Es una empresa pública de nombre, pero privada en su modelo de gestión y competitividad en el sector privado. Así lo define Andrés Peñafiel, gerente General de Farmasol, quien lleva 25 años de carrera en el sector público, incluidos los 17 que lleva dentro de la firma. En términos generales, es la única cadena farmacéutica a escala nacional e internacional sin fines de lucro, 100% autosustentable, es decir, no recibe recursos ni del Estado, ni del municipio. Tiene 37 puntos de venta en Azuay, atiende a 150.000 personas promedio al mes y hasta hoy ha movido US$ 250 millones en el mercado y genera alrededor de US$ 25 millones anuales. La hoja de ruta para el corto plazo lo identifica plenamente Peñafiel.
Directo al punto: ¿Cuál es el plan para 2022?
Tenemos que trabajar mucho en el poder de negociación, en generar aliados estratégicos públicos y privados. Los alcances tienen que ver con nuevos giros y unidades de negocio complementarios a lo que es la salud. Vamos a invertir en estudios que nos permita determinar exactamente de qué países podemos importar medicamentos, en abrir el abanico a negociaciones internacionales y a una relación técnica científica con las universidades. El negocio de la salud se asienta básicamente en farmacia, imágenes y laboratorio. Estamos entrando muy bien, concentrándonos en abrir unos 17 nuevos puntos de venta, generar un buen sistema de abastecimiento, mejorar la infraestructura tecnológica, levantar un centro de imagenología. Tenemos una buena capacidad de crédito. Por lo que contamos con tres, cinco y siete años plazo para endeudarnos hasta en unos US$ 7 millones con el Banco del Estado o la banca privada. Para ello, tenemos que tener listos los estudios hasta el primer semestre de este año.
¿Hacia dónde se ampliarán?
Particularmente en más zonas de Azuay, en Macas, Latacunga, El Guabo y estamos evaluando ir a Guayaquil y Manta. Nuestra cuota de mercado es del 15% en Azuay. Generamos empleo directo para 200 personas e indirectamente todo lo que se puede desarrollar especialmente en la parte logística con el movimiento de US$ 20 millones anuales. Recordemos que somos la única cadena farmacéutica que abre puntos de venta en lugares abandonados y alejados, con el fin de llegar con medicina a lugares que no son de interés para el sector privado. El futuro cercano para Farmasol es la importación de medicamentos, maquilados bajo nuestra marca a costos por debajo de la media del mercado para dejar por sentado que la salud y el acceso a ella debería ser un derecho que todos debemos hacer respetar. Por ejemplo, mantenemos un convenio con Nutrileche para desarrollar un programa de responsabilidad social empresarial que nos abastezca de cierta cantidad de producto para beneficio de madres solteras, niños en orfanatos, personas abandonadas y vulnerables, etc.
¿Por qué se creó una empresa pública en un mercado tan difícil como el farmacéutico?
La razón de ser de la empresa es regular los precios del mercado, para que todos aquellos que requieran medicina, sin importar su posición económica, tengan la posibilidad de acceder a sus medicamentos. Surgió como una iniciativa social, de la línea de acción social del Municipio de Cuenca. El objetivo: generar servicios para la gente que no tiene, no como dádiva, sino como algo constructivo. Es una visión netamente social, pero con criterios empresariales para darle la sostenibilidad. Ahora estamos lanzando la nueva etapa de Farmasol, para ser un proveedor del Estado, importar medicamentos de cáncer, diabetes y corazón, lanzar planes de medicación, generar un centro de imágenes y logístico y fortalecer relaciones fuera del contexto nacional.
Lastimosamente, la imagen de lo público siempre está relacionado con ineficiencia. ¿Cómo ha evitado Farmasol ese estigma?
