ExxonMobil, la segunda petrolera más grande del mundo y la de mayor tamaño de Estados Unidos, recientemente marcó máximos históricos y alcanzó una capitalización bursátil de alrededor de US$ 465.500 millones.
Desde el mínimo de octubre de 2020 hasta la actualidad, ajustadas por dividendos, sus acciones crecieron más de un 273%, pasando de los USD 28 a los USD 105, aproximadamente. En lo que va del año, acumula un retorno positivo del 68%.
El motivo es claro: el petróleo sigue aumentando y parece no tener límites. Por la guerra entre Rusia y Ucrania, que desestabilizó todo el comercio internacional de energía, y la llegada de la pandemia, el commodity se disparó casi un 550% desde mayo de 2020, sin contar el insólito periodo de precio negativo.
Como consecuencia, los ingresos de ExxonMobil aumentaron, al igual que sus beneficios. En el primer trimestre del año, la empresa estadounidense reportó ventas por USD 90.500 millones, lo que representa un incremento interanual del 53%. A su vez, la ganancia por acción (EPS, por su sigla en inglés) ajustado fue de USD 2,07.
Por otro lado, muchos inversores comenzaron a invertir en la compañía a modo de protección, ya que los altos dividendos que distribuye trimestralmente, que brindan una rentabilidad anualizada del 4%, sirven para reducir la volatilidad de un portafolio de inversión.
Y por si esto fuera poco, ExxonMobil dio a conocer a principios de año que acelerará su ritmo de recompra de acciones de USD 10.000 millones para hacerlo en solo dos años.
La recompra de acciones es una buena noticia para los inversores por dos motivos. En primer lugar, porque quiere decir que la empresa confía en su propio negocio, desea tener más de su propia tenencia y considera que los precios actuales son adecuados.
Por otra parte, al recomprar acciones propias, cada inversor automáticamente tiene una mayor participación dentro de la compañía, ya que se quitan acciones de circulación.