No es ecuatoriano de nacimiento, pero es más ecuatoriano que el mote sucio y la fritada que tanto disfruta cada vez que viene a Ecuador. Es compatriota, con doble nacionalidad. Nació en Nueva Jersey, EE.UU., hace 45 años. Y su nombre y su apellido son herencia de sus padres. Él es René Mantilla, un diseñador de modas, quien después de ver, en 2011, la película Coco before Chanel, recibió la iluminación en forma de sombrero.
Desde que era niño solo tenía suspiros para la moda. Nada hizo que cambiara de opinión, ni siquiera el consejo de un tío, que era político en Nueva Jersey, de que siguiera alguna carrera universitaria en esa línea, que le asegurara un futuro promisorio. Nada. En 2000, tomó sus maletas y se mudó a vivir a Nueva York, a estudiar cursos de moda en Berkeley College. Alternó sus estudios con trabajo y dio su primer gran paso al ubicarse como colaborador de la diseñadora Betsey Johnson. La suerte, sin embargo, le dio la espalda. Ocurrió el ataque a las Torres Gemelas.
Muchas cosas se fueron al suelo, excepto su sueño. Por eso, en los años posteriores, el sol volvió a brillar. Trabajó para Saks Fifth Avenue, en la Quinta Avenida, haciendo estilismo de los maniquíes de la tienda, marketing y product development, y luego en Global Brands Group, manejando las marcas Timberland y Tommy Hilfiger.
Habían pasado 14 años desde que vacacionó en Ecuador, así que, en 2010, ya más maduro, regresó. Allí recién se enamoró del país, lo veía con otros sentidos. Ese despertar emocional, patriótico, coincidió tiempo después con su experiencia al ver la cinta de Coco Chanel. Seguir un sueño es fuerte, porque, en el camino, pocos o nadie caminan contigo. Al ver la película, la comprendía, porque ella atravesó cosas muy duras en la vida; sin embargo, llegó adonde quería. En la película, ella está viviendo en París con un señor supermillonario, que le dice: 'Voy a tener una fiesta, por favor, quédate en tu cuarto, no salgas'. Coco Chanel salió y se encontró con una actriz superfamosa que también llevaba puesto un sombrero. En la escena intercambian sombreros y, para mí, fue como fuegos artificiales. En ese instante me dije: 'Voy a sacar una línea de sombreros y los voy a hacer en Ecuador. Entre 2011 y 2013, Mantilla volvió al país y, durante su permanencia, buscó fábricas, talleres y proveedores que pudieran ayudarlo en el diseño de los sombreros, como él los quería, porque su anhelo era cambiar la mentalidad de la moda, mezclando el superlujo con lo artesanal. Lo logró. Sacó su primera línea de seis estilos de sombreros.
Los famosos enloquecieron
Con 18 sombreros bajo el brazo, regresó a la Gran Manzana en mayo de 2013. Sacamos fotos de los productos en junio y julio. En agosto estaba caminando por las calles de Nueva York y me encontré con un amigo que trabajó en la moda también. Me dijo: 'René, sé que tú tienes una línea de sombreros. Voy a abrir una boutique en Portland, si quieres podemos venderlos ahí'. Acto seguido, coincidí en un brunch con otra amiga que era estilista del piloto Lewis Hamilton y otros famosos, y le entregué tres sombreros para que los exhibiera en su boutique en Brooklyn. Al siguiente día, la cantante Alicia Keys salió con uno de mis sombreros. Fue increíble.
Keys lució el sombrero en el programa Good Morning America y fue una 'bomba'. Al siguiente mes, Mantilla ya estaba trabajando en dos sombreros para el cantante Pharrell Williams. Mientras Hamilton había sido fotografiado por Vogue en el aeropuerto de Londres con un look que incluía una chaqueta de Balenciaga, zapatos de Givenchy y, claro, el sombrero. La foto iba acompañada del mensaje: 'Pharrell, you have hat competition'. Y una de las cerezas del pastel: una boutique de Beverly Hills hacen un pedido para promocionarlo entre artistas como Usher o Nas. Estaba poniéndome superconocido, pero la cosa es que yo no lo era en Ecuador. Aun así, él estaba feliz.
La sangre llama
El amor de Mantilla a Ecuador es natural. Por eso, después de abrir su estudio en Nueva York, abrió otro en Quito, porque quiere que los ecuatorianos se sientan orgullosos de que alguien con su sangre está cambiando la cultura de la moda. Todo el mundo puede usar un sombrero, desde los 18 años a los 80. Por eso, cuando en 2018 participó en un desfile en el Teatro Bolívar, la sorpresa y el orgullo fueron totales. Desde ese momento, el diseñador también logró que las luces dentro del país lo iluminaran.
