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Macroeconomía
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La acumulación de riqueza en el mundo no es solo producto del esfuerzo o la innovación. Una parte importante del capital que mueve la economía global proviene de la herencia, un mecanismo que perpetúa la concentración económica en pocas manos. Según Oxfam, en América Latina, más de la mitad de los multimillonarios construyeron su patrimonio sobre la base de legados familiares, lo que la convierte en la región con el mayor porcentaje de fortunas heredadas. Esta tendencia no solo refuerza las diferencias económicas, sino que también reduce las oportunidades de movilidad social, limitando el acceso de nuevas generaciones a la élite financiera.

21 Febrero de 2025 12.06

Cada año, cientos de personas ingresan al exclusivo club de los ultrarricos. En 2024, el mundo vio nacer 204 nuevos multimillonarios, un promedio de casi cuatro por semana. Los 10 más ricos del mundo aumentaron, en promedio, US$ 100 millones diarios sus fortunas. Sin embargo, detrás de esta dinámica de crecimiento, hay una realidad que se mantiene constante: la riqueza no siempre se construye desde cero, sino que, en muchos casos, se hereda.

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en América Latina, más del 53 % de los multimillonarios recibieron parte o la totalidad de su patrimonio a través de la herencia. Este porcentaje es superior al promedio global del 37 % y destaca a la región como la más dependiente de la transferencia intergeneracional de riqueza. 

En contraste, en Europa Occidental, el 51,4 % de los ultrarricos heredaron sus fortunas, mientras que en EE.UU. y Canadá la cifra es del 27 %. En China, el porcentaje es aún menor, con solo un 5,6 %, reflejando una cultura económica en la que la riqueza suele estar más vinculada a la creación de empresas y la innovación que a la herencia.

India, por otro lado, muestra un comportamiento similar al de América Latina, con un 54,3 % de su riqueza concentrada en patrimonios familiares heredados. Sin embargo, la diferencia radica en que la economía india experimentó un crecimiento acelerado en sectores estratégicos como la tecnología y la manufactura, lo que permitió el surgimiento de nuevos millonarios independientes.

Uno de los principales factores que permite que los ricos se vuelvan más ricos es la capacidad de reinvertir su capital. Mientras una persona de ingresos medios destina la mayor parte de sus recursos a gastos diarios, aquellos que ya poseen grandes fortunas pueden colocar su dinero en activos financieros que generan rendimientos constantes.

Un mecanismo clave en este proceso es el interés compuesto. Cuando un capital inicial se invierte con una tasa de retorno positiva y las ganancias se reinvierten en lugar de ser retiradas, la acumulación de riqueza se acelera. Por ejemplo, si alguien hereda US$ 1 millón y lo invierte con un rendimiento anual del 10 %, al cabo de un año tendrá US$ 1,1 millones. Si deja ese capital sin tocar y permite que siga creciendo, en diez años habrá duplicado su fortuna sin necesidad de realizar un esfuerzo adicional.

Este fenómeno se ve reforzado por el acceso exclusivo a inversiones sofisticadas. Los individuos de alto patrimonio suelen destinar entre el 30 % y el 50 % de sus riquezas a los mercados bursátiles globales, donde las acciones generaron rendimientos significativamente más altos que otros activos en los últimos años. En contraste, las personas de ingresos medios y bajos a menudo no tienen acceso a estos instrumentos financieros o desconocen cómo utilizarlos, lo que limita sus posibilidades de crecimiento económico.

La acumulación de riqueza a través de la herencia no solo mantiene el capital en pocas manos, sino que también contribuye a ampliar las brechas de desigualdad. En Latinoamérica, el 1 % más rico posee 216 veces más riqueza que la mitad más pobre de la población, una diferencia que se profundiza con el tiempo.

Esta situación se ve agravada por sistemas fiscales débiles que no logran redistribuir la riqueza de manera efectiva. En muchas economías de la región, los impuestos sobre la herencia son bajos o inexistentes, lo que permite que las grandes fortunas se mantengan intactas al pasar de una generación a otra. Al mismo tiempo, las personas con menos recursos enfrentan sistemas tributarios regresivos que gravan en mayor proporción el consumo y los ingresos laborales, en lugar de los patrimonios acumulados.

Además, según Oxfam, las empresas familiares suelen consolidar su poder económico a través de estructuras corporativas que les permiten evitar cargas impositivas significativas. Muchas de estas compañías reinvierten sus ganancias en fondos de inversión o en paraísos fiscales, asegurando que el capital continúe creciendo sin ser redistribuido.

Otro factor que refuerza esta concentración es la facilidad con la que las familias adineradas pueden acceder a educación de alta calidad, redes de contacto privilegiadas y oportunidades exclusivas de negocio. Mientras tanto, quienes nacen en hogares de bajos ingresos enfrentan barreras estructurales que dificultan su ascenso social, perpetuando un ciclo donde las oportunidades no dependen únicamente del mérito o la capacidad, sino del contexto en el que se nace.

El creciente peso de la herencia en la distribución de la riqueza plantea un desafío importante para las sociedades que buscan mayor equidad. Aunque la acumulación de capital es un motor clave para la inversión y el crecimiento económico, la falta de movilidad social puede generar descontento y afectar la estabilidad de los países.

En un mundo donde las oportunidades no están distribuidas de manera equitativa, la pregunta sigue abierta: ¿hasta qué punto es viable un modelo en el que la riqueza depende más del legado familiar que del talento y el esfuerzo individual? La respuesta a este dilema definirá el futuro de las economías y el acceso de las nuevas generaciones a la creación de riqueza. (I)

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