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Cómo mejorar la "salud financiera" en tres simples pasos

True Tramplin

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Tener una salud financiera sólida significa más que estar libre de deudas o tener ahorros significativos. Es la tranquilidad que experimentás cuando sabés que estás equipado para manejar emergencias.

28 Septiembre de 2023 05.41

La salud financiera se refiere al estado de los asuntos monetarios personales. Abarca la capacidad de un individuo para cumplir compromisos financieros, sentirse seguro en su futuro financiero y tomar decisiones que le permitan disfrutar de la vida.

Tener una salud financiera sólida significa más que estar libre de deudas o tener ahorros significativos. Es la tranquilidad que experimentás cuando sabés que estás equipado para manejar emergencias, que podés permitirte el lujo de descansar sin sentirte culpable y que estás encaminado hacia aspiraciones futuras como ser propietario de una vivienda, obtener educación superior o jubilarte. Ahora bien, ¿cómo se evalúa la salud financiera?

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Analizá ingresos y gastos

La base de cualquier evaluación financiera comienza con la comprensión de tu flujo de caja. Esto requiere una revisión exhaustiva de:

  1. Fuentes de ingresos: pueden variar desde sueldos regulares hasta flujos de ingresos pasivos como ingresos por alquiler o dividendos.
  2. Gastos fijos y variables: si bien los gastos fijos, como el alquiler o la hipoteca, permanecen constantes, los gastos variables, como el entretenimiento o salir a cenar, pueden fluctuar.
  3. Superávit o déficit: una vez que hayas totalizado tus ingresos y gastos mensuales, tendrás un superávit, que puede canalizarse hacia ahorros o inversiones, o un déficit, lo que indica la necesidad de ajustes presupuestarios.
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Verificá tu deuda y puntaje crediticio

La deuda, cuando se gestiona mal, puede convertirse en un obstáculo hacia la prosperidad financiera. Debés conocer los tipos y el monto de la deuda que tenés y comprender tu puntaje crediticio.

Es esencial diferenciar entre deudas de tarjetas de crédito con intereses altos, préstamos personales, hipotecas y préstamos para estudiantes. Cada tipo de deuda tiene sus implicaciones y requiere distintas estrategias de gestión.

Mientras tanto, tu puntaje crediticio es un reflejo de tu solvencia. Las revisiones periódicas pueden ayudar a identificar cualquier discrepancia o áreas de mejora. También es esencial familiarizarte con los factores que afectan tu puntaje, como la utilización del crédito o el historial de pagos.

El análisis de la deuda y el puntaje crediticio indicará si vas por buen camino o si necesitás intervenciones como consolidación o refinanciamiento.

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Revisá tu fondo de ahorro y emergencia

Los ahorros actúan como un colchón financiero, brindando tranquilidad y los medios para lograr objetivos a largo plazo. Se recomienda tener gastos de tres a seis meses en un fondo de emergencia de fácil acceso. Este fondo debe reevaluarse, especialmente después de acontecimientos importantes en la vida o cambios en los gastos mensuales.

Además del fondo de emergencia, es fundamental diferenciar entre ahorros para objetivos a corto plazo, como unas vacaciones o un coche, y objetivos a largo plazo, como la jubilación o la compra de una casa.

La evaluación de tus ahorros actuales con respecto a este punto de referencia puede indicar si estás preparado para oportunidades o crisis financieras inesperadas.

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Estrategias para mejorar la salud financiera

El bienestar financiero es un viaje continuo. La implementación de estrategias efectivas garantiza que alcances tus objetivos financieros deseados y mantengas una posición financiera sólida a largo plazo.

Podés allanar el camino hacia una salud financiera sostenible centrándote en el establecimiento de objetivos realistas, una planificación estructurada y una orientación experta.

1. Establecé objetivos financieros realistas

Dividí tus objetivos según el marco de tiempo:

  • Metas a corto plazo (1 a 3 años): pueden incluir ahorrar para unas vacaciones, comprar un automóvil o crear un fondo de emergencia. Es esencial tener estos objetivos ya que brindan motivación inmediata y ofrecen seguridad financiera a corto plazo.
  • Metas a mediano plazo (4 a 10 años): los ejemplos incluyen comprar una casa, financiar la educación superior o iniciar un negocio. Requieren un compromiso más prolongado y, a menudo, un capital más considerable.
  • Metas a largo plazo (más de 10 años): giran en torno a la jubilación, la planificación heredada o las inversiones a largo plazo. Establecer estos objetivos con anticipación puede aprovechar el interés compuesto, facilitando el viaje financiero.
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También podés seguir el método SMART de establecimiento de objetivos:

  • Específico: definí claramente lo que querés lograr.
  • Mensurable: determiná las métricas o cantidades necesarias para alcanzar el objetivo.
  • Alcanzable: asegurate de que el objetivo sea realista en función de tu situación financiera actual y esperada.
  • Relevante: alineá la meta con tu plan financiero más amplio y tus objetivos de vida.
  • Con límite de tiempo: establecé un marco de tiempo definitivo para lograr el objetivo, proporcionando motivación y un sentido de urgencia.
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2. Creá un plan financiero integral

Un plan financiero bien elaborado abarca todos los aspectos de tu vida, desde los gastos diarios hasta la planificación de la jubilación, para equilibrar tus necesidades presentes y aspiraciones futuras.

Por ejemplo, si ser propietario de una vivienda es tu objetivo principal, considerá ahorrar para el pago inicial reservando una cantidad específica cada mes o explorando vías de inversión que ofrezcan mayores rendimientos durante el período de tiempo deseado.

Los objetivos a largo plazo, como la jubilación, requieren comprender varias cuentas de ahorro para la jubilación, monitorear las tendencias del mercado y ajustar tu apetito por el riesgo a medida que se acerca la edad de jubilación.

Sin embargo, un plan financiero no es una herramienta para configurar y luego olvidarse. Requiere revisión periódica y posibles ajustes para adaptarse a circunstancias cambiantes y acontecimientos importantes de la vida. Los ajustes pueden implicar reasignar activos, revisar su estrategia de inversión o redefinir sus objetivos.

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3. Buscá asesoramiento financiero profesional

Los asesores financieros y otros profesionales han pasado años adquiriendo conocimientos especializados y experiencia de primera mano en el manejo de diversas situaciones, lo que los convierte en un recurso invaluable para mejorar o mantener tu salud financiera.

Evalúan tu posición financiera única, tus aspiraciones y tu tolerancia al riesgo, lo que permite la creación de una estrategia personalizada, con el objetivo de optimizar tus recursos para los objetivos actuales y futuros.

Los asesores financieros pueden recibir honorarios o comisiones. Cada tipo tiene sus ventajas y posibles conflictos de intereses, por lo que es fundamental comprender la naturaleza de la relación desde el principio.

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Además de la estructura de compensación, evaluá las calificaciones, la experiencia y la responsabilidad fiduciaria de un asesor. Preguntá acerca de tus certificaciones. Algunas credenciales indican su experiencia y compromiso con la educación continua en el campo. Además, preguntar sobre su responsabilidad fiduciaria garantizará que estén obligados a actuar en su mejor interés y no en el de ellos o el de su empresa.

Por último, el asesor financiero adecuado debe ser alguien en quien confíes y con quien te sientas cómodo hablando de asuntos financieros personales. Establecer una buena relación y garantizar líneas de comunicación abiertas son esenciales para una relación profesional exitosa y duradera.

*Con información de Forbes US

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