Su vida está divida entre Nueva York y Quito. Llega al país unas ocho veces al año. Me da una felicidad enorme que mi estudio esté en el Ecuador. Mucha gente piensa '¿Ecuador?, nunca pensé que algo con tanto estilo saliera de ahí. Quiero apoyar a los diseñadores ecuatorianos, ellos necesitan esa mano, esa ayuda. A lo largo de este tiempo ha vendido más de 1.000 sombreros exclusivos, con precios que pueden llegar a US$ 445 cada uno, hechos a la medida de cada cliente. Por tanto, es necesario tomar una cita, en cualquiera de los dos estudios. La gente quiere exclusividad, un trato de uno a uno y la experiencia es algo superchic. Me gusta hablar con el cliente, porque mi marca es algo de lujo, no es solamente algo que entrego y nada más, es saber y sentir cómo se siente con el sombrero, es toda la experiencia.
Cada cierto tiempo lanza nuevas colecciones, de entre nueve y 12 sombreros, que se pueden comprar u ordenar. La entrega se realiza en cinco semanas. Esta exclusividad ha hecho que más famosos se sientan atraídos por los sombreros. El actor Nick Canon, exesposo de la cantante Mariah Carey, posó con sus sombreros para una sesión de fotos promocionales de su show de televisión. A finales del año pasado, participó en Miami en un fashion show donde acudieron reggaetoneros famosos como Dalex e influencers de México y Colombia, que se quedaron fascinados con las creaciones. Y en los clósets de Beyoncé también cuelga alguno de estos productos.
'Gracias a Diosito'
No deja de agradecer a Dios por cada cosa buena que le sucede. Por eso, cree que este año será muy especial porque se vienen cosas grandes. Lo primero fue su participación en la Semana de la Moda de Nueva York. Por esos días, también desembarcó en el Super Bowl, de Los Ángeles, donde su marca lució un día antes de uno de los eventos deportivos de mayor audiencia en EE.UU. y el mundo. El programa se llamó Sneakertopia. En un espacio de 32.000 pies cuadrados hubo escenarios para cantantes, arte, moda, música, diseñadores. Estoy sacando una línea de bolsas y sombreros solamente para este evento. Así mucha gente puede llegar y conocer más la marca, es increíble para mí y para Ecuador.
Posteriormente, junto a British Vogue, se afinan los detalles para otro evento en Londres. Quiero cruzar con mi marca al otro continente. Ir al Reino Unido y también a Milán. Todo avanza por buen camino. Mi sueño es crecer como marca, en una casa más grande de moda, sacar zapatos, quiero un nombre que timbre en todo el mundo, con unas prendas de lujo. Quiero avanzar luego a Tokio, para hacer algo súper precioso. Mi deseo es abrir estudios ahí y en varios puntos de Europa.
Ese crecimiento ya empieza con una línea de bolsos y carteras, en las que se concentró durante el primer mes de este año, viajando a Cuenca en la búsqueda de materia prima y proveedores que puedan ajustarse a sus diseños. Sabe que el camino todavía es duro, porque llegar y mantenerse en las grandes ligas del diseño es muy difícil. Pero no deja de luchar y de trabajar incansablemente por seguir soñando.
Es una alegría, una bendición. Yo sé que Dios me dio algo especial para seguir creando más cosas, más diseños y es una bendición que las cosas me salgan bien. Cuando saco un sombrero, enseño a la persona el estilo de vida que va aparejado, así que no solo estoy vendiendo un sombrero, estoy vendiendo la marca total de René Mantilla. Te puede gustar un sombrero y lucirlo con un pantalón para workout o con un vestido para ir a la oficina. Durante la cuarentena, tenía 30 sombreros listos para unos shows en Atlanta y Nueva York, pero todo se frustró. Gracias a Dios, un amigo que vive cerca de mí me ayudó para hacer un photo shoot. Trataba de empujar mi marca. Vendí todo en un mes, había clientes que manejaban dos horas para retirar un sombrero durante la cuarentena. Mis clientes siguen apoyándome y comprando.
A estas horas, cuando usted abra y lea la revista, posiblemente Mantilla esté nuevamente bajo las luces, exhibiendo y vendiendo sus sombreros, bolsos y carteras, codeándose con el lujo en las grandes ciudades. Y, quizás, algún otro día, como si fuera un conejo saliendo del sombrero, lo encuentre, tan sencillo y cálido como es, caminando por una de las calles de Quito, disfrutando modestamente de una fama que sigue creciendo. (I)