La edad no es un obstáculo a la hora de alcanzar los sueños. Así lo demuestra Andrés Morales, quien al graduarse de la Universidad Técnica Equinoccial en Gastronomía, trabajó en reconocidos restaurantes, clubes y hoteles de Quito. Pero él siempre aspiró a tener un restaurante propio y a sus 28 años, decidió hacer realidad el deseo de ser su propio jefe.
Para empezar remodeló la casa donde su mamá creció, ubicada en un tradicional barrio central de Quito, San Juan, y en 2021 abrió las puertas de Por lo Alto. La terraza donde la familia se reunía para compartir una comida casera los fines de semana se convirtió en el espacio donde se concretan los sueños.
La casa está ubicada en una loma del Volcán Pichincha, ubicación que le permite una vista privilegiada del centro y norte de la capital de Ecuador. Morales aún recuerda cuando cocinaba junto a su familia en un antiguo horno de leña, que aún se mantiene en el negocio. "Veía la vista y decía que en algún momento podía ser un restaurante".
Sus padres siempre le apoyaron, aunque al principio estaban reacios por la elección de su carrera. "Te apoyan, pero no quieren verte fallar", menciona Morales. Sin embargo, estuvieron dispuestos a modificar toda su vivienda para convertirla en un restaurante. La inversión inicial fue de US$ 25.000 que fueron utilizados para equipar la cocina y crear una entrada independiente de la casa de sus padres, quienes aún viven en los pisos inferiores. Además, se construyeron tres ambientes en la terraza: el salón principal, el patio y un espacio privado.
El nombre del lugar viene de la impresionante vista de la ciudad que se aprecia desde los ventanales, pero, además, porque siempre buscan "entregar un producto de altura". Elecciones locales, cuidado en los sabores y la presentación son los ingredientes que caracterizan a este restaurante. "Aparte de la vista, la gente regresa por la cocina", afirma Morales.
Al crear un platillo, parten de la base de la cocina ecuatoriana e involucran técnicas de todo el mundo. Por ejemplo, "tenemos un langostino salteado con un Wok japonés, que le da unos toques ahumados, acompañado de un Camotillo, que es un pescado tierno, bañado en salsa de bolas de verde".
El menú consta de cinco entradas, siete platos fuertes y dos postres. También ofrecen diez cocteles de autor y diez cocteles clásicos. Y tienen un plato de temporada para quienes quieren probar algo nuevo. Una oferta pensada en todos los paladares, pues cuentan con opciones vegetarianas y veganas.
Una comida completa por persona puede costar un promedio de US$ 30, con entrada, plato fuerte, postre y cóctel. "Decimos que no somos gourmet porque la gente tiene la concepción de que son porciones pequeñas. Pero con un plato fuerte aquí, te llenas", explica Morales. Muchos de los visitantes que llegan al restaurante son extranjeros que visitan el Centro Histórico o el Centro de Arte Contemporáneo.
El negocio cuenta con cuatro empleados y cuando realizan eventos que requieren catering, suman 25 colaboradores. Morales cuenta que retribuye con un pago justo a sus colaboradores, pues recuerda sus épocas de empleado y cómo le disgustaba que el pago no fuera acorde al trabajo. Asimismo, escucha lo que sus compañeros tienen por aportar al momento de crear un nuevo plato. Algo que no ocurre en las cocinas tradicionales porque existe una jerarquía muy marcada, cuenta.
Aunque al inicio nadie creía que las personas podrían llegar a esta zona de la ciudad, en estos casi dos años de vida, Por lo Alto generó una reactivación de este barrio tradicional vecino del Centro Histórico. "Hemos visto que a raíz de que pusimos el restaurante, otros locales abrieron y también le han apostado al vecindario". La apertura del local significó un reto, sobre todo porque nadie los conocía, pero afirman estar establecidos. "Dimos a conocer que sí se puede". Los moradores se sienten orgullosos y nunca han tenido problemas con la seguridad. "Creo que es un lugar muy familiar y hemos tratado de dar a conocer al barrio".
Le preguntamos qué le diría a un joven que aspira a tener su negocio propio y respondió: "Te ven joven y no confían en ti, pero nosotros hemos sacado eventos gigantes y no le tenemos miedo a nada. Yo creo que es el amor a la profesión la razón principal que nos motiva. Amamos dar de comer a la gente. Si no amas lo que haces, mejor no ir por ese camino".
Los planes a futuro incluyen una ampliación en la planta baja y activar un mirador extra en la terraza. Entre sus proyecciones también está abrir un segundo restaurante para seguir apostando a nuevos barrios, llevando la comida nacional a la alta cocina. (I)