Enfrentar un despido. Ese fue el hecho que dio origen a Cervecería Quiteña hace 12 años. Andrés Erazo trabajaba en una empresa del sector de belleza y estudiaba Administración de Empresas y Finanzas. Tenía 24 años, se quedó sin empleo y empezó a tomar decisiones.
Erazo se sumó a la entonces naciente tendencia de las cervezas artesanales. Fue durante su carrera a distancia, en la UTPL, que conoció a Cristina Harja por internet. "Me fui a visitarla en Rumania, nos casamos y decidimos venir a vivir en Ecuador". Su esposa se enamoró de la idea de las cervezas artesanales porque en su país creció combinando los embutidos hechos en casa con el sabor de la malta. "En Europa tienen una cultura de tomar cerveza con mayor frecuencia. No tienen una mala percepción", dice Erazo.
El emprendimiento está en la sangre de la familia. Ricardo Erazo, papá de Andrés, tuvo una empresa de champiñones. Sin embargo, quebró con la dolarización en el 2000. A pesar de eso, Erazo padre continuó buscando formas de generar ingresos. "Siempre se preguntaba qué tan difícil era hacer cerveza. Tenía un libro con instrucciones". De hecho, fue el primero de la familia en lanzarse a crear la primera cerveza en la cocina de su casa. "No había internet, no había insumos, ni la información de cómo empezar o dónde conseguir los ingredientes. Estaba bastante 'intomable'".
Años después, la nueva generación retomó la idea. "Empezamos a hacer varias tandas de cervezas en casa". Después de decenas de pruebas fallidas Erazo y Harja tomaron el mando de producción. "Nunca me imaginé que terminaría haciendo cerveza".
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La pareja propuso fórmulas con chicha, amaranto y miel para crear un producto diferente que resaltara el espíritu ecuatoriano. "Somos una cervecería que se dedica a innovar con nuevos productos y desarrollar cervezas con un valor local". Su hermano, Isaac Erazo, se sumó con charcutería estilo italiano. Cervecería Quiteña se enrumbaba.
El obstáculo más grande fue crecer durante la pandemia. "Era duro porque no había cómo vender en los bares. Sobrevivimos con delivery puerta a puerta y la venta a través de redes sociales". La pareja logró mantener su emprendimiento y ahora Cervecería Quiteña vende sus productos en 38 puntos a escala nacional. Algunos son: Santos, Katari, Encuentro Backyard en Quito, Empírico, Nicanor y Mono del Río en Guayaquil, Hoppy Palms, en Ambato, entre otros.
La planta de producción está en Pomasqui, ocupa 50 metros cuadrados. Allí trabajan la pareja y dos personas más. "Somos una cervecería boutique con sabores locales".
Las recetas de estas cervezas ecuatorianas tienen premios en Argentina, Colombia, Chile, y Costa Rica. La chicha en barrica de roble es uno de los elementos más disruptivos de esta bebida. "Nos enfocamos en la consistencia y el proceso de nuestras cervezas ecuatorianas" dice el vocero de esta empresa que factura US$ 180.000 al año.
La cebada malteada, el macerado, el mosto hervido, la fermentación de la levadura son parte de un proceso que culmina con la bebida enlatada, que se caracteriza por llevar diseños de artistas ecuatorianos, como Roger Icaza, así como de creativos italianos y ucranianos. (I)