Este ejecutivo argentino llegó al Ecuador hace 14 años de la mano de la compañía aérea Latam, como director regional. Aquí encontró el amor, por lo que decidió establecerse definitivamente en el país. Desde 2020 lidera el equipo comercial de las dos plataformas inmobiliarias. Por trabajo, viaja cada dos meses a Panamá.
Solo en Ecuador, la plataforma digital Plusvalía.com factura sobre los US$ 5 millones al año, cuenta con 80.000 propiedades en lista y genera más de 180.000 contactos al mes de compra, venta y alquiler de inmuebles y terrenos. Los clientes pagan un fee según el segmento en el que publican; por ejemplo, estar en primera página y ser el anuncio más destacado puede llegar a costar US$ 400 trimestrales, uno simple va desde los US$ 70 en adelante. En Ecuador trabajan 38 personas, Ecuador es mi lugar en el mundo, con una calidad de vida increíble, me casé hace siete años con Andrea Benítez, tengo dos hijos de corazón (uno de 24 y otra de 22) y con Andrea uno que tiene cinco, y el pobre sí tiene que ponerse las camisetas de los dos países, sobre todo ahora que empieza el Mundial de fútbol.
Nos recibió en su residencia en el valle de Cumbayá, en Quito. Cuenta con un amplio jardín, donde se encontraban Mango, un chow chow color caramelo y sus gallinas, Mayonesa y Turuleka. Comentó que en un momento intentaron tener conejos, pero por razones desconocidas no sobrevivían.
Siempre me gustaron los perros. Llegué soltero a Quito, alquilé una casa y la propietaria tenía una golden retriever, que se llamaba Connie. La perra se quedó conmigo, era especialmente cariñosa, me acompañó 12 años y ella crió a Mango, por eso él tiene ese carácter tan dulce.
Mango llegó hace ocho años, se lo regalaron una pareja de amigos. Ellos, al quedar embarazada la esposa, tuvieron miedo que el perro le hiciera algo al bebé, porque habían leído en internet que esta raza tenía fama de ser un poco bravo. La familia Delaporte aceptó sin titubear a Mango como un nuevo miembro.
Cuando Gael era un bebé, lo poníamos en el jardín con una manta. Mango no le hacía nada, se acostaba al lado y lo cuidaba. Luego, Gael empezó a halarle las orejas, a meterle la mano en el hocico y Mango aguantaba con toda paciencia. Es un amor, siempre está pendiente de toda la familia, duerme en la puerta de los cuartos y, si alguien está enfermo, no se separa ni un minuto.
Mientras caminamos por el jardín, nos mostró la variedad de parrillas que tiene. Como buen argentino, le encanta preparar un buen asado los fines de semana y Mango es el primero en recibir a los invitados. Tiene un corazón enorme, es como un peluche, no tiene muchas reglas que cumplir, aunque es un poco desobediente y testarudo. Le encanta salir a la calle y, por más que le llamo para que regrese, me ignora, entonces tengo que correr a buscarlo.
En nuestro recorrido nos percatamos que habían dos gallinas blancas en un corral, en la parte de atrás del jardín. No pueden estar sueltas porque Mango las corretea y, como se asustan, dejan de poner huevos. Eso sí, les encanta que las acariciemos cuando entramos a recoger los productos.
Aunque asegura que no le gustan los gatos, Lua, de seis meses es parte del clan. Un día, su hija la trajo y no hubo manera de evitar que se quedara. El minino convive con ella en su cuarto. Estamos buscando otro perro, tal vez un golden o un labrador, queremos que Mango le enseñe esa onda de familia y continúe el legado. (I)