Nala, la heredera del Mundo Mágico de la Mascota
La empresa familiar ecuatoriana cumple un cuarto de siglo de vida. Nació por necesidad, en medio de la peor crisis económica del país. Hoy cuenta con 18 locales y 54 colaboradores. La segunda generación va tomando la posta, mientras la compañía se reinventa para enfrentar la competencia. El amor por las mascotas los mantiene firmes. Y, medio en broma, medio en serio, la familia de cinco integrantes, señala que todo quedará para la dócil mestiza negra, adoptada.

En 1997, el panorama no pintaba bien al interior del hogar de la familia Aguirre-Loayza. El padre, José, había dejado su trabajo de 14 años en el Citibank. La madre, Lorena, contadora de la Contraloría General del Estado, también se había marchado de ahí para cuidar de sus dos hijas. Y la economía ecuatoriana empezaba una caída que desembocaría un par de años después en la peor crisis financiera de su historia y en la adopción del dólar como moneda oficial. 

“Tenemos que hacer algo, emprender en algo”, se dijeron. Y la pareja comenzó a hacer una lluvia de ideas. Él se inclinaba por alguna actividad “varonil”, como algo que involucre automóviles, por ejemplo. Ella confiaba en su sexto sentido de que una tienda de venta de alimento de mascotas era la mejor opción. Él no creía; ella, sí, con toda su alma. Y se arrojaron al vacío, coincidiendo en su amor por las mascotas, en un momento complejo como para 'hacerse' los creativos y en un mercado del cual casi todo era una gran interrogante, casi nadie lo conocía. 

Con cinco millones de sucres de inversión inicial, prestados por un familiar cercano, abrieron su primer local, uno muy pequeño, al norte de Quito, bajo el nombre de 'El Mundo Mágico de la Mascota', salido de la imaginación de Loayza, quien soñaba con que en el espacio clientes y animalitos se sintieran en el cielo. Siempre fuimos amantes de las mascotas, teníamos dos perritas, una de ellas una collie, imagen del logo.

“Yo no la apoyaba mucho, sinceramente, no me convencía entrar en esta categoría que era incierta, hace 25 años había cero cultura de mascotas. En el mercado había muy pocas marcas, las existentes eran importadas y la gente, en general, ni quiera conocía que existían las bolas. A través de distribuidores importábamos la comida de mascotas. Arrancar fue haber hecho la mitad. Eso sí, fue muy duro. No creo en la suerte. El éxito no se trata de llegar y tener, sino los obstáculos que se tiene que vencer en ese camino. Nunca pensamos que estaríamos donde estamos ahora. El olfato no falló”, dice Aguirre. 

 Una de sus hijas, Andrea, quien es la Gerente Administrativa y Financiera, también recuerda con nostalgia y orgullo los años difíciles y de duro trabajo. “Cuando tenía nueve años, con mi hermana, solíamos subirnos en los montículos de comida, nos divertíamos jugando. La cultura de la alimentación balanceada y nutrición para las mascotas era nula. Debíamos sembrarla, pero no era fácil. ¿Cómo convencíamos a las personas de que dejaran de cocinar para sus perros y les dieran bolas? Éramos muy empíricos en esa época, armábamos estrategias domésticas, por ejemplo, abríamos una funda grande y poníamos el alimentos en fundas chiquitas y las regalábamos. Poco a poco la gente regresaba, vimos que había mercado. Pero solo fue después de cinco años, cuando abrimos la segunda sucursal, en el Centro Comercial El Recreo, que supimos que no era un negocio solo para subsistir, sino que se podía convertir en algo más grande”.

Hoy, la empresa familiar cuenta con 18 locales, distribuidos en cinco ciudades (Quito, Guayaquil, Ambato, Manta y Portoviejo), comercializa 32 marcas de alimentos en un mercado que mueve aproximadamente US$ 300 millones al año en el país. El futuro se avizora desafiante. Aunque la meta es tener presencia en seis provincias más en los próximos cinco años, la familia deberá enfrentar la competencia, la grande y la micro que ha proliferado en los últimos cuatro años. “La competencia es sana, permite ser más creativos. Entre las estrategias, refrescamos la imagen gráfica, con un nuevo logotipo; equilibramos el número de locales a la vía, exprés, con los de dentro de los centros comerciales; fortalecimos los canales de venta digital; y, vamos incorporando cada vez más alternativas para los clientes que ahora saben que sus mascotas son un elemento importante en sus familias y son más conocedores y exigentes con cómo deben alimentarlas, por lo que vamos sumando alimentos específicamente formulados para requerimientos de salud especiales, como problemas renales, hepáticos, cardíacos, urinarios, ¡incluso vegetarianos! Este mercado sigue creciendo”. 

LA PRINCESA NEGRA

“Cuando falleció la collie que inspiró la creación del logo antiguo de la empresa, y la otra mascota de la familia, mamá no quería saber nada de tener otro perro. El desconsuelo por la pérdida era muy grande. Sin embargo, luego de un mes, mientras organizábamos uno de los festivales caninos (que este año los retomaremos), apareció una perrita negra, chiquita, desnutrida. Estaba con un perro grandote. Pensábamos que era de alguien, pero cuando se acabo y se fue toda la gente, ella seguía en el lugar. Le dimos de comer y nos la llevamos a casa, hasta buscarle un hogar. La bañamos, la desparasitamos, la peluqueamos, intentamos darla en adopción, pero no hubo quién. Nadie le quería. Hace diez años que está con nosotros. La pusimos Nala porque queríamos poner el nombre de algún personaje de Disney, pero no había ninguna princesa negrita. Así que fuimos por la novia de Simba, en 'El Rey León'. 

“Mamá al principio no la quería ni ver. Pero Nala mordía y destruía los zapatos de ella. Curiosamente, cuando mamá la aceptó, dejó de dañar sus zapatos. Ella va con nosotros todos los días a la oficina. Incluso, si nadie puede llevarla, se le envía al chofer de la empresa para traerla al lugar de trabajo. Toda la oficina le mima. Ella sabe que a las 13:00 es la hora del almuerzo, se sienta en la puerta del comedor y pide con su patita comida a los colaboradores. Por eso se engordó mal, así que decidimos prohibir alimentarla (risas). Ella es parte de todos nosotros en la empresa.

“Una mascota es un motivo de relax. A veces el día a día es estresante, hay días buenos y otros no tanto, pero en esos momentos, se le abrazo, se le acaricia, se camina, se habla con ellos y uno obtiene relajación. Es una terapia y una compañía. Hoy Nala y mamá son inseparables. Hace unos días no le permitieron entrar a mamá con Nala a un restaurante, así que ninguna entró. Con ella, o nada. Estamos seguros que Nala entiende todo lo que mamá le dice. Hemos humanizado tanto a los animalitos, que en casa, cuando alguien tiene frío, inmediatamente se cobija a Nala”. (I)