Una propuesta que se cocinó desde la escuela
Un artista plástico y un chef, amigos de aulas, lanzaron una propuesta gastronómica que mezcla lo rústico de la parrilla con el toque gourmet de la alta cocina. El resultado: Lume, un restaurante al aire libre, de fines de semana, ubicado a un lado de Pomasqui, Pichincha. Colaborativo, orgánico, artesanal y local, son sus características.

Son amigos desde los tres años, cuando empezaron su vida escolar y colegial en La Condamine. Claro, entonces, lo único de cocina que conocían era la comida casera que se preparaba en sus casas, Y la vida les llevó, aunque por caminos diferentes en lo profesional, por la misma orilla en cuanto al gusto por la gastronomía.  

Diego Pinos, de 31 años, es artista plástico, pintor al óleo, graduado en una academia de arte en Barcelona, España. Es parrillero por gusto personal. Juan Pablo Cevallos, de 32 años, es cocinero profesional, tras sus estudios en Biarritz, Francia, en la frontera con España. Ambos, encontraron durante los días de pandemia el pretexto que se caía de maduro para lanzar una propuesta que fusionara sus destrezas individuales. 

Con US$ 6.000 de inversión inicial y mucha colaboración de amigos y familiares, empezaron a cocinar, experimentando recetas y conceptos. En los terrenos donde, además, se encuentra la fábrica de cerveza artesanal Santa Rosa (sus propietarios son hermanos de Pinos), invitaban a conocidos para que hicieran de catadores y jueces de las ideas que creaban. Durante dos meses, se dedicaron a este proceso de pruebas. En marzo de 2022 finalmente nació Lume, que significa fuego en esperanto. 

Fotos: Pavel Calahorrano

“Nos dimos cuenta que se podía funcionar la parrilla tradicional (argentina, estadounidense), con la técnica francesa, y mezclarla con los sabores ecuatorianos, con los productos del huerto. No queríamos que los clientes dijeran 'ah es parrillada, carne y papas', sino que vivan la experiencia de algo nuevo, llevar lo rústico a la alta cocina. Diego se especializa en lo rústico,  en el fuego y Juan Pablo en crear los emplatados y la magia para que los sabores se unan”. 

Lume se abre solo los fines de semana, bajo reservación, en los terrenos ubicados en Pomasqui, Pichincha, al norte de Quito, con aforo para hasta 54 personas. Según dicen los socios, “hay que ir con la mente abierta”. ¿Por qué? “Porque, a pesar de que sea parrilla, no es parrilla. Se disfruta de otros sabores, de tradiciones culinarias argentina y estadounidense, donde se cocinan los cortes que no conocemos y que agarran todo el sabor de las fibras y los huesos. La parrilla no es algo tan sencillo como poner carne y papas a cocer, sino una experiencia para transportarse sensorialmente a otros lugares”.  

Fotos: Pavel Calahorrano

En el establecimiento, donde trabajan ocho personas, adicionalmente, ofrece un pequeño tour, al final de la comida, por la planta cervecera. Por esa razón, hay que estar dispuestos a permanecer en el lugar alrededor de dos horas y media. “Somos muy puristas con la comida, los productos no necesitan mucho más de lo que ellos mismo son. El 90 % de nuestro stock es orgánico, artesanal y local. Tenemos muy buena carne nacional. La trazabilidad es algo que nos importa mucho. (I)