Jacob Garlick, socio fundador del fondo de inversiones Abraham Trust, se adjudicó el Flatiron Building este miércoles tras ofrecer 190 millones de dólares por este edificio de 22 pisos con forma de proa, situado en la confluencia de la 5ª Avenida, Broadway, y la calle 22 del centro de Manhattan.
Los compradores "tendrán que abonar el 10% de esa cantidad -19 millones- como muy tarde mañana (viernes)" para asegurar la venta, afirmó Matthew Mannion, de la casa de subastas Mannion, a la AFP.
En caso contrario, pasará al segundo postor, Jeffrey Gural, uno de los antiguos propietarios, y cuya última oferta fue de 189,5 millones tras una trepidante subasta de 45 minutos en la que cada puja subía medio millón de dólares.
"A decir verdad, me quedé un poco sorprendido", dijo Gural, que "nunca pensó que alguien pujaría tanto por este pedazo de patrimonio de la ciudad. Es un edificio precioso, pero necesita 100 millones de dólares en reformas", aseguró a la cadena local NY1 después de que el subastador bajó el martillo.
"Ha sido un sueño desde que tenía 14 años", dijo un exultante Garlick a la misma cadena.
"La misión de nuestra vida será preservar su integridad para siempre", agregó el inversor.
Diseñado por el arquitecto de Chicago Daniel Burnham, el Flatiron estaba vacío desde 2019 cuando se fue su último inquilino, la empresa MacMillan Publishers, que ocupaba todo el edificio.
Los cinco propietarios no habían logrado ponerse de acuerdo sobre su renovación ni su uso.
Cuatro empresas inmobiliarias -GFP Real Estate, Newmark, ABS Real Estate Partners, y el Grupo Sorgente— controlaban el 75% de la propiedad de uno de los primeros rascacielos de Manhattan, cuya construcción se terminó en 1902. El quinto socio, Nathan Silverstein, controlaba el 25% restante.
En 2021, las cuatro empresas denunciaron a Silverstein ante la justicia al considerarlo responsable de que el Flatiron siguiera vacío.
Silverstein los demandó a su vez alegando que querían alquilar el edificio a un precio menor al del mercado a una empresa relacionada con uno de los propietarios, según la cadena CNBC.
El futuro propietario tendrá que decidir ahora el uso -¿oficinas, hotel, viviendas de lujo?- que le dará a este bello pero poco práctico edificio, según los conocedores, al tener una forma que hace que una parte del interior de uno de los vértices del triángulo sea muy estrecha y prácticamente inservible.