Jeremy Grantham, el legendario inversor cofundador de Grantham, Mayo & van Otterloo (GMO) y una de las voces más escuchadas de Wall Street, recientemente advirtió que el mercado accionario es una superburbuja que está a punto de estallar y ocasionar una tragedia.
Si bien el S&P 500, el índice que nuclea a las 500 empresas más grandes de Estados Unidos, ya cayó un 18% desde los máximos históricos hasta la actualidad, su ratio precio-beneficios (PE, por su sigla en inglés) es de 20 veces, cuando su promedio es de alrededor de 16.
Aunque la cifra no es tan elevada como para preocupar a los inversores, lo cierto es que tampoco es tan baja como para mantener la calma de los mismos.
Por este motivo y por la elevada inflación, que en julio fue del 8,5% interanual, Grantham cree que más temprano que tarde todo colapsará, y entre los indicios se encuentran algunas cualidades comunes en todas las superburbujas.
Una de esas características es el repunte del mercado bajista después de la etapa inicial de reducción de la calificación del declive, pero antes de que la economía haya comenzado claramente a deteriorarse, como siempre sucede cuando estallan las superburbujas, dijo Grantham.
Esto, en los tres casos anteriores, recuperó más de la mitad de las pérdidas iniciales del mercado, atrayendo a los inversionistas desprevenidos justo a tiempo para que el mercado volviera a bajar, solo que con más saña, y la economía se debilitara. Hasta ahora, el rally de este verano se ha ajustado perfectamente al patrón, agregó.
Posteriormente, remarcó que el mercado de valores de Estados Unidos sigue muy caro y que un aumento de la inflación siempre afecta a los múltiplos, aunque esta vez más lento de lo normal.
Pero ahora los fundamentos también han comenzado a deteriorarse de manera enorme y sorprendente: entre el COVID en China, la guerra en Europa, las crisis alimentaria y energética, el ajuste fiscal récord y más, el panorama es mucho más sombrío de lo que se podría haber previsto en enero, sentenció.