“Mi nombre es Nicole Estefanía Chávez, pero desde que tengo diez años me conocen como Nicky Stefan. Fui víctima de bullying en el colegio, se reían, me ponían cosas en la cabeza, en los recreos me encerraba en los baños. Me decían 'la gorda Chávez'”.
Con este relato empezó la entrevista con esta cantante ecuatoriana de 29 años. Vía Zoom Stefan nos comenta que desde pequeña recibió clases de audioperceptiva, piano y canto como parte de sus actividades extracurriculares.
A los 14 años, no dudó en irse a vivir con su papá a Rusia, para empezar una nueva vida llena de desafíos. “Fue mi oportunidad de huir y dejar atrás todos esos años de acoso que viví. Mis padres están divorciados, mi mamá me apoyó totalmente, pese a la pena que le daba separarse de mí. Como era excelente alumna me aceptaron para estudiar música en la Universidad Gnessin en Moscú. Pasaba horas estudiando, a veces me amanecía. Tenía que cantar en ruso, por lo que al principio me aprendía de memoria las letras de las canciones. Practicaba siete horas diarias, hasta quedarme sin voz”.
Dos años de este ritmo le pasaron factura. “Comía solo manzanas y lechugas, pesaba la comida, me volví anoréxica. Entré en depresión, tenía ansiedad. Las defensas se me bajaron y me enfermé. Pasé un mes hospitalizada y me medicaron antidepresivos y ansiolíticos”. Pese a todos estos tropiezos Stefan nunca desmayó en su deseo de ser la mejor y lo consiguió al graduarse con honores como cantante profesional y profesora de canto.
Su talento y esfuerzo le abrieron puertas inimaginables. Desde participar en el programa de televisión 'La voz de Rusia', hasta actuaciones en lugares icónicos como el Teatro Tchaikovsky, la Plaza Roja y el Kremlin. “Fue sublime estar en el Kremlin, no podía creer, me temblaba todo el cuerpo, canté en español e inglés, al terminar lloré. Luego vino la invitación para cantar en la Plaza Roja, en un evento con el que conmemoran el triunfo de la segunda guerra mundial. Para mí fue honor cantar en ruso antes miles de personas”. Recuerda esta cantautora que diariamente escucha a Mercedes Sosa, Michael Jackson o Gustavo Cerati.
Pese a que sentía que tocaba el cielo con su música, en el fondo se hundía en la tierra. Nuevamente entró al hospital, cayó en depresión y la soledad que sentía le llevó a la desesperación y a tomar una decisión radical: dejar Rusia para siempre, pese a que tenía una beca completa para estudiar un master.
Empezaba 2016, un frío invivible en Moscú, tomó un vuelo que duró más de 12 horas a Miami, EE.UU. Stefan sentía que el corazón se le salía y la angustia crecía a pasos agigantados. “Mi papá me mantenía en Rusia, pero al saber que dejé todo y me vine a Miami, me cortó de raíz su apoyo económico. Tenía US$ 800 en el bolsillo. Mi mamá sacó un préstamo para ayudarme. Dios no me abandonó y en el camino me reencontré con un amigo cantante de Ecuador que estaba arreglando su situación legal. Nos casamos y ocho meses después nos llegó la residencia. Nos separamos en 2018”.
Stefan empezaba un nuevo ciclo de vida. Para mantenerse daba clases de música, trabajaba de mesera en la mañana y cantaba en las noches en restaurantes y bares. Esto le permitía redondearse unos US$ 3.000 mensuales.
El talento de la ecuatoriana poco a poco ha capturado el corazón de millones de espectadores. Asegura estar viviendo un lindo proceso. En 2019 grabó su primer sencillo en Ecuador y desde entonces no ha parado. Su último álbum “Creo en mi” recoge las diversas etapas que ha vivido, cuenta como salió de la obscuridad a la luz, de cómo tocó fondo y descubrió el amanecer.
Ella no le huye al amor, en 2019 se casó con Lion Herris, un productor y artista de música electrónica, de su mano prepara su primer concierto como solista en la ciudad del Sol. En 2023 alcanzó ingresos superiores a los US$ 70.000. “Para mí es importante vender experiencias. Si el público no llora, siento que algo hice mal.”
Hoy Nicky Stefan vive una nueva etapa de su vida. Viene constantemente a Quito a visitar a su familia. Entre risas comenta que ahora su papá es su fan número uno y que su mamá es su ángel guardián. Enfocada en su carrera está en la búsqueda de sueños más grandes. Desde llenar teatros hasta ganar un Latin Grammy. Su determinación y talento le impulsan hacia un futuro lleno de promesas y posibilidades infinitas. “Todo mi tiempo es música y más música. Aprendí que no hay que rendirse ante las adversidades. No hay que tener miedo, es difícil, todo depende de uno. Luego ves los resultados y sabes que el sacrificio valió la pena”. (I)