La inflación de Estados Unidos todavía no está bajo control, lo que no sólo podría generar graves consecuencias a nivel local, sino también a nivel internacional.
Puntualmente, la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por su sigla en inglés) reveló que el índice de precios al consumidor (IPC) estadounidense creció un 3% interanual en enero, frente al 2,9% alcanzado en diciembre.
Además, la canasta seleccionada avanzó un 0,5% de manera mensual, el mayor incremento desde agosto de 2023, una cifra superior al 0,4% observado en el último mes de 2024 y un número más alto que el 0,3% esperado por los economistas.
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El dato fue relativamente negativo por factores estacionales como el aumento de los costos del combustible y la fuerte rigidez de la inflación de alimentos.
"No hay forma de endulzar esto. No es una buena noticia", afirmó Claudia Sahm, economista jefe en New Century Advisors y ex economista de la Reserva Federal (Fed). "Lo único que hay que decir es que se trata de una decepción habitual", añadió.
El problema es que una inflación que todavía se resiste a la política monetaria del banco central obligaría a este organismo a mantener elevadas las tasas de interés en el rango actual de 4,25-4,50%.