Los supuestos 100 millones de dólares en subsidios que habría recibido Mercado Libre dispararon una fuerte polémica esta semana donde se mezclaron todo tipo de conceptos tributarios que dificultan el análisis sobre una correcta política impositiva.
El impacto mediático inicial se da por la contradicción de que una empresa de semejante tamaño pueda recibir recursos de un Estado quebrado, con casi la mitad de sus ciudadanos debajo de la línea de pobreza.
Sin embargo, si se hace foco en el origen de los fondos, está claro que no se trata de egresos de recursos públicos como es el caso de los subsidios, sino de una exención impositiva que se enmarca en una política de Estado para promocionar el desarrollo tecnológico. No sólo a través de Mercado Libre, sino de muchas otras empresas que gozan de este marco regulatorio donde el Tesoro acepta recaudar menos ingresos en pos de incentivar la inversión en un sector estratégico a nivel global.
Se está distorsionando y generando una confusión entre lo que es un subsidio y una categorización tributaria diferente. En el caso de la economía del conocimiento, por una cuestión de fomento, el gobierno decidió reducir la presión impositiva efectiva de las alícuotas del Impuesto a las Ganancias hace ya muchos años. Hay una reducción de la alícuota según el tipo de empresa. 40% para las chicas, 30% para las medianas y 20% para las grandes. Por lo tanto, de ningún modo es un subsidio. Los recursos son de las empresas y no del Estado. Con ese criterio, las empresas chicas que recibieron una reducción de su alícuota del 40%, estarían todavía más subsidiadas. Eso es una locura, explicó a Forbes el director de la consultora DNI, Marcelo Elizondo.
Según el especialista, el motivo que explica que haya tan pocas empresas nacionales dentro de las más grandes de la región pasa justamente por la fuerte presión tributaria. Según el Banco Mundial, Argentina es el segundo país del mundo con mayor transferencia de las empresas al fisco en relación a sus utilidades. Las empresas pagan más de lo que se quedan, sostiene.
Por su parte, Martín Litwak, autor del libro Planificación Patrimonial para Celebrities y CEO de Untitled SLC, analiza el debate desde otro ángulo y hace énfasis en la rareza del sistema tributario local, que combina una alta presión impositiva con enormes subvenciones y exenciones.
Argentina es el país de las distorsiones por antonomasia. Todos los países tienen exenciones y subvenciones, pero no de manera tan extendida como sucede en Argentina. ¿Por qué un país como el nuestro prefiere dar subvenciones en lugar de bajar impuestos, que es lo que debería hacer, y de manera drástica? Muy simple: porque la rebaja de impuestos otorga poder a los individuos, mientras que las subvenciones otorgan poder al Estado, afirma.
Esto aplica al mercado cambiario, donde existe un CEPO, cientos de prohibiciones y restricciones para operar, así como distintos tipos de dólar dependiendo de quién y cómo adquiere la moneda estadounidense, al mercado laboral, donde la existencia de planes sociales para todos los gustos maquillan las estadísticas de ocupación y desempleo, y obviamente también al sistema impositivo, agrega, en ese sentido.