La experiencia chocolatera se percibe a metros de distancia. Los primeros sentidos que se quedan atónitos son la vista y el olfato. Una estructura arquitectónica que apela a la magia de los sabores es la primera sorpresa que nos presenta BeCocoa. Árboles, flores, arbustos y plantas crean la ilusión de un oasis, que se fusiona con el vanguardismo y el dinamismo de una construcción moderna y sostenible. La transparencia es esencial y -desde afuera- unos grandes vitrales permiten que los transeúntes y los curiosos puedan imaginarse las maravillas gastronómicas y de repostería que ofrece este “mágico lugar”. No es un restaurante ni una cafetería, es un cacao shop que fue creado por la quiteña Ana María Sánchez.
Una gran puerta (obviamente transparente) es el inicio de esta experiencia. Al ingresar, la vista se dirige a los coloridos dulces, de diversas formas y tamaños, que están acompañados por postres más elaborados, que tienen un común denominador: el chocolate. Un café oscuro, fuerte, es (como dice el dicho) la piedra más preciada de la corona. Todo el menú está dedicado a los amantes del cacao y de todos sus derivados. En un ambiente amplio, iluminado y donde el aire circula con mucha facilidad, los usuarios pueden degustar de postres individuales y para compartir.
Desde trufas, muffins, tartaletas, hasta bombones y paletas. La oferta es variada e inclusiva, ya que puedes encontrar productos plant based, gluten free, lactose free y cero azúcar, sin que estos pierdan su sabor característico. Todos los ingredientes que se utilizan son de proveedores locales. El cacao llega desde Manabí, el café de las Islas Galápagos, la hierbaluisa de la Amazonía y la mora desde Tungurahua. Son agricultores que producen una materia prima de alta calidad, que son las piezas claves para crear estas “obras maestras” que son una completa explosión de sabor.
El proceso de elaboración no es sencillo y Sánchez ha dedicado muchos años de investigación para ofertar chocolates de alta gama. Su formación académica como ingeniera de alimentos y su experiencia en el extranjero (Países Bajos, Francia, Alemania, Reino Unido y Suecia) le permitieron desarrollar un modelo de negocio enfocado en la industria chocolatera y en el trabajo artesanal de las mujeres ecuatorianas. Esta emprendedora, de 42 años, desde muy pequeña disfrutaba del chocolate y decidió estudiarlo, conocerlo e innovarlo. “Siempre quise vivir haciendo lo que me gusta, me demoré, pero pude construir una marca de productos, que se salen de lo común”.
BeCocoa no tiene más de 10 días de inaugurado y nació como resultado de 10 años en el mercado, con trufas y bombones. “Regresé al país, a pesar de que podía quedarme afuera, pero quería empoderar a mujeres y convertirlas en artesanas chocolateras, a través de técnicas de alimentos únicas en el mercado. Por esa razón, el primer paso fue crear un laboratorio para hacer mezclas y encontrar un verdadero valor agregado. Mi primer lanzamiento fue una caja de nueve bombones y los hoteles de cinco estrellas fueron mi principal cliente. Después, me abrieron las puertas Supermaxi y los aeropuertos internacionales (Quito y Guayaquil)”. Su propuesta se había ampliado y llegaron las trufas, en empaques sostenibles, que se pueden personalizar de acuerdo con el gusto del consumidor. Su facturación anual es de US$ 80.000, con un crecimiento del 20 % y su producción alcanza los 30.000 chocolates al mes, en diversas presentaciones.
Con la gran acogida de estos productos, Sánchez decidió abrir BeCocoa, con el apoyo personal y económico de sus papás y de su hermano. Ellos han creído en esta idea y son los cimientos de un negocio con tinte 100 % familiar. Su madre es quien le ayuda con los temas administrativos, mientras que su padre y su hermano son sus asesores en el negocio. La inversión fue de US$ 40.000 y el plan comenzó a pulirse en enero de 2022. Se demoraron nueve meses en construir el lugar, que te permite adentrarte en la naturaleza misma del chocolate. “En la tienda queremos brindar transparencia. Ninguna marca abre totalmente su producción para que veas cómo se realizan los postres. Asimismo, presentamos un menú para que se pueda vivir el cacao en su máximo esplendor”.
Este espacio, además de contar con el logo de Ecuador Handmade for Women, tiene una capacidad para 26 personas, es pet friendly y cuenta con cuatro colaboradoras. Sus horarios de atención son de miércoles a domingo y esperan seguir creciendo como una empresa de chocolates, inclusiva y vanguardista. (I)