En noviembre, la inflación interanual en Estados Unidos fue del 6,8%, la cifra más alta desde 1982. En otras palabras, el poder adquisitivo en dólares está cayendo a pasos agigantados. Además, las tasas de interés son negativas en términos reales, por lo que no existe una cobertura segura para impedir este deterioro del capital.
La única alternativa que existe en la actualidad para incrementar el capital y así poder consumir más bienes y servicios en un futuro consiste en colocar el dinero en la bolsa de valores. Sin embargo, muchos ahorristas creen que colocar el dinero en el mercado requiere de una serie de conocimientos y habilidades muy difíciles de dominar. Y tienen razón, salvo que opten por aplicar la sencilla técnica conocida como dollar cost averaging (DCA).
En qué consiste la técnica DCA
Básicamente, este método consiste en tomar una porción fija de nuestros ahorros mensuales y colocarla en una serie de acciones que tengan proyecciones de crecimiento. Si los activos suben de precio, compraremos menos de ellos; si bajan, compraremos más. Lo que importa es el promedio.
Para hacer aun más fácil esta técnica, los inversores suelen colocar el dinero en el SPY, el fondo cotizado o ETF que replica el comportamiento del S&P 500, el índice accionario más representativo de Estados Unidos, y, por ende, del mundo.
Al invertir de esta forma en el índice bursátil, solo estamos ligados al riesgo sistemático o propio del mercado, ya que el riesgo no sistemático o individual, es decir, el riesgo de que una compañía quiebre, queda eliminado por completo.
Si bien el método es sencillo, no por ello es menos rentable. Por ejemplo, en las últimas dos décadas, quien colocó USD 200 por mes en el SPY de forma sostenida obtuvo un retorno de alrededor del 14% en dólares al año hasta la actualidad.
Como se puede observar, la historia demuestra que el DCA como técnica de inversión logró vencer a la inflación de manera consistente, y por mucho.