La inflación es históricamente un tema de preocupación en la Argentina, pero la realidad actual presenta una dificultad extra a las muchas que hay en el escenario doméstico: los precios de las dos economías más grandes del
mundo, Estados Unidos y China, también se dispararon en 2021, y las medidas que pueden tomar los bancos centrales golpeará a las economías emergentes.
Estados Unidos terminó el año habiendo alcanzado su registro más alto de inflación en los últimos 40 años. Frente a los números de la Argentina parece poco, pero imprimirá su efecto en el resto de las economías a partir de las
políticas que instruya la Reserva Federal para, justamente, hacer frente a la evolución de los precios.
En China, los precios al consumidor subieron en noviembre un 2,3% interanual, el nivel más alto del año pasado, impulsado por los precios industriales que aumentaron 12,9% afectados por los problemas logísticos globales y el incremento de la energía.
Máximo en China, pero ni mínimo para Argentina: el índice es más bajo que el menor registro mensual de Argentina en 2021, que fue 2,5% en noviembre y agosto. El último dato mensual que estuvo por debajo del 2% fue julio de 2020, con 1,93%, pero hay que destacar que se obtuvo en un escenario de economía frenada por el aislamiento impuesto para enfrentar la pandemia del Coronavirus.
Y aquí aparece el virus de la economía: durante 2020, todos los países ampliaron la emisión monetaria para hacer frente a la pandemia, y su efecto se vio en la inflación mundial del año pasado. España cerró 2021 con un alza en los precios del 6,8% interanual, y Alemania, el Reino Unido e Irlanda lo hicieron por encima del 5% interanual.
Desde Estados Unidos, el especialista argentino en planificación patrimonial Martín Litwak ve con buenos ojos que los principales actores económicos empiecen a darle importancia al tema: “Hasta hace poco tiempo hablaban de que era un fenómeno transitorio y no le prestaban atención. Hoy se dan cuenta de que efectivamente en el mediano plazo es un tema instalado. La perspectiva de los bancos para el año próximo es de 4,8% o 5% de inflación, un indicador muy alto para Estados Unidos”.
Y agrega: “Preocupa que se sigan buscando causas múltiples como el aumento del consumo o los problemas logísticos en lugar de reconocer que el verdadero generador es la cantidad de plata que se regaló durante la pandemia a empresas y particulares. Hubo una emisión descontrolada”.
"Nos estamos preparando para vivir unos años con una inflación más alta de lo usual, no va a ser un efecto descontrolado ni alcanzará los dos dígitos. El tema que preocupa a la gente es que hay mucha presión para que la FED suba las tasas, y es probable que ocurra e impacte en los créditos. Este es un país donde la gente vive muy endeudada porque todos tienen sus activos por préstamos, ya sean ricos, pobres o clase media”, concluye Litwak.
Las acciones de la FED ya comenzaron. A partir de este mes dejará de adquirir activos por un valor de US$ 30.000 millones al mes, al tiempo que podría adelantar la suba de tasas.
El economista Fausto Spotorno coincide en que hay un proceso inflacionario mundial en el que están perdiendo valor las monedas mundiales “porque han emitido muchísimo en yen, libra euro o dólar”. Reconoce que para la Argentina significa “ganar unos puntitos más de inflación”, pero lo califica de marginal. “En una economía como la de Argentina, donde se habla de inflación interanual de más del 50%, que aumente 3 puntos por efectos globales es menor”, explica.
Pero agrega: “Aun así, hay un segundo problema y es que, si la inflación persiste, se van a acelerar los tiempos a nivel de política monetaria para ir restringiendo la cantidad de dinero subiendo la tasa de interés o eliminando todas las políticas de compra de activos, y eso implica una reducción de la liquidez y por lo tanto un costo del financiamiento mundial”.
Y destaca que, ante esta adversidad, puede haber un efecto positivo: la suba del precio de las commodities, la principal fuente de ingresos (dólares) de la economía local. “Los precios de las commodities deberían mantenerse relativamente altos y, si bien la soja está bajando, aun cuando perfore los US$ 400 la tonelada y se ubique en los US$ 380, los valores siguen siendo relativamente buenos”, observa Spotorno.
