Liko Dangote respira hondo antes de reflexionar sobre la odisea que significó la construcción de la refinería de petróleo y gas más grande de África.
Fueron once años de trabajo, una inversión de 23.000 millones de dólares e incontables dolores de cabeza, pero finalmente, la refinería de Dangote entró en funcionamiento el año pasado. Ubicada en un extenso predio de 2.509 hectáreas. dentro de la Zona Franca de Lekki, en Nigeria, a aproximadamente una hora de Lagos, la planta procesó alrededor de 350.000 barriles de crudo por día (b/d) en la segunda mitad de 2024.
En enero, la cifra trepó a 500.000 b/d. A plena capacidad, algo que se espera para el próximo mes—con una impresionante producción de 650.000 b/d—, la refinería de Dangote se convertirá en la séptima más grande del mundo en términos de producción y la más grande de África.
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A esto se suma su complejo petroquímico adyacente, con una capacidad de producción anual de 3 millones de toneladas métricas de urea, consolidándolo como el mayor productor de fertilizantes del continente.
La influencia de la refinería de Dangote ya se hace sentir en los mercados energéticos mundiales. Las importaciones de gasolina en Nigeria están camino a alcanzar su nivel más bajo en ocho años, lo que golpea a las refinerías europeas que tradicionalmente abastecían al país, según datos de la firma de inteligencia energética Vortexa. Además, gracias a esta nueva planta, Nigeria pasó a ser un exportador neto de combustible para aviones, nafta—un disolvente utilizado en barnices, jabones para lavar ropa y líquidos de limpieza—y fueloil, según S&P Global.
Con su megaproyecto en marcha, el patrimonio de Dangote se disparó a 23.800 millones de dólares, casi el doble de lo que valía el año pasado. Él mismo insiste en que su fortuna es aún mayor. A sus 67 años, el empresario nigeriano, que ya ostenta el título de la persona más rica de África, vuelve a figurar entre los 100 más ricos del mundo por primera vez desde 2018, según la lista de multimillonarios en tiempo real de Forbes.
No hace mucho, parecía que la refinería de Dangote nunca llegaría a funcionar. A fines de 2023, algunos observadores dudaban incluso de que la planta pudiera operar. Y aun cuando las operaciones comenzaron a principios del año pasado, Dangote tuvo dificultades para conseguir petróleo crudo de la Nigerian National Petroleum Corporation (NNPC), la principal petrolera estatal de Nigeria, lo que puso en jaque la viabilidad financiera del proyecto.
Dangote sostiene que la refinería forma parte de una misión más amplia: busca convertir a Nigeria, uno de los mayores productores de crudo del mundo, en un actor clave en la producción de productos petrolíferos refinados, con el objetivo de competir con las refinerías europeas y abastecer de combustible a los nigerianos.
Los intentos previos del gobierno de Nigeria por construir y operar refinerías a gran escala terminaron en fracaso, lo que dejó a consumidores y empresas del país dependiendo de las importaciones de gasolina, principalmente de Europa. Hasta hace poco, un subsidio al combustible mantenía la gasolina a precios accesibles para los consumidores, pero el esquema golpeó las finanzas del país y estuvo envuelto en denuncias de corrupción.
Durante décadas, reguladores e intermediarios desviaron miles de millones de dólares en un sistema que desincentivó el mantenimiento de las refinerías estatales, muchas de las cuales hoy están inactivas o en condiciones precarias.
"La llegada de la refinería de Dangote es transformadora para la dinámica del mercado energético de Nigeria", señala Clementine Wallop, analista de África en Horizon Engage, una consultora geopolítica. Dangote aspira a ofrecer un modelo de industrialización para toda África.
"Tenemos que construir nuestra propia nación por nosotros mismos. Tenemos que construir nuestro propio continente por nosotros mismos, no dependiendo de la inversión extranjera", afirma. Dangote. Sostiene que África ha sido "un mero vertedero de productos terminados", y su refinería representa "un paso fundamental para garantizar que África tenga la capacidad de refinar su propio petróleo crudo, creando así riqueza y prosperidad para su enorme población".
En Nigeria, sin embargo, eso todavía no ocurrió. De hecho, en los últimos seis meses el precio del gas se disparó un 60% en el país, en paralelo con el aumento de la producción en la refinería de Dangote, según datos de la firma de inteligencia de mercado Trading Economics. Y eso sin contar la inflación, que en diciembre alcanzó el 29%.
