Todas las miradas del mercado financiero se centran en la histórica cumbre de banqueros centrales que iniciará este jueves en el estado de Wyoming, la cual podría dar indicios del comienzo de baja de tasas de interés.
La mítica reunión de Jackson Hole agrupará a los principales responsables de la política monetaria mundial, donde se destacarán los discursos del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, el economista jefe del Banco Central Europeo, Philip Lane, y el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey.
“Jackson Hole es importante porque reúne a los principales banqueros centrales del mundo para debatir temas actuales de política monetaria y economía global. A lo largo de los años, Powell ha utilizado esta plataforma para comunicar importantes direcciones de política monetaria. En 2018, abogó por recortes trimestrales y expresó escepticismo sobre el enfoque excesivo en estimaciones de tasas neutrales. Al año siguiente, sugirió la necesidad de implementar recortes ya anticipados por el mercado para mantener condiciones financieras favorables. En 2022, Powell reiteró la necesidad de mantener una política restrictiva por un tiempo prolongado, y en 2023 indicó que la FOMC procedería con cautela, lo que se interpretó como una señal de que no habría un aumento de tasas en la siguiente reunión. Estas intervenciones han demostrado ser consistentemente importantes para comprender la dirección de la política monetaria de la Reserva Federal y han tenido un impacto significativo en las expectativas del mercado”, explica Miguel Sinigaglia, presidente de Conetxia Family Office.
La ansiedad por una baja de tasas es notable, lo que genera un peso importante sobre los hombros de la FED al tener que jugar con una posible contracción en el caso de no conceder los deseos de los agentes económicos.
“El mercado espera una baja de tasa de referencia, pero desconfía de Powell. Lo interesante es lo que va priceando. Los rendimientos de en los bonos de 2 a 10 años han venido recortando en Estados Unidos. Eso ha provocado un descenso del dólar. Es decir, que ya empieza a vislumbrarse ese camino”, dice el consultor Rubén Ullúa.
La expectativa es que Powell se muestre más confiado con la trayectoria de la inflación y enfatice los riesgos a la baja del mercado laboral más de lo que lo hizo en julio. “Un discurso en esta línea sería consistente con tres recortes de 25 basic points este año (septiembre, noviembre y diciembre). Una sorpresa dovish sería indicaciones de que la tasa está restrictivamente alta y una sorpresa hawkish sería insistir con que las condiciones financieras permanecen laxas. Si Powell confirma lo que el mercado descuenta la sorpresa sería dovish y podría haber una suba en los activos de riesgo y una baja en las tasas de la curva de bonos del Tesoro, aunque en parte está descontado. En este sentido, el recorte de septiembre fue anticipado por el Comité en las minutas de la última reunión de política monetaria que conocimos ayer”, sostiene Sinigaglia.
En definitiva, se sabe que tarde o temprano comenzará este sendero de menor contracción monetaria, pero el impacto en la cotización bursátil podría ser muy negativo si la velocidad es más lenta de lo esperado.
“Powell está muy presionado. No solo dentro de Estados Unidos, sino por la baja de tasa que ya hizo Lagarde en el Banco Central Europeo. Hasta ahora, venían actuando alineados, pero Lagarde se cortó sola y bajó la tasa. Por el momento, Powell se ha mostrado resiliente a todo tipo de presión externa manteniendo la independencia de la Reserva Federal, aunque este año la presión política es mayor por el difícil año electoral”, opina el analista Francisco Uriburu.
“Todo el movimiento de suba del Nasdaq de la semana pasada indica que los mercados se anticipan a esta baja. Si el 18 de septiembre deja la tasa igual, vas a tener una corrección importante. Hay un 38% que cree que va a bajar 25 puntos básicos y un 62% que va a bajar 50 puntos básicos. Así que no sólo se trata de si hay recorte de tasa, sino de la magnitud”, agrega.