Fuera de la zona de confort
Con la mirada en el impacto que puede tener este efecto global en los mercados emergentes, Diego Martínez Burzaco, líder de Research y Estrategia en Inviú, advierte del golpe que significará el encarecimiento del crédito: “La inflación en el mundo afecta fuertemente las expectativas sobre los mercados emergentes porque en 2022 vamos a ver a los Bancos Centrales de los países desarrollados que van a ajustar su política monetaria subiendo la tasa de interés y restringiendo las líneas de liquidez en los planes monetarios”.
“Esta acción provocará un fortalecimiento del dólar en virtud de los ajustes que pueda hacer la Reserva Federal -que es el principal Banco Central del mundo- y puede presentarse como una competencia ante los precios de las commodities”, señala Martínez Burzaco. Y agrega que va a impactar en “el nivel del crédito no solo para países emergentes, sino para compañías de mercados emergentes, con lo que se va a encarecer el crédito”.
Como punto a favor, el analista de Inviú reconoce que el nivel de partida de la suba de tasas de interés es desde el mínimo histórico. Sin embargo, sugiere atender la velocidad del ajuste y cómo está la situación relativa de cada país emergente respecto del resto del mundo: “Obviamente Argentina no está tan bien en términos relativos, y por eso gran parte de la inestabilidad macroeconómica debe ser resuelta abordando los problemas internos de la Argentina para después ver de qué manera se resuelve el impacto marginal del mundo”.
Federico Vacalebre, economista y profesor de la Universidad del CEMA, reconoce que los distintos motivos originales de la suba de precios en China y en Estados Unidos representará para la Argentina una caída en el flujo de capitales, ya fuertemente dañado: “Tanto en China como a nivel mundial hay cuellos de botella en las cadenas de suministros que afectan el flujo normal de productos y, por ende, afecta al comercio exterior”.
Para Estados Unidos, destaca el alto nivel de inflación subyacente. “Muchos basaron la explicación en la influencia de la energía en el 6,8% de noviembre, pero la subyacente fue del 4,9%”, dice, y agrega que “tiene una raíz en las políticas expansivas a raíz de la cuarentena y, como en China, en el tema suministros”.
Vacalebre recuerda además que “el gobierno de Estados Unidos quiere sacar un programa de gasto social en el Congreso y eso le suma presión a la FED para que actúe de manera más rápida. Hay una sensación en el mercado de que la FED está llegando tarde”. Y sostiene que para los analistas la zona de confort de la inflación en Estados Unidos es del 2% frente a las expectativas para los próximos cinco años del 3%.
“Este panorama para la Argentina puede tener un efecto negativo porque, al no tener acceso al mercado de capitales, la suba de la tasa que haga la FED nos afecta indirectamente”. Y detalla: “Una suba de las tasas puede provocar una huida de capitales de los mercados emergentes y, por ende, a los bonos argentinos y al mercado cambiario”. Además, advierte que habrá una desaceleración en la economía mundial que se “reflejará en la balanza comercial porque podría deteriorar los términos de intercambio y reducir las exportaciones”.
Con tibieza, el BCRA empezó a sumarse a la línea de acción de sus pares mundiales y dispuso, durante la primera reunión de directorio del 2022, una suba de dos puntos de las tasas de política monetaria. Así, la tasa de Leliq a 28 días subió de 38 a 40% anual ?aun así, está por debajo de las expectativas inflacionarias del sector privado, que prevé alzas de precios por encima del 50%. Días antes la entidad había informado los Objetivos y Planes del BCRA para el 2022, en los que estableció la meta de fijar un sendero de tasas de interés que deriven en “retornos reales positivos sobre las inversiones en moneda local” con el objetivo de “preservar la estabilidad monetaria y cambiaria”.
A lo largo del 2022, se espera que cedan los factores que presionaron sobre el nivel general de precios. La política cambiaria y de tasas de interés, junto con una administración prudente de la liquidez, contribuirán a mejorar las expectativas cambiarias”, concluye el comunicado. La visión de los especialistas coincide en que como señal inicial se quedó corta. Habrá que ver cómo avanza a lo largo del año y frente a un contexto internacional adverso.