El ecuatoriano Martín Ayala, de 34 años, siempre fue muy deportista, a tal punto que el tenis fue la pasión que le impulsó a viajar a Estados Unidos. "Yo empecé a jugar tenis a los cuatro años. Recuerdo que cuando cumplí ocho mi papá me dijo que el deporte sería la manera de conseguir una beca para prepararme en el extranjero porque él no podría pagarme los estudios".
Desde pequeño tenía la meta de costearse sus estudios y por eso desde su adolescencia buscaba emprender. "Yo traía camisetas de tenis y las vendía a mis compañeros. Siempre me gustaron los emprendimientos". No se detuvo hasta que finalmente obtuvo una beca en University Texas and San Antonio (UTSA).
Los números y los negocios siempre apasionaron a Ayala. Se proyectaba en una habitación llena de computadores con los genios financieros en Wall Street. En UTSA estudió Administración de empresas y así su meta principal era trabajar en finanzas corporativas. De hecho, trabajó un tiempo en una multinacional. Sin embargo, se topó con un gran obstáculo: "no me dieron la visa de trabajo, entonces la empresa me ofreció llevarme a México".
El ecuatoriano rechazó la oferta y decidió hacer un máster en Finanzas en Florida con un crédito de la Senescyt. UTSA ofrecía trabajos a sus estudiantes y Ayala no dudó en postular con su hoja de vida. Además, se convirtió en profesor de español, tenis y kitesurf para familias estadounidenses en San Antonio, Texas. Una de ellas adoptó a tres niños ecuatorianos hace poco tiempo. "Los padres, una americana y un sudafricano, recién habián traído a los niños a EE.UU".
Por dos años demostró sus ganas de crecer y su ambición. Por coincidencia, la pareja tenía una empresa de tecnología y al terminar su máster Ayala sabía que nunca volvería a tener una oportunidad como esta. "Les pregunté si tenían un contacto para trabajar en Wall Street, pero ellos me ofrecieron un puesto en su startup Central Reach". La compañía desarrollaba tecnología para clínicas enfocadas en el autismo. "Entendí todo de la industria y las discapacidas neurológicas. Aprendí cómo gestionar un negocio y las estrategias de venta". No solo lo invitaron a trabajar con ellos, sino que incluso crearon un puesto de servicio al cliente para poder contratar a este joven ecuatoriano.
Ayala lleva el emprendimiento en su sangre. "Apenas conseguí la residencia en Estados Unidos, traté de emprender". Abrió una empresa llamada Sulfitos y vendía chifles a 250 tiendas en California. "El siguiente paso era una mayor inversión de tiempo y dinero". Sin embargo, con todo el amor a los productos ecuatorianos más pesó su sueño financiero.
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Antes de tomar la decisión se tomó su tiempo. "Extrañaba mis raíces latinas y por eso me mudé a Miami". Ahí conoció a Annie, una mujer de origen chino nacida en Nueva York que realizaba terapia de lenguaje, y se enamoró perdidamente de ella. Con un mercado saturado de snacks en California y el amor creciendo decidió emprender en otro negocio. "Annie me enseñó sobre las discapacidades neurológicas y cómo debía actuar. Las personas notan de inmediato si actúas diferente con ellos". Supo de inmediato que se embarcaría en una nueva aventura en el sector de la salud.
Desde el 2017 están juntos y fue en 2019 que decidieron dar un paso más adelante y arriesgado en su relación, crear una empresa juntos. Ayala se ríe y cuenta que fueron "business partners antes de casarse".
Para algunos, pasar todo el tiempo con tu pareja puede ser estresante, pero fuera del trabajo comparten aficiones como Kitesurf y el deporte. A veces, ella toca el piano y él la guitarra; se complementan hasta en sus hobbies.
La pareja fundó Always Keep Progressing (AKP). Annie se encarga de las contrataciones clínicas y se asegura que se cumplan todos los procesos médicos. Ayala se ocupa del desarrollo del negocio, la parte operativa y la innovación tecnológica. De vez en cuando se les olvida que no están trabajando y su mañana puede parecer una reunión laboral, pero siempre intentan buscar un balance. "Sabemos separar el trabajo de nuestra vida fuera de él".
Always Keep Progressing ofrece terapias en cinco disciplinas: comunicación, terapia ocupacional, movimientos corporales, música y arte. Trabajan en cada detalle, desde ampliar el consumo de alimentos hasta el manejo adecuado de sus funciones motrices y las herramientas para socializar.
"Todas las disciplinas se conectan, pero el uso de cada una depende de cada paciente y sus objetivos a corto y largo plazo", explica Ayala. Los niños aprenden a desarrollar el lenguaje expresivo y regulan sus emociones. "Muchos se retrasan en aprender a hablar. Esto tiene que ver con su alimentación y las aversiones en la comida". Cuando se trata de trastornos neurológicos, cada elemento del entorno puede ser un factor importante a considerar.
Ayala recuerda con cariño a todos sus pacientes. El que más le marcó fue un niño que estuvo desde el inicio de Always Keep Progressing. "Estuvo muchos años en terapia porque no podía comunicarse en absoluto. Fue gratificante ver su evolución. Aprendió a decir palabras, a señalar y a entender el lenguaje expresivo. El cambio es gigantesco pero yo vi cada microproceso".
Cada mes el centro ofrece terapia a 700 niños. La primera clínica la abrieron en 2019 y la segunda el anterior año. El costo de una terapia depende del diagnóstico, el tiempo y el seguro. Sin embargo, el valor es de alrededor de US$ 100 la hora. Los pacientes requieren un mínimo de tres horas y la duración mínima de un proceso terapéutico es de seis meses. "En la mayoría de casos, los pacientes necesitan muchos años de terapia".
En 2023 la empresa facturó US$ 3 millones y en la actualidad cuenta con 40 terapeutas en la clínica y 10 colaboradores en Ecuador. "Lo más importante es el bienestar de nuestros terapeutas. No es fácil trabajar con niños que te pegan o escupen por ocho horas. Nos aseguramos que a nuestro equipo realmente les apasione este trabajo".
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Ayala vive en Estados Unidos, pero nunca descuida a su gente ecuatoriana. Por ese motivo, abrió plazas de trabajo remoto: "A los ecuatorianos solo les falta que alguien les de la oportunidad. Ellos buscan seguir adelante". AKP contrata mediante plataformas digitales como LinkedIn.
AKP no busca ofrecer terapias en Ecuador por el momento. Sin embargo, el ecuatoriano tiene un fuerte apego a sus raíces y esto fue un motor para concientizar sobre las discapacidades neurológicas como el autismo en el país. "Uno de cada 36 niños nace con autismo y el diagnóstico es fundamental".
Ayala y su familia tienen la meta de romper los esterotipos que existen en Latinoamérica sobre los trastornos neurológicos. "Es importante tener conversaciones abiertas sobre las discapacidades neurológicas. No tiene nada de malo no saber porque nadie nos educa, pero es importante romper el estigma discutiendo estos temas". (I)