Detrás de estos aumentos está la eliminación del subsidio al combustible, que el presidente Bola Tinubu recortó tras asumir el cargo en mayo de 2023. La decisión se tomó con la expectativa de que la refinería de Dangote ayudaría a estabilizar el mercado, pero la medida no duró mucho: el subsidio fue restablecido poco después, cuando los precios de la gasolina se triplicaron. Tinubu volvió a eliminarlo en el invierno pasado, lo que provocó un nuevo salto en los precios.
Los nigerianos son especialmente sensibles al costo del combustible, ya que muchas empresas y hogares dependen de generadores alimentados con nafta, debido a la fragilidad del sistema eléctrico del país. En los últimos meses, manifestantes salieron a las calles de Lagos y otras ciudades para expresar su enojo por el aumento de los precios.
Aliko Dangote responsabiliza a la empresa estatal Nigerian National Petroleum Company (NNPC), encargada de supervisar el subsidio al combustible en Nigeria y de producir crudo, así como de comercializar productos petrolíferos refinados.
En un principio, la NNPC había acordado adquirir el 20% de la refinería de Dangote mediante un pago inicial de 1.000 millones de dólares. Sin embargo, más tarde redujo su participación a aproximadamente el 7% y exigió la devolución de parte del dinero invertido. Además, la NNPC se había comprometido a suministrarle 300.000 barriles de petróleo crudo por día, pero hasta el momento no cumplió con esa obligación. La compañía estatal no respondió a los pedidos de comentarios.
En septiembre, Dangote inició una demanda contra la NNPC con el objetivo de impedirle continuar importando y vendiendo productos petrolíferos refinados. En su presentación judicial, citó una ley de 2021 que obliga a los productores nacionales de crudo a abastecer a las refinerías locales con suficiente petróleo para satisfacer la demanda interna. Ese litigio aún sigue en curso.
En octubre, la NNPC comenzó a suministrarle crudo a la refinería de Dangote, pero el mes pasado advirtió que podría reducir la asignación. Dangote no oculta sus críticas a la empresa estatal, a la que considera parte de la "mafia petrolera" del país.
"La mafia del petróleo es más letal que la del narcotráfico, porque en la mafia del petróleo hay mucha gente involucrada", asegura Dangote. "Podés estar cenando y bebiendo con ellos, pero estos tipos son los verdaderos maestros en mover las cosas", dice.
Hace un año, una comisión anticorrupción allanó las oficinas del empresario, aunque él insiste en que mantiene una buena relación con el presidente de Nigeria, Bola Tinubu. "Tenemos una relación muy, muy buena. Lo conozco desde hace mucho tiempo", afirma.
Pese al malestar generalizado por la crisis económica, la mayoría de los nigerianos no responsabiliza a Dangote por la situación del país. "En gran parte de Nigeria lo ven como un héroe", sostiene Zainab Usman, directora del Programa de África del Carnegie Endowment for International Peace. "Lo consideran un verdadero industrial, alguien que construye cosas", aclara.
Nacido en 1958 en el seno de una familia adinerada de comerciantes en la ciudad de Kano, Aliko Dangote siempre tuvo ambición. Su incursión en el mundo de los negocios comenzó a los 8 años, cuando invirtió su dinero en una pequeña empresa de dulces en el patio de la escuela. "Lo usaba para comprar dulces y se los daba a algunas personas para que los vendieran, y ellos me traían ganancias", recuerda en una entrevista con Forbes en 2015.
Tras completar sus estudios en negocios en la Universidad Al-Azhar, en El Cairo, fundó una empresa de importación y exportación en Lagos con la ayuda de un préstamo de 500.000 dólares otorgado por un tío. Sus conexiones políticas jugaron un papel clave en el inicio de su carrera empresarial: consiguió "derechos exclusivos de importación en azúcar, cemento y arroz", según un cable del Departamento de Estado de EE.UU. filtrado por WikiLeaks.
A finales de los años 90, mientras Nigeria transitaba de años de gobierno militar a una democracia, el país empezó a promover la industria nacional. Dangote supo capitalizar este cambio, accediendo a incentivos fiscales para la construcción de un molino de azúcar, una refinería de harina y una fábrica de cemento. Este último negocio resultó ser el más rentable, con márgenes brutos que superaron el 60% en la mayoría de los años.
Antes de la inauguración de su refinería, Dangote Cement—empresa que cotiza en bolsa y de la que él posee el 86%—representaba la mayor parte de su fortuna. A medida que su imperio se expandía, Dangote logró mantener una relación cordial con los sucesivos gobiernos, en gran parte gracias a la orientación de su conglomerado hacia el consumidor.
