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El Summit One Vanderbilt es uno de los rascacielos que se ha convertido en un destino que atrae hasta a 10.000 personas por día. El paisaje y el vértigo ponen los sentidos al máximo.

27 Julio de 2024 17.18

Un juego mental, un laberinto de espejos, un museo del siglo XXI con Nueva York a los pies, Central Park y el río Hudson a la vista más un elevador que sube desde la planta baja al piso 91 en 42 segundos. Los turistas que llegan a Nueva York pueden vivir esto cuando visitan el Summit One Vanderbilt, uno de los rascacielos que se ha convertido en un destino que atrae hasta a 10.000 personas por día.

La experiencia arranca en la planta baja. Luego de pagar las entradas que oscilan entre US$ 43 y US$ 63, el visitante es guiado por un pasillo a obscuras hasta uno de los elevadores del edificio. Allí empieza a correr la adrenalina: los espejos y las pantallas al interior del ascensor distraen y el turista apenas se da cuenta de que está iniciando un paseo que combina vértigo, sorpresa y colores del atardecer de Nueva York, en pleno verano.

Una vez que se abren las puertas del elevador, los sentidos son desafiados cuando la persona ingresa al Summit, un salón de espejos y grandes ventanales que dejan ver buena parte de la gran manzana. Por momentos uno no sabe donde está el cielo y el suelo, cualquiera puede marearse durante unos segundos hasta afianzarse y empezar a recorrer el salón. Las fotos y los videos con los celulares son parte de la rutina, todos quieren registrar lo que sus ojos están viendo y entender lo que su mente procesa.

The Summit vale
2.800 metros cuadrados de espejos.

Sentados, acostados, de pie, en pareja, con los amigos o solos. Los visitantes posan sin cansarse y miran hacia todos los puntos cardinales, hacia adentro y hacia afuera. Son algo más de 2.800 metros cuadrados de espejos. Por eso los turistas deben usar sí o sí, zapatones que cubren su calzado para no lastimar los pisos.

El edificio tiene tres años de funcionamiento y es un nuevo punto de visita en NY. Mide 427 metros de altura y se inauguró en el 2020. El paseo y las selfies siguen por un piso transparente que eleva el vértigo en los más inquietos.

The Summit
Turistas en el Summit.

La siguiente parada, en esta invitación de Mastercard, es un nuevo salón donde flotan globos plateados. Los más pequeños gozan al máximo, mientras los papás siguen fotografiando el lugar, al tiempo que observan un simulador que proyecta nubes con rostros.

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Para avanzar se sube un piso por unas escaleras bastante normales y se llega al bar-cafetería. Es momento de un bocadillo, un sánduche, una bebida o un cóctel. El reloj marca casi las 19:00 y la gente sigue asombrada con la vista de una de las ciudades más icónicas del planeta. El río Hudson se deja ver cerca, al igual que decenas de rascacielos como el Empire State o el Edificio Chrysler. También se puede observar Central Park y, algo más lejos, Ellis Island, la Estatua de la Libertad y otros puntos que marcan a esta metrópoli de 22 millones de habitantes que recibe a 50 millones de turistas cada año.

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Los rascacielos y el Hudson, en Nueva York.

El sol sigue brillando, es hora de un brindis y más fotos y videos en una terraza, rooftop en términos de estos tiempos. La emoción sigue en el ascensor que nos lleva a la planta baja igual de rápido que al inicio del paseo. Las risas ponen fin a un paseo apto para personas de todas las edades. (I)

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