El día que iban a traerlo de Cuenca a Quito para presentarlo a Forbes Ecuador no pudo hacerlo por su leve gordura. Al menos eso le dijo la aerolínea, de que sería mejor no arriesgar a una afección en su salud debido al vuelo. Así que la historia la conocimos a control remoto. Pilo es un beagle de nueve años que es vive en la casa familiar, en Cuenca, de Pedro Torres, gerente Comercial de GAC Motor del Ecuador.
El ejecutivo vive en Quito desde inicios de la pandemia en 2020, cuando ingresó a trabajar en GAC, una marca china de vehículos, que en el país esta bajo el paraguas de Corporación Proauto y Corporación ASA, que, además es representante de Volkswagen en Ecuador y subdistribuidor de Cherolet y Hyundai. Ha sido una temporada difícil para la industria automotriz, golpeada por el desabastecimiento de semiconductores y los problemas con las navieras y los fletes. Pero, según Torres, la marca ha logrado sobreponerse a los retos, con creatividad, lo cual les ha permitido traer autos manteniendo el precio inicialmente ofertado en e mercado. “Nuestro vehículo GAC de mayor volumen, el GS3, es un SUV de US$ 19.990. Logramos que venga más equipado que antes y mantener el precio”.
¿Es recomendable un auto chino? Sin duda, dice. “China es la fábrica del mundo y aunque algunas personas la vean con desdén, ahí se fabrica lo mejor del mundo en varios sectores. Hay fábricas excelentes como GAC, que es el fabricante para Asia de las marcas Toyota, Honda, Hino, Mitsubishi, Fiat, Chrysler y Alfa Romeo. Entonces hablamos de una marca que sabe fabricar autos. Produce tres millones de autos al año. No le pide favor a ningún auto y son muy accesibles al consumidor. En lo que va del año, ya el 37 % de vehículos vendidos en el país es de origen chino. Esperamos ubicarnos este año dentro del top 10 de las marcas chinas en el Ecuador, estamos peleando el puesto 14 actualmente. Aspiramos vender unas 1.500 unidades este año”.
Y mientras Torres hace un resumen de lo que es la marca, a su lado, Pilo escucha atentamente lo que tienen que contarnos sobre él:
“Nos lo regalaron cuando yo estaba en la Universidad. Fue un obsequio a la familia. Llegó con la excusa de que mi madre necesitaba compañía porque los hijos se estaban yendo de la casa. Y, como no había nietos, ella se iba a quedar sola. Así que el perro era un hijo más. Mi mamá lo bautizó como Pilo, diminutivo de Pedro. Mi papá se llama Pedro, yo Pedro, así que mamá dijo 'ya qué, que se llame Pilo'. Es Pilo III.
“Es un beagle de nueve años. Nació con un problema, raquitismo. Lo curioso es que al verle el tronco da la idea de que es un poquito gordo, pero es porque las patas son cortas, es un poco desproporcionado en su tamaño. Vengo con mucha frecuencia a Cuenca. Alguna vez traté de llevarlo a vivir conmigo en Quito, pero me dio pena, porque tengo departamento y pasaría todo el día solo. En cambio, en Cuenca, tiene sus horarios y su vida. Hay que darle gusto para que viva cómodamente. Sería muy egoísta llevarlo a que se quede en un departamento. Viví algunos años en el exterior, pero siempre ha estado muy pegado a mí y siempre que vengo, llora, se quiere subir encima mí0, se me pega como chicle. Me extraña mucho, conmigo siempre ha sido muy apegado; estoy sentado y él viene a estar al lado.
“Es un perro que tiene actitud, con horas y calendario muy marcados y a los cuales se rige. En las mañanas, cuando estoy en Cuenca, voy al gimnasio a las 06:00, pero él no se levanta, se queda en la cama cómodo. Alrededor de las 07:15 se despierta, se despereza y a las 07:30 se sienta al lado del plato para que le sirvan el desayuno. Es muy organizado con sus horarios. Después de desayunar, se prepara para el paseo. A las 07:45 está listo para salir a caminar. Hay días que lo sacamos nosotros y otros lo saca la empleada de mi abuela, o mi abuela mismo. Regresa, se da unas vueltas por la casa, se acerca a rezar con nosotros y luego se va a hacer lo suyo, sale al jardín, se pasea por la casa, visita a la abuela en la casa vecina. Ella lo recompensa y vuelve a comer, por eso creo que está un poquito gordito.
“Pilo es muy dócil, es mimado a morir. Aunque no es de esos mimados que está todo el tiempo demandando algo, sino que es un compañero. Cuando me ve salir en el auto, le encanta irse conmigo, se sienta al lado, mira todo y a todos, tiene una actitud de siempre estar observando y juzgando, se le ve en la mirada y en la expresión en la cara. Tiene actitud, ha venido a enseñarnos muchas cosas, cuando estamos ahogados en el trabajo, con preocupaciones, con carga de la oficina, con demasiado estrés, él simplemente viene, se apega, pone la pata encima y parece que dijera: 'hey, tranquilízate”. (I)