"Creo que creyó firmemente en el hecho de que los nigerianos necesitan productos que él tiene para ofrecer", afirma Chika Ezeanya, profesor de estudios africanos en la Universidad Soka de Estados Unidos. "Los gobiernos pueden ir y venir, las políticas pueden cambiar, pero las necesidades del consumidor nigeriano solo crecerán y se expandirán", completa.
Cuando Aliko Dangote anunció por primera vez su refinería en 2013, su plan era construir la planta en el suroeste de Nigeria. Para ello, adquirió tecnología de refinación de la empresa Honeywell UOP, una división del conglomerado estadounidense, y contrató a ingenieros de Engineers India Ltd., una firma de consultoría de ingeniería respaldada por el Estado, para que lo asistieran en el diseño de la enorme instalación. Su mano derecha de toda la vida, Edwin Devakumar, un ex ingeniero del Banco Mundial, fue puesto a cargo del proyecto. En aquel momento, el costo estimado rondaba los 10 mil millones de dólares.
"Fue el mayor riesgo de mi vida", reconoce Dangote sobre su decisión de embarcarse en la iniciativa. "Si esto no funcionaba, estaba muerto", declara.
Sin embargo, tres años de retrasos debido a disputas con funcionarios locales lo obligaron a abandonar los planes de construcción en el sitio original. Para trasladar el proyecto, desembolsó 100 millones de dólares al gobierno de Nigeria y adquirió tierras en una nueva ubicación, a las afueras de Lagos. Pero el terreno presentaba serias dificultades: al tratarse de una zona pantanosa, fue necesario dragar 65 millones de metros cúbicos de arena y construir un puerto para facilitar el transporte de los materiales. En el proceso, miles de personas fueron desplazadas, lo que desató una fuerte reacción entre la población local.
Cuando parecía que los problemas no podían ser mayores, llegó la pandemia de COVID-19, retrasando aún más el cronograma y complicando cada etapa de la construcción. "Puedo pasarme todo el día contándoles sobre estos desafíos", suspira Dangote.
Los costos se acumularon, en parte, porque Dangote insistió en ampliar la refinería más allá de lo planeado originalmente. En 2013, obtuvo préstamos bancarios por 5.500 millones de dólares y vendió participaciones del 3% de su negocio de cemento a la Corporación de Inversiones de Dubái y a un fondo soberano australiano por aproximadamente 300 millones de dólares cada una. Más tarde, cedió otras porciones a la firma de capital privado Gateway Partners y a otros inversores por montos no revelados.
Para financiar los sobrecostos de la refinería durante años, recurrió a un préstamo intercompañía de 10.000 millones de dólares desde su holding, que administra sus negocios de cemento, harina y azúcar. Al final, la factura total ascendió a casi 23.000 millones de dólares, más del doble de las proyecciones iniciales.
La refinería aún arrastra una deuda de aproximadamente 3.000 millones de dólares. En agosto, la agencia Fitch rebajó la calificación de sus bonos que cotizan en bolsa debido al "deterioro significativo de la posición de liquidez del grupo", provocado por la subutilización de la refinería el año pasado debido a la falta de crudo, así como por el desplome del valor del naira nigeriano. Desde junio de 2023, cuando el Banco Central de Nigeria dejó flotar la moneda, el naira perdió más del 70% de su valor frente al dólar.
A pesar de estos problemas, Dangote asegura que la liquidez no representa un inconveniente y que la refinería está lo suficientemente dolarizada—es decir, sus clientes extranjeros pagan en dólares estadounidenses—como para soportar la devaluación de la moneda nigeriana.
Frente a estos desafíos, Dangote está decidido a que la refinería sea un éxito. Aunque estableció una oficina familiar en Dubái y sus tres hijas ocupan distintos puestos dentro del negocio familiar, su atención sigue concentrada en Nigeria, más que en la planificación de su sucesión.
El multimillonario afirma que pasa gran parte de su tiempo en la refinería, reuniéndose con ingenieros y gerentes. Pero aún quedan obstáculos por superar, como la construcción de un gasoducto submarino para transportar gas natural desde el delta del Níger hasta Lagos y la expansión de la planta de fertilizantes para duplicar su producción. Además, tiene la intención de sacar la refinería a la bolsa en uno o dos años.
"He estado luchando batallas toda mi vida", dice Dangote, "y aún no perdí ninguna", remarca.
Nota publicada por Forbes US