Trabaja más de 12 horas al día. Bajo su responsabilidad están cuatro grandes grupos de empresas asociadas en un holding que se creó en 2019. Es Eduardo Félix, un ejecutivo de 47 años, cabeza de Holemco, que abarca empresas farmacéuticas, de alimentos, de consumo, de e-commerce, inmobiliarias, servicios regulatorios, legales y comerciales para negocios que deseen establecerse en Ecuador.
En 2022, la facturación cerró en US$ 25 millones, para este año la aspiración es superar los US$ 36 millones. Y el plan de expansión es ambicioso. Para abril 2023 tiene previsto abrir una plaza comercial en la avenida Colón, en el centro norte de Quito, y está casi listo otro proyecto en la vía a la Costa. En septiembre abrirá operaciones en Panamá, a la vez que maneja representaciones de varios productos en otros países de Centroamérica. Y al principio de 2024 abrirá oficinas en República Dominicana. De cierta forma, este trabajo me costó el matrimonio, porque tengo que viajar mucho, estar siempre en ferias y eventos. Este tipo de negocios se basa mucho en las relaciones.
Padre de cinco hijos, cuenta que en su casa tenían cuatro perros, pero tras el divorcio se marchó con Kahlúa, la mascota más apegada a él. Ella es la reina del hogar. Recuerda que hace seis años su hija mayor salía de clases de la Universidad San Francisco de Quito y vio una cachorrita que parecía perdida. La recogió y se la llevó para la casa. La tenía escondida en su cuarto, porque temía que la regañemos y no la dejemos quedársela. Era una cosa diminuta, estaba muy sucia, asustada y nerviosa. Confieso que desde el principio me robó el corazón.
Félix es abogado de profesión, con una Maestría en Dirección Estratégica de Empresas por la Universidad de Cádiz, España. Lo primero que hace en la mañana es darle un abrazo a Kahlúa que duerme en una alfombra al pie de su cama. Hay veces que se sube y amanecemos juntos, pero como se acalora prefiere acostarse en el suelo. Dos o tres veces por semana salen a correr a la ruta de El Chaquiñán, en Cumbayá.
Durante los viajes, su abuela humana se queda al cuidado. Cuando llego a