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María Laura Bertero Quito - Ecuador
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Desde su primer trabajo en 2000, la ecuatoriana María Laura Bertero se vinculó paso a paso en la asesoría para migración a Canadá. Hoy, su empresa Plan B mantiene 100 empleados en varios puntos de América Latina y una facturación que, aunque en reserva, refleja su gran momento.

11 Mayo de 2022 01.28

Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Ecuatoriana de nacimiento, aunque italiana por parte de su abuelo. Madre de dos hijas. Casada con un ciudadano cubano. De niña quería ser profesora o parvularia o psicóloga o periodista… quería ser muchas cosas. Pero a sus 20 años, en 2000, empezó a trabajar en una pequeña empresa de asesoría de migración y se quedó enganchada con la actividad. Hoy, María Laura Bertero, además ya es canadiense y lidera su propia empresa, Plan B, que asiste a las familias que desean migrar a Canadá.  

Cuatro años duró su periplo por su primer trabajo. Cuatro años que le enseñaron “un mundo” sobre las oportunidades escondidas en las condiciones y oportunidades que el país norteamericano ofrece para quienes buscan cambiar su modo de vida. Cuatro años que le animaron a arriesgarse y meterse de lleno en lo que ella llama una profesión. Renunció y, enseguida, viajó a Canadá a tocar las puertas de los estudios de abogados de migración para plantearles ser su representante en Ecuador; tocó muchas, se abrió una. Así, fundó Canadá Quality Life. Pero las exigentes y cambiantes leyes de migración canadiense pusieron en jaque a quienes ejercían la actividad sin licencia. Por lo que, en 2009, dejó la representación y se marchó a Canadá a conseguir ese documento habilitante. 

“Ya no podía representar a los abogados porque no tenía una licencia. Así que tuve que migrar, porque la consejería migratoria es una profesión regulada allá. No cualquiera puede darte consejo migratorio y cobrarte por ello. Eso es penado por la ley, con fuertes multas y cárcel, porque el tema de la migración es delicado y sensible. Para ser consultora certificada debes estudiar dos años y luego debes rendir un examen frente al ente regulador”. 

El proceso lo atravesó con varios desafíos: empezar de cero en una cultura que solo la conocía en teoría; aprender y perfeccionar intensivamente el idioma inglés y francés; lidiar con los efectos de dos embarazos seguidos (2010 y 2011); y, sostenerse financieramente. Para eso, su esposo fue clave, ya que mientras él ganaba dinero descargando mercadería en Walmart, ella se dedicaba a estudiar y a sus hijas. “Sabíamos que el esfuerzo inicial era cuestión de tiempo. Hubo un tiempo que yo vendía CD en un mercado de pulgas, gritando que me compren que se lleven uno. Ganaba unos US$ 800 extras al mes trabajando los fines de semana. Pero llegó el momento en que mi esposo me dijo 'tú enfócate en la migración'. Y así fue”. 

Trasladó la compañía que tenía en Ecuador a Canadá y la rebautizó como Plan B. “Lo puse así porque tiene ese significado exacto: cuál es tu plan B de vida, en el caso de que se venga un escenario difícil. Canadá es un país lleno de oportunidades. No es Canadalandia, no es fácil y regalado, pero sí hay muchas oportunidades. Hay que verlo más allá del duro clima o más allá de que si la ciudad es bonita o no. Hay que ver por la calidad de vida. Hay que entender la migración a Canadá 'out of the box'. Tienes que venir con la mente abierta. En tu país llegaste a ser gerente trabajando 20 años, pero es muy probable que en Canadá no vas a serlo de buenas a primeras. Es un proceso de vida, de adaptación, de paciencia. Te toca empezar de cero, en un lugar que no es tu país, no es tu cultura, no tiene tu idioma, donde tienes historial crediticio de cero. La pregunta, si quieres ir a ese país, es cómo vas a verte en cinco años. Yo diría que es un gran negocio, dadas las ventajas que obtienes en educación, jubilación, seguro de desempleo, seguridad en el entorno. Es frío, sí, pero las ventajas valen la pena”. 

Por supuesto que migrar a Canadá no es para todos. Así lo explica Bertero a sus clientes. Hay que hablar un buen inglés y tener un buen colchón de dinero. Y el secreto para abrirse campo más rápidamente ahí es la especialización, “dejar de ser todólogos”. Esa es la razón para que de las 7.000 personas al mes que se acercan a pedir información, 2.000 terminan manteniendo una conversación para absolver dudas y solo 300 entran al proceso migratorio. De estás, alrededor del 78 % culmina con éxito la aventura y se marcha a vivir el sueño canadiense. 

“Descubrí que Canadá tiene varias provincias y cada una tiene autonomía migratoria. Y en esa línea asesoramos. No es solo ir a Toronto o Montreal, Hay regiones como Manitoba o Yukon, donde la demanda laboral es muy alta. El salario mínimo en Canadá es US$ 15,50 la hora, en Ecuador US$ 1,65. Allá se vive normal con US$ 2.600 al mes. Sí, es un país muy costoso, pero a la vez hay acceso a buenos trabajos. El que quiere hacer dinero allá, lo puede hacer”. 

Como ella, quien, aunque extraña con el corazón las empanadas de morocho, las tripas, el caldo de patas, su facturación -que pidió no mencionarla- es significativa y sigue en alza, lo que, a su vez, le permite mantener una nómina de 100 personas en Ecuador, España, Panamá, Colombia, México, Canadá. (I)

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