Desde los siete años ya usaba los lápices y acuarelas con soltura. No tuvo que tener formación académica para destellar como artista. Su súper poder era la observación y así aprendió. Primero con sus padres que pintaban y dibujaban. Aún conserva intacto el aroma de los ácidos que desde muy pequeño le fue despertando el amor por lo que hace. Es el ambateño David Moscoso, quien a sus 43 años sigue reinventándose, para estar un paso adelante.
Esa mística, precisamente, fue la que hizo que su obra llegara a oídos del Vaticano como una expresión adelantada de lo que años después el Papa Francisco definiera los nuevos preceptos de la Iglesia Católica, para encadenar la percepción de un credo o religión con la parte de la naturaleza y la conservación del ambiente. Los murales de la Catedral de Ambato representaban esos preceptos y Moscoso los había reflejado, sin saberlo, como una especie de profeta artístico.
El primero de tres hermanos es reconocido en el mundo como un paisajista. Él lo define de forma más estilizada: “Los paisajes tuvieron un lugar relativamente menor en la jerarquía de la pintura durante mucho tiempo, pero es evidente que los tiempos contemporáneos la han elevado a un lugar más privilegiado dentro del ámbito estético, artístico y cultural. La pintura de paisaje es el espacio ideal para realizar reflexiones conceptuales. Mi interés por la naturaleza, con fenómenos fascinantes y en ocasiones misteriosos en el Ecuador, solo aumenta mi deseo de interpretarla como indomable y quizás eterna”.
Y añade: “Cuando inicié con el paisaje, 25 años atrás, muchas veces era rechazado, porque no estaba de moda hacer eso. No estaba considerado como parte del arte que se podía reinterpretar para crear un nuevo lenguaje. Hoy me encuentro satisfecho porque se han ido abriendo caminos, se ha redescubierto y valorizado el paisaje en América entera. Solo de esta forma se logró que el Vaticano se haya interesado en un país pequeñito, donde se pudo reinterpretar la conciencia del propio Vaticano”.
Entre sus obras paisajistas más importantes está el de la recreación de los Llanganates. A lo largo de 20 años ha creado cuatro obras en torno a este mítico lugar, lo que le ha significado exponerlas en Alemania y, obviamente, en Ecuador. Hoy, varias de esas obras están en manos de coleccionistas privados, pero el objetivo es juntarlas cada cierto tiempo para poderlas disfrutar de forma integral. “En la Armonía Universal, desde las hormigas hasta las estrellas, todos los seres tenemos un lugar, todos estamos formados por elementos químicos del mismo conjunto y sujetos a las mismas leyes naturales. Todos dependemos de todos. Sintiéndonos y sabiéndonos eslabón, ínfimo y cósmico al mismo tiempo deberíamos poder hablar con ríos y montañas, saludarlos, pedirles permiso para atravesarlos. Percibir sus cambios y humor”.
Según Moscoso, los cabalistas dicen que a partir de los 40 años empieza el proceso de conciencia de cada ser humano sobre lo que es, lo que ha hecho y lo que hará. Por eso, ya trabaja en una versión 4.0 de él mismo. “Estoy trabajando en obra digital, con experiencias en instalación de videos y exposiciones inmersivas. Diseñé un proyecto de museo virtual, porque veo nuevas posibilidades y formas de expresión. El mundo siempre está evolucionando, por lo que descubro nuevas formas, con nuevos soportes. Experimento en papel metalizado, esculturas, acrílico, impresiones sobre vidrio, etc. Hoy el mundo sin tecnología no es posible. El video es una expresión. El mercado del arte debe cambiar”.
Moscoso considera que la habilidad y el talento deben ser parte importante para ser capitalizada “Deberíamos catapultar nuestra cultura hacia un mercado de turismo y de consumidores de lujo. Un turismo cultural, artístico, donde los ministerios del ramo trabajen en conjunto y construyan presupuestos para capitalizarlo hacia un turismo económicamente rentable”.
En esa línea, Moscoso ya está un paso adelante. Tiene dos empresas vinculadas con la parte creativa, una de turismo y otra de eventos. “Los tiempos se miden por economía, tecnología y bienestar. Los artistas tienen que verse como empresarios. Tanto como productores de bienes como de servicios. Si no se lo ve desde el punto de vista de empresa e industria muy difícilmente se van a ver resultados”. (I)