Es hora de enfrentar la realidad: la era del escrutinio regulatorio ha llegado y no hay forma de escapar de su sombra. Este año, 2023, se ha convertido en una prueba de estrés para los inversores en criptomonedas. No solo porque los volátiles precios han sido tan impredecibles como un gato sobre un tejado de zinc, sino también porque algunos de los jugadores más importantes en el juego del intercambio de criptomonedas, como Coinbase y Binance, están bajo fuego regulatorio.
Los inversores estadounidenses, a quienes tradicionalmente se les ha ofrecido un menú bastante reducido de plataformas criptográficas, ahora se están mordiendo las uñas a medida que las autoridades se acercan a estas plataformas no reguladas. El caos y la incertidumbre resultantes exigen una nueva generación de plataformas de activos digitales, aquellas que tengan el cumplimiento normativo entretejido en su ADN.
Convertir limones en limonada de activos digitales
¿Cuál es el camino a seguir para los activos digitales? Consideremos los tokens de seguridad. Están permitiendo a las empresas obtener capital a través de contratos de inversión en la red blockchain, todo ello bajo la atenta mirada de los organismos reguladores. Esto significa una ruta de inversión más segura y legalmente sólida tanto para los inversores minoristas como para los institucionales.
Recientemente, Henry Chong, director ejecutivo de Fusang, estima que, para 2030, podríamos estar ante un panorama financiero en el que 1 de cada 4 valores que cotizan en bolsa en todo el mundo hayan sido tokenizados.
La tokenización de la economía global
Los activos tokenizados, como los valores digitales, representan una nueva ola de innovación en las finanzas y la gestión de activos, permitiendo una participación en el mercado aún más granular, eficiente e inclusiva que nunca.
Una gran cantidad de activos del mundo real, desde bienes raíces hasta obras de arte, se están incorporando a la cadena de bloques, abriendo nuevas oportunidades de inversión y creando mercados secundarios donde antes no existían. Todo esto brindando más transparencia, responsabilidad y audibilidad gracias a las propiedades inherentes de la tecnología blockchain.
Sin embargo, este notable desarrollo de los activos digitales y los tokens de seguridad viene acompañado de un imperativo: para poder comercializarlos, los inversores necesitan acceder a una plataforma de comercio de activos digitales. Y no cualquier plataforma: éstas tienen que estar reguladas.
Consideremos por qué. Con la tokenización de valores, se trata de un activo que se encuentra bajo jurisdicciones legales y regulatorias específicas. La naturaleza transparente e inmutable de blockchain ayuda al cumplimiento, pero no es una solución mágica. La propia plataforma de negociación debe cumplir y hacer cumplir las normas aplicables a los activos que alberga.
Es una moneda de dos caras: por un lado, el token representa un activo y se adhiere a las reglas de su jurisdicción, mientras que, por el otro, la plataforma en la que opera garantiza que estas reglas sean respetadas e implementadas.
Las plataformas no reguladas no son una opción en este juego. Negociar valores digitales en una plataforma que ignora o elude las regulaciones es similar a construir una casa sobre arenas movedizas. Los cimientos inevitablemente se desmoronarán, lo que provocará posibles pérdidas para los inversores, repercusiones legales y una pérdida de confianza que podría hacer retroceder a toda la industria.
Para que el futuro del comercio de activos digitales sea seguro y sostenible, el cumplimiento de los requisitos regulatorios no será negociable.
El concepto de custodia presenta desafíos, especialmente porque no existe una definición definitiva de custodio calificado específico para tokens de seguridad. Actualmente, la autocustodia es la opción predominante, incluso cuando la administra un custodio de activos digitales calificado.
Además, la liquidez plantea problemas, ya que las instituciones exigen un volumen sustancial. A medida que un número cada vez mayor de empresas adoptan acciones tokenizadas y las principales empresas comienzan a negociar en plataformas de activos digitales, podemos esperar que el volumen aumente.
El futuro es tokenizado y regulado
El futuro de las plataformas de activos digitales es regulado. Es un mundo donde los reguladores no son adversarios, sino aliados, fomentando un entorno comercial más seguro para todas las partes involucradas. El cumplimiento de las normas ya no será algo “agradable” sino algo “imprescindible” para sobrevivir en el cambiante panorama de los activos digitales.
Las plataformas no reguladas que actualmente caminan sobre el fino hielo regulatorio deben adaptarse o corren el riesgo de quedarse en el frío. Por el contrario, las plataformas de activos digitales que adoptan regulaciones podrían convertirse en las favoritas de los principales actores de activos digitales que buscan soluciones compatibles.
*Con información de Forbes US