Una gatita atigrada dio a luz cinco gatos, en la parte de atrás de mi casa, Sava era una de las hermanas. Ella nació en diciembre de 2020, la rescatamos el 25 de enero de 2021 y se convirtió en la compañía que necesitábamos. El nombre surgió de una anécdota chistosa. Estábamos pensando con mi esposo, Ramiro Solano, 'qué nombre le ponemos'. De repente ella se ubicó junto a la escalera, donde estaban las bicicletas marca Sava, y vimos que sus ojos eran celestes, el mismo color de las bicis. Y desde ahí la bautizamos así.
No es de ninguna raza, es una gata que tiene mucho amor. Yo he aprendido con ella sus rutinas. En las mañanas, nos levantamos y nos espera afuera de la habitación, en un sofá rojo donde duerme. Se pone a halar la tira de la cortina para que le abramos la puerta. Le gusta estar en la terraza, donde tenemos plantas y huertos caseros. Luego me voy a la oficina, que tenemos en la casa, y ella me acompaña todo el día, hasta las seis de la tarde. Hace horario de oficina (risas).
Siempre está a mi lado, es mi compañía perfecta. Aunque en la época de grillos, en el inicio del invierno, ahí sí no la encontramos, se pierde, se dedica gran parte del día a capturarlos. Y si ve lagartijas también se vuelve loca, tiene un instinto cazador, a veces observa a los pajaritos que se posan en el filo de la ventana, pero felizmente están cerradas con vidrios, sino se lanzaría a atraparlos.
Todos los días la peino porque bota mucho pelo y quiero mantener la casa limpia. Es muy juguetona, le gusta esconderse debajo de los muebles y tiene muchos juguetes. El primer día que la traje, le puse el arenero y yo no sabía qué hacer, pero ella se metió y me quedé 'wow'. Tiene un chip insertado, sabe lo que tiene que hacer.
He aprendido con Sava. No soy muy buena escuchando, pero me di cuenta que, en cambio, mi esposo sí la entiende. Él sabe que no le gusta que le toque la pancita, pero sí el cuello. He aprendido a hablar el idioma del gato, el idioma de Sava.
En mi experiencia personal he descubierto, a diferencia de los perros, que los gatos no hacen caso. Por ejemplo, a un perro lo llamo por su nombre y obedece, a Sava le digo su nombre, puede estar escondida observando de lejos, pero no se mueve. Se porta bien, es linda, aunque tenemos los muebles dañados por sus uñas. Aunque podría ser peor (risas), y hacer pipí y popó en cualquier lado de la casa. (I)