Lee Hecht Harrison (LHH) es una compañía de desarrollo de talento y outplacement (transición de carrera) que opera en 66 países, con un total de 7.800 organizaciones como clientes. En Ecuador inició sus operaciones hace 20 años, apoyando el desarrollo de 500 personas por año. Lucero Cabeza, su CEO, una colombiana que llegó a país hace dos décadas cuenta con dos asesoras perrunas, que hacen de su trabajo más placentero.
Ramona, una yorkie miniatura, llegó a mi vida hace 12 años, tenía dos meses. Era tan chiquita que cabía en mi mano, era la más pequeña de la camada. En ese entonces, la compré, porque la adopción no era una práctica muy difundida aún. Cuando la vi por primera vez estaba en el hombro de la dueña, enseguida hicimos conexión absoluta. A los ocho días volví por ella y desde ahí somos inseparables. Ramona siempre está en las reuniones, tanto de trabajo, como sociales. Es un personaje, cuando tengo visitas en casa, se une con su juguete preferido, que es un peluche casi de su tamaño. Ella es alfa, es decir la jefa de la familia. A pesar de su tamaño, pesa dos kilos. Es la primera que come, la que sale, la líder de la manada, es muy consentida, dulce, nunca ha mordido a nadie, es amorosa, te rasca con su patita para que le acaricies. Es especial pese a tener un carácter fuerte.
Hace tres años y medio llegó a nuestras vidas una 'delmer' (mestiza), Carlota. La vi en un post de Facebook, estaba en muy mal estado, tenía un golpe en el ovario, me conmovió muchísimo, estaba preñada. Mi idea era tenerla solo de tránsito mientras le encontraba un hogar. En ese lapso nacieron sus bebés en el departamento, eran divinos y Ramona era la tía sexy (risas). No se puso celosa porque sabe que es la reina, la líder, no tuvo problema en que invadieran su espacio. A los dos meses publiqué sus fotos en redes sociales para conseguirles un hogar. Me decían que pido más documentos que el FBI. Los entregué con su canasta, comida, ropa, me costó desprenderme, lloré en cada despedida, luego de eso, la esterilicé. Ramona y yo decidimos que se quede con nosotros para siempre.
Ellas duermen conmigo, son muy engreídas al punto que me levanto primero a clases de gimnasia, ellas me acompañan la última media hora, después salimos a pasear y desayunamos juntas.
Una vez, Carlota se extravió, casi me muero, fue terrible. El entrenador le había llevado de paseo al parque La Carolina, le atracaron, salió corriendo y le dejó a Carlota. Cuando me llamó se me fue el corazón a los pies. Esos momentos para mi fueron como ir al infierno, no podía respirar, salí a buscarla por todos lados. Lo increíble es que ella regresó sola, buscando su hogar, apareció cerca de aquí. Los dueños de la peluquería canina la reconocieron y me llamaron. Ahora pienso enviarla dos veces a la semana a una guardería para que disfrute de amigos perrunos.
Ambas son muy especiales, prefieren una caricia, un mimo a una carnita o huesito. Siempre tienen que estar en medio de todas mis actividades, llenan mi vida, no tengo hijos. La veterinaria dice que Carlota es melodramática por lo consentida. Todo el mundo me critica por el cariño y el trato que les doy, pero el amor que nos tenemos es inexplicable. Según mi hermana, están confundidas, al punto de no saben si son animales o humanos. No puedo entender como hay personas que abandonan a los animales, si yo podría tendría unos 20 perros. (I)