Lasciatemi cantare
Con la chitarra inmano.
Lasciatemi cantare
Una canzone piano piano.
Lasciatemi cantare,
Perché ne sono fiero:
Sono un italinao,
Un italiano vero.
Sentado en una de las mesas, en la esquina cercana al horno de leña importado directamente desde su natal Nápoles, Giulio Caiazza toma un sorbo de café espresso. Nos hemos atrasado dos minutos. Se levanta del asiento. Corpulento, pero amable. Un italiano vero. Nos da la bienvenida y nos habla con ese dialecto napolitano que es un canto a los oídos. "Nuestra pizza no es como las otras. Nuestra pizza es auténticamente napolitana. Otros dirán que hacen pizza de Napoli. Pero, no". Mientras nos invita a sentarnos y a disfrutar de su Trattoria, aprovechamos para preguntarle lo inevitable: si recuerda los años que D10S estuvo en su ciudad y les bajó el cielo. Serio, respondió que no, que él era solo un niño, de ocho o nueve años.
Visitó por primera vez el Ecuador en mayo de 2013 para visitar a un amigo. Después de ir y volver alguna vez más, se quedó finalmente en el país porque le "pareció bonito y porque hay buena gente". Pero además, por quien después sería su esposa y madre de su hijo. Como la mayoría de los italianos, aprendió a cocinar en un ambiente familiar, donde todos hacen de todo, desde preparar un simple plato de pasta. Por eso, al no encontrar en Quito, según él, un lugar de buena comida italiana, decidió montar uno hecho a su medida. Así nació, hace tres años y medio, Trattoria Pizzeria Napoli, un lugar modesto, con un corazón enorme y un horno de leña típico napolitano importado, cuya cápsula con pequeños mosaicos es toda una obra de arte.
Y la estrella es la pizza, preparada con 90 % de productos importados de Italia y pasta fresca y preparada con sus propias manos. Giulio hasta nos enseña a comerla. Pero no vamos a spoilearlos en esta nota. Con una inversión de US$ 50.000, el local es un punto de encuentro para todos los italianos residentes en el país. De hecho, son los principales clientes y no es extraño encontrarse con grupos que, por momentos, parece que nos hubiésemos teletransportado a uno de los rincones de esta ciudad del sur italiano.
"Es muy difícil acostumbrar al ecuatoriano a comer una verdadera pizza italiana. La que comen es pasada de cocción. Igual con el tamaño, nuestras pizzas son individuales, pero al verlas creen que es para dos personas. Lo que van a encontrar aquí es una experiencia con sabores italianos".
Ahora, Giulio está empacando para moverse. Dejará el local para dirigirse más al norte de la ciudad, a la avenida República del Salvador, donde espera atraer a más clientes que se atrevan a dejar su acostumbrada forma de comer pizza. Mientras tanto, él todavía los recibe en su sitio, de domingo a domingo, con un bajativo de limoncello. (I)