”.
Contenido relacionado: Hallazgo científico: revelan cuánto puede pasar una persona en una misión a Marte
Este apasionado por los aviones hoy es el director de una empresa de biotecnología, en Londres, que se enfoca en soluciones para reducir el carbono producido por grandes corporaciones. Tiene un total de 100 colaboradores, el departamento de ingeniería está conformado por 50 personas y Hualca lidera a 15 de ellos. Su actividad principal es la manufactura de fotobiorreactores compuestos de microalga para absorber el carbono. “Nuestros clientes son la Universidad de Cambridge, la Universidad de Manchester y la Universidad de Edimburgo”. Hualca espera que en un futuro gigantes como Amazon, quieran obtener este producto.
A la par, continúa impulsando a su empresa Halo Space, especializada en temas aeroespaciales y tecnológicos. Es un empresario multifacético y algunos de los proyectos en los que trabajó incluyen marcas como BMW. “El contrato con la marca de autos de lujo duró dos semanas y el costo fue de US$ 12.000, esto incluye la aerodinámica y los cálculos necesarios”.
Solo uno de los softwares que usan, como Abaqus, cuesta entre US$ 3.000 y US$ 6.000 anuales. Su trabajo busca la perfección en cada fórmula. “Hace poco fallamos en un cálculo y perdimos US$ 100.000. Toma en cuenta que un motor de avión comercial puede costar hasta US$ 25 millones, un mínimo error cuesta mucho dinero”. Otras empresas con las que trabaja son UK Space Agency, Imperial College London, Spaceport Cornwall y Virgin Orbit.
Su familia nunca se imaginó que iba a terminar en este sector, pero están orgullosos de lo que ha logrado. “Hago lo que me hace feliz, no cambiaría mi carrera por nada”. La ciencia es la herramienta principal para materializar sus sueños más locos. Este inventor está creando productos de todo tipo. Su última innovación se trata de una cápsula que estimula los tímpanos con vibraciones y se adhiere naturalmente a la piel. (I)