Lulú es la asistente ejecutiva del gerente general de Newcor
Esteban Newlands dirige la compañía asesora de seguros que tiene 22 años en el mercado, con un portafolio de 500 clientes. Una gata persa lo acompaña todas las mañanas a preparar el desayuno de la familia y se ha convertido en su asistente personal.

“Ni de lejos, los gatos han sido mi animal preferido. Yo era más de perros, pero poco a poco esta gata se ha ido ganando mi corazón. Lulú tiene año y medio. Nuestro segundo hijo nos la pidió de regalo de navidad y no pudimos negarle. Es de raza persa, ahora de color caramelo, con unos ojos enormes, aunque cuando llegó era blanca, pero le encanta revolcarse en la tierra o en el lodo cuando llueve y poco a poco su color ha cambiado, es una andariega, piensa que la casa es un hotel (risas).

“Ella se ha ganado su espacio en la familia, digamos que es nuestra cuarta hija, a pesar de ser un poco “irqui”, como le digo cuando se hace la indiferente. Los momentos que me deja mimarle lo disfruto mucho. En la noche duerme con nosotros en la cama, hay ratos que me saca de quicio, porque cuando quiere atención nos obliga a tomarle en cuenta con unos maullidos fuertes, sobre todo al oído de mi esposa Cristina, no le importa que sea de madrugada, si no se le hace caso salta encima. Quizás piensa que Cristina es su esclava, porque yo soy su compañero de trabajo (risas).

Esteban Newland y su gata Lulú. Foto: Pavel Calahorrano

“En la mañana bajamos juntos a preparar el desayuno para la familia, tengo que acompañarle primero a que ella coma, luego me pide salir al jardín, se hace entender perfectamente. Le encanta hacer siestas en la silla de mi escritorio. En la época de cuarentena, cuando me dio Covid, me acompañó en todo momento, era mi asistente personal. Es muy tranquila, no es muy cariñosa, cuando ya no quiere estar con nosotros o esta aburrida, literalmente, golpea, más bien rasguña la puerta para salir o para entrar. Es muy inteligente, siempre atenta a descubrir nuevas cosas.

“Es inexplicable la relación que Lulú ha establecido con mi hijo Pedro, el más pequeño, tiene cuatro años y medio y sufre de atrofia muscular espinal. Hace un año le dio fiebres muy altas, aparentemente no había una razón, pero la gata se pasó cuatro días rondando por debajo de la cama. Entonces, le dije a mi esposa Cristina, aquí hay algo raro. Dicho y hecho, Pedro estaba con una infección, ella nos ayudó a descubrirlo. Estoy seguro que los gatos tienen un sexto sentido.

“Mi filosofía de vida ha cambiado totalmente, siempre trato de ver las cosas con ojos positivos, a no ser tan estresado, he aprendido a disfrutar cada minuto. Por ejemplo, Lulú nos ha dañado los muebles, desde que descubrió para que sirven sus uñas, en otras épocas eso habría sido un drama. Ella es nuestra segunda gata, reconozco que son animales especiales, porque están con uno cuando ellos quieren, no cuando nosotros queremos, a diferencia de otras mascotas”.  (I)