Cuando escuché la historia de cómo Nala, un schnauzer gigante, llegó a la casa de José Eduardo Valenzuela, me acordé de cómo Charlie Brown cruzó toda la ciudad en busca de quien se convertiría en su mejor amigo, Snoopy. De acuerdo con este empresario, tú no escoges a un perro, sino que él te escoge a ti. Y -sin duda- Nala estaba destinada a convertirse en la primera hija (y la más celosa) de Valenzuela.
“Uno de los integrantes, de un grupo de empresarios y emprendedores al que pertenezco, dijo que tenía una camada de schnauzer gigantes y que los iba a sortear entre quienes quisieran. Al principio, me dijeron que era una mala idea porque no tenía espacio, pero no me importó, tuve que hacer alguna dinámica y concursé. Unos días más tarde me llamaron a decir que gané. Me citaron en una finca por Tababela (Quito), que estaba llena de cachorros de esta raza. Mi esposa -que en ese entonces era mi novia- me acompañó y vimos cómo se revolcaban entre ellos. A pesar de tener solo tres meses, ya eran del tamaño de un schnauzer normal y pesaban el doble. Aún tengo la foto de cuando Nala se acercó y me lamió la mejilla. Solo pensé que era la indicada”, cuenta emocionado.
El amor que profesa por estos animales comenzó desde muy pequeño. Valenzuela se mudó a Bogotá (Colombia), en 1998, por el trabajo de su padre y allá conoció por primera vez a un schnauzer pequeño. Su familia se aficionó y compró uno propio. Speed era una novedad y cuando regresaron a Ecuador, en el aeropuerto, se ganó la mirada de los curiosos. “Aquí no había ese tipo de perros y todos estaban encantados. Fuimos una de las primeras familias en tenerlos”. Con este precedente era imposible negarse a tener uno gigante. Según Valenzuela, son de origen alemán y dedicados al campo, encargados de arrear al ganado. Con el paso del tiempo, se han convertido en guardianes y en ladronzuelos. “Para Nala es 'pan comido' robarse los lomos de las parrillas, hay que tener mucho cuidado” (dice entre risas).
Son seis años desde que llegó a su hogar y los cambios han sido incontables. No solo se casó, sino que tuvo a su “segunda hija” Macarena, quien cumplió recién un año. “Nala es tranquila, amigable e inteligente. No me costó nada enseñarle unos trucos y no es chillona (característica muy común de los pequeños)”. Como toda 'primogénita' en ocasiones se pone celosa, pero no es agresiva. “Yo he sido afortunado de tener perros en mi vida, pero mi esposa no. La conexión que tienen ahora es genial. Una vez las dos se enfermaron al mismo tiempo y fue tenaz. Tampoco, se despegó de ella durante todo el embarazo. Sin embargo, ha mantenido su distancia desde que llegó la bebé a casa. Macarena muere por abrazarla, pero los celos son más fuertes”. Cuando salen al parque, Valenzuela no puede acariciar a otras mascotas. En cambio, Nala Lucrecia sí puede ir de mano en mano “mendigando amor”.
A sus 35 años Valenzuela ha construido su propia familia y su carrera en el mundo digital. Se desempeña como Director de Publicis Commerce para Ecuador y Venezuela, una unidad del Grupo Publicis. “Siempre me ha gustado meterme en las olas antes de que comiencen. La promesa de valor de este grupo, cuando me invitaron a liderar la unidad, fue ingresar en la tercera ola que se avecina a nivel mundial”. La primera fue posicionar las marcas en los buscadores. La segunda fue el desarrollo de las redes sociales y -la que viene- se denomina Retail Media, algo desconocido para las empresas que quieren ingresar al mundo del e-commerce y monetizar los espacios dentro de sus sitios web. Este ejecutivo estudió Marketing y Finanzas en la Universidad San Francisco de Quito e hizo un intercambio en Chicago, Estados Unidos. Una trayectoria consolidada en la publicidad.
“Yo soy uno de los impulsores del Marketing Digital en el país. Desde 2009, con mi socio creamos una de las primeras agencias que abordaron temas como páginas web y Facebook. Con A+A Consulting tocamos puertas, recién graduados y llegados del extranjero. Nos montamos en esta oportunidad y comenzamos a evangelizar al mercado. En seis años, nos convertimos en una agencia consolidada y teníamos clientes como: Nestlé, Paramount Pictures, Universal, Marathon, Musicalísimo, entre otros”. En 2014, el Grupo Publicis compró su agencia y él se convirtió en la cabeza del equipo que manejaba la cuenta de Nestlé. Se especializaron en creatividad y expandieron su influencia digital en todo el país. “Trabajé para el grupo por dos años y después me llamaron de Cisneros Interactive (Entravision Latam), quienes ganaron una licitación para ser representantes de Facebook (Meta) en Ecuador, Paraguay y Bolivia. Fui el primer colaborador y tenía a cargo clientes que invertían más de US$ 100.000 en anuncios de Facebook. Mi función era demostrar y aportarles con estrategias para que vean a Meta como un socio de negocio. Estuve ahí hasta que me llamaron, nuevamente, de Publicis”.
Este quiteño disfruta de las cosas nuevas, de crear desde cero y sobre todo de fomentar un cambio verdadero en la industria. Ahora, ha vuelto a tocar puertas, aún no tiene clientes, pero sí tecnologías que ayudarán a las empresas a surfear esta nueva ola del Retail Media. Tal cual lo ha hecho con su familia y su afición por los schnauzer. (I)