Cuando lanzamos la imagen de Farmasol, tenía el concepto de un sol, que reflejaba la economía popular, solidaria. Para esa época no había aún la Ley de Economía Popular y Solidaria. La farmacia empezó con US$ 3.000 de capital y empezamos a comprar a los laboratorios, alcanzando una deuda alta. Entre 2004 y 2010, la actividad solo opera como acción social o fundación. En 2010 nació como empresa pública, a la par del aparecimiento de la Ley de Empresas Públicas, lo que abrió la posibilidad de manejar el concepto de la mejor compra. Es decir, compro lo que necesito a buen plazo y precio, no al que me regule el sistema de contratación pública. Eso nos permitió tener volúmenes de contratación directas, que en cierta manera sí ha jugado un papel importante en la transparencia y en la democratización de proveedores. En Farmasol no ha habido situaciones que hayan calzado en la politiquería, porque si así hubiera sido, ya no funcionaría. Ojalá, a futuro, no caiga en esas manos.
¿Cómo blindarse ante esa dinámica politiquera?
Primero, la Ley de Alianza Público Privadas (APP) es una garantía especial porque se cuidan y se protegen los recursos. Segundo, técnicamente, dentro del Directorio, los gerentes que asumen este rol deben tener prestigio, solvencia profesional y experiencia que garanticen la toma de decisiones. Pero claro que hay riesgos. Hasta ahora, hemos logrado sostenerlo. Algo que sostiene a Farmasol es que es la única empresa pública autosustentable 100%, no recibimos ningún dólar del Gobierno. Al ser autosustentable debemos sobrevivir en un sistema comercial. Vivimos de lo que producimos y vendemos. Así nos blindamos. Y tercero, Farmasol es una cuestión de esencia y ahí no hay por dónde perderse. La única ventaja comparativa y competitiva es nuestra fuerte línea social. Esa es nuestra razón de ser. Además, damos un impuesto del 5 por mil para que papa Estado sea más ineficiente.
Empresa complicada la de no caer en prácticas habituales del sector público.
La Declaratoria de Patrimonio Cultural de Cuenca es muy importante, porque eso proyecta confianza, identidad, relación armónica Estado-sociedad civil-empresa-gobierno local. Tenemos una Red Amiga donde están aliados estratégicos privados, para generar una política de solidaridad, de servicio, que contribuye al desarrollo social Y eso va más allá del contexto político. Este es un patrimonio de la ciudad, de la gente, no de los políticos, por eso calzamos en la identidad de la gente. La marca Farmasol es la más querida en Azuay. Hay tanta fidelidad hacia la marca que, si hipotéticamente, se dijera que se cierra, se arma una huelga ciudadana.
¿Se ha logrado regular los precios de los medicamentos a través de su gestión?
Hasta ahora sí, a nivel de la provincia. Efectivamente el precio es el que hace que la gente nos prefiera. Así nos preparamos para el siguiente nivel, dejar estos 17 años de esa forma conservadora de comprar-vender, comprar-vender. Vamos a empezar a ser una industria farmacéutica en el país y eso será bueno en la medida que reflejemos el nivel de competitividad, para sostener el servicio, para garantizar que seamos reguladores en el mercado. No vamos a dañar el mercado sino a regular. El Estado como tal, si quiere mejorar el sistema de servicios de salud, no puede dar toda la cuota al sector privado, porque va a tener problemas. Farmasol podría tener una cuota de mercado social, sabiendo que también es un proveedor y que no se deje todo en manos privadas.
En Cuenca tenemos tanta guerra de precios que hay laboratorios que tocan la puerta para que subamos el precio. Nos dicen que nos dan más barato, con más descuento, con la condición de que subamos el precio. Hay monopolios en el sector farmacéutico, con actores que producen y venden a la vez, poniendo el precio que les conviene. Y con nosotros se topan con la piedra en el zapato, porque no vamos a vender el Ibuprofeno en US$ 0,24, vamos a venderlo en US$ 0,12. Así obligo a que me igualen o mejoren el precio si es que quiere ser competitivo y eso hace que tengamos más accesibilidad a la medicina, en sectores donde la gente no la tiene. La medicina no debería ser una mercancía, sin embargo, se la maneja así.
¿Hasta cuándo se queda como gerente, está pensando terciar en las elecciones seccionales?
He sido funcionario de carrera por 25 años. No he estado interesado en el tema electoral y no lo descarto. Pero no por el tema netamente político sino porque mi base es el empresariado social y la administración pública. Estaré hasta octubre. (I)