Se pasó la vida cantándole al amor, a la noche y a los tahúres, pero ahora Joaquín Sabina se encontró con que, según el fisco español, el tahúr es él: debe pagar 2,5 millones de euros por no declarar correctamente sus impuestos.
Sabina, de 73 años, se despedirá de los escenarios con una gira final en 2023, pero antes debe solucionar el lío fiscal en que se vio metido. Según la Agencia Tributaria de España, el cantante apeló a empresas ficticias para pagar menos impuestos de los que le correspondía.
La Audiencia Nacional de España le dio la razón a la Agencia Tributaria. Según el tribunal, Sabina apeló a empresas fachada para cancelar sus impuestos, ya que a través de estas solo paga un 25 por ciento, en tanto que como persona física esa cifra crece al 45.
El cantante tiene relación con tres sociedades en las que también participa su familia: Ultramarinos Finos, Relatores y El Pan de mis Niñas. En ellas gestiona un velero, libros antiguos, dos inmuebles en Madrid y uno en la localidad andaluza de Rota, además de -muy importante- sus derechos de autor. Sabina publicó 24 discos -17 en estudio y siete en vivo-, además de colaborar en infinidad de otras obras musicales.
La sentencia establece que "el demandante había cedido a las empresas Relatores y El Pan de mis Niñas derechos de autor de su obra y de la que compusiera en un futuro y por esta cesión no percibía cantidad alguna según sus declaraciones tributarias".
La disputa se refiere a impuestos mal liquidados hace ya más de una década. La Agencia Tributaria acepta el mecanismo de derivar a empresas la gestión de un patrimonio, pero exige que sea "a un precio de mercado", y no gratuitamente, como fue el caso del cantante español.
"No es verosímil que alguien que participa minoritariamente (menos del 25%) en el capital de una sociedad (Ultramarinos Finos) reciba de esta, en concepto de sueldo, 65.000 euros por prestar un trabajo que a la sociedad le ha generado unos ingresos de 7.091.940,68 euros en 2010", señala la sentencia.
La defensa de Sabina alegó que su cliente hizo "una interpretación razonable de la legalidad" y recuerda que una década atrás este tipo de sociedades eran muy utilizadas. Los medios españoles coinciden con este último punto: “En los últimos años, Hacienda ha perseguido a periodistas, cantantes, presentadores de televisión, abogados y médicos que usaban sociedades sin apenas medios para pagar menos a Hacienda”
Las cifras que recibió Sabina fueron importantes: 2,25 millones de euros en 2008, 2,74 millones en 2009 y 7,58 millones en 2010.
Según la prensa española, "todos los ingresos procedían de las actividades de Sabina, 'realización de galas, royalties, ventas nacionales de discos, colaboraciones en prensa…', y de la cesión gratuita de los derechos de autor".
Esa cesión gratuita de derechos fue clave para el fallo judicial, que considera que esas empresas no aportan nada a la gestión y que son "solo un instrumento para escamotear dinero al fisco".
Los problemas de Sabina muy probablemente no terminen con esta sentencia, que advierte que hay otro proceso en marcha por un asunto "prácticamente idéntico" en otros ejercicios fiscales. Y el resultado será el mismo, advierte la Justicia.
A Sabina, además de pagar sus impuestos, le queda el recurso de cantar, que es lo que todos esperan de él. Lo hizo en abril de este año y por sorpresa, tras 800 noches sin subirse a un escenario. Lo hizo en la sala Galileo Galilei, de Madrid, al aparecer sin aviso en el quinto tema que tocaba su banda habitual, los Benditos Malditos.
Fue con "Tan joven y tan viejo". Los dos primeros versos que sonaron aquella noche poco tuvieron que ver con cuestiones fiscales O quizás sí: "Y así crecí volando y volé tan deprisa / que hasta mi propia sombra de vista me perdió".