Alivio, seguramente, para el sector exportador. Pero, ¿les sabe a poco?
Lógicamente, la reducción arancelaria, en esta primera etapa, es importante para el trabajo de mejorar la competitividad. El sector exportador asume USD 400 millones al año en aranceles de materias primas y bienes de capital. Este primer paso de reducción de USD 180 millones es importante para tratar de cumplir con un principio que es fundamental: no exportar impuestos. En el Ecuador no cumplimos al 100% con este principio y todavía hay una gran parte que no fue objeto de la reforma arancelaria y que tiene que revisarse para ayudar en la competitividad.
Lo ideal sería que todo el arancel en materias primas y capital sea parte de la medida. No tiene lógica que tengamos todos esos sobrecostos, peor aún hacia un mercado donde los precios no los fijamos nosotros sino el comercio mundial. Mientras más oxígeno demos a las empresas, mejor podremos competir. Hay que seguir analizando todas las partidas para avanzar en esa línea, que esto no se quede en una sola fase, tenemos que buscar una segunda e incluso una tercera fase para seguir bajando estos aranceles de materias primas y bienes de capital.
Con esta reducción arancelaria se ganará competitividad, ¿es suficiente?
Debemos trabajar en dos puntos fundamentales. El uno es la apertura de nuevos mercados. Cuando se logran acuerdos comerciales se logran reducciones de aranceles a cero y eso es una inyección a la vena para la competitividad. Y el segundo es trabajar internamente en recomponer la estructura competitiva del Ecuador. Se han dado buenos pasos en ese sentido en el Gobierno. El Decreto 68 busca alinear a todas las instituciones que están en comercio exterior para eliminar toda esa tramitología asfixiante e innecesaria y se automaticen procesos, se alineen a Arcsa, Agrocalidad, INEN, Aduana, etc., para que se faciliten todos los trámites.
En el Ecuador se ha hablado por años, por décadas, de la necesidad de buscar nuevos mercados, pero seguimos con los mismos...
La verdad, el anhelo sigue estando ahí. Porque, de todos los mercados, el único que hemos consolidado ha sido el de la Unión Europa gracias al acuerdo comercial. Es el único, en los últimos 15 años, claro con el EFTA, pero de ahí nada más. En el Acuerdo con EE.UU. vamos 17 años luchando para que se dé y no se ha dado. El acuerdo para los mercados asiáticos, euroasiáticos y de Medio Oriente tampoco los tenemos. Con Centroamérica, que puede ser un gran destino para nuestros productos industriales -estoy seguro de eso- no hemos conseguido más que un Acuerdo de Complementación Económica con Guatemala. Podría ser el mejor destino para los productos de nuestra industria luego de la Comunidad Andina (CAN). Canadá, por ejemplo, es otro país con gran potencialidad que demos buscar.
Estamos esperanzados en que el Gobierno concrete esos anhelos, los tenemos ubicados, sabemos muy bien dónde están, el problema es que en el pasado no se hicieron las gestiones necesarias para cerrar esos destinos. Esperamos que el Estado nos dé las condiciones, porque el merito que tiene el sector exportador hoy es generar USD 15.000 millones cuando apenas cuatro de cada 10 dólares que se exportan están cubiertos por acuerdos comerciales. Chile, Perú o Colombia tienen ocho o nueve. Ahí está la brecha de competitividad que debemos cerrar.
¿Cuatro años serán suficientes para lograr alguno de estos acuerdos anhelados?
Todo dependerá de la voluntad política del Gobierno, Ojalá se puedan alcanzar la mayor cantidad posible de acuerdos, Evidentemente, dependerá de las agendas de los otros países, nosotros no podemos definir unilateralmente. Estamos pagando un precio muy caro de habernos salido de la mesa de negociaciones con EE.UU. Irónicamente, cuando el expresidente Lenín Moreno fue a Washington el año pasado, debimos haber celebrado los 15 años de vigencia del acuerdo comercial, pero seguimos golpeando las puertas para ver si se alinean las condiciones políticas en EE.UU. para suscribir un acuerdo con Ecuador. Entonces, no depende solo de nosotros, pero hay que impulsar, no por eso hay que dejar de intentar, de seguir hablando con los mercados que nos interesan, para crecer en el sector no petrolero. El año pasado quedó demostrado que es un sector con una solución real y tangible para la economía.
No todo debe tratarse de esperar políticas públicas, es necesario que las empresas mejoren también su competitividad.
Tenemos una gran capacidad productiva. Los problemas los tenemos identificados, sobrecosto arancelario, de tramitología, la falta de acuerdos. Tenemos un sector exportador muy fuerte que se acostumbró a exportar en una moneda muy fuerte como es el dólar. No vivimos de una falsa competitividad como lo viven otros países por sus monedas propias, Si trabajamos en estos puntos identificados, por sí solo daremos un empuje muy fuerte para la generación de nuevos productos. Tenemos una gran capacidad que en el 2020 se demostró al poder alimentar al mundo. Ahora, necesitamos mercados. Con EE.UU, desde hace 40 años, con el Atpdea, se crearon el sector floricultor y de hortalizas congeladas que ahora representan USD 1.000 millones para la economía. ¿Por qué no soñar en crear cuatro o cinco nuevos sectores de exportación no petrolera que representen unos USD 4.000 o 5.000 millones?
¿Está listo el país para una apertura comercial agresiva?
Hay una discusión que ha paralizado al Ecuador por años: ¿esperamos a estar listos o nos obligamos a estar listos con los acuerdos comerciales? Yo creo en lo segundo. Si se sigue esperando que las empresas por sí solas o por sectores, por considerarse sensibles, no se abran, vamos a seguir como hemos estado en los últimos 40 años en el país. El acuerdo con la Unión Europea hizo que empresas e industrias innoven y compitan. Un ejemplo ha sido el sector lácteo, considerado sensible, hoy competimos en calidad en la producción de quesos, hay 20 o 30 variedades y hasta exportamos. Es toda una revolución.
Claro, pero los sectores sensibles son por eso sensibles. Una apertura de golpe los mataría.
En los acuerdos se establecen plazos para los sectores sensibles perentorios. Pero no se puede seguir esperando que algún día la empresa sea competitiva por inercia, para eso existen los plazos perentorios y es obligación trabajar y lograr esa competitividad. Aquí aplica el famoso eufemismo de que la competencia genera excelencia. Y eso es parte del salto que ya debemos dar, ese salto cualitativo y de capacidad. Pero hay que salir de la zona de confort y buscar el mercado internacional. (I)