Cuando el coronavirus se expandió por todo el mundo a principios del 2020, muchos ahorristas e inversores entraron en crisis y no supieron qué hacer con su dinero, por las caídas accionarias, las pérdidas de empleos y el miedo a lo que podría pasar en un futuro.
Melissa Jean-Baptiste, “coach financiera” y cofundadora de Millennial in Debt, estuvo en la misma situación y tomó la decisión de alejarse de las inversiones para traspasar todo su dinero a un fondo de emergencia. “Yo estaba como, 'Quiero acumular todo mi dinero y ponerlo debajo de mi colchón', porque no sabés lo que va a pasar”, expresó.
Sin embargo, con el pasar de los meses, comenzó a darse cuenta de que la pandemia no terminaría tan rápido como llegó, por lo que reconoció y aceptó la situación y puso manos a la obra para “reajustarse” y estructurar un nuevo plan financiero.
En busca de los activos ideales
Luego de que el mercado arrancó a recuperarse lentamente a finales de marzo del 2020, Melissa empezó a investigar sobre nuevas alternativas de inversión para reevaluar su tolerancia al riesgo y ajustar su cartera en base a ella.
En concreto, se puso a analizar sobre los fondos cotizados (ETFs, por sus siglas en inglés) que siguen la evolución de algunos índices, porque, al estar diversificados, presentan un menor riesgo que la compra de activos financieros individuales.
Además, su volatilidad suele ser menor, lo que ayuda a atravesar periodos de pánico y bajas generalizadas de una forma menos estresante.
Sin prisa, pero sin pausa
Posteriormente, con el portafolio ya estructurado en su mente, Melissa inició un proceso de compras paulatinas con solo el dinero que estaba “dispuesta a perder”. Básicamente, siguió el consejo de los expertos en finanzas que dictan que así se deben ejecutar las inversiones de riesgo.
Inicialmente, la cantidad que estaba dispuesta a invertir era de solo USD 200 al mes, pero luego el monto se incrementó hasta los USD 350 y terminó el año colocando USD 500 de forma constante. De esta forma, Melissa se aseguraba de participar del mercado sin importar las cotizaciones.
Si los activos caían, compraba más cantidad; si subían, menos. Pero siempre con el mismo dinero, promediando el costo final de la inversión.
Con este nuevo enfoque, la joven “coach financiera” pudo reiniciar su situación económica y así invertir de una forma más sensata e inteligente, pensando siempre en el largo plazo y controlando adecuadamente los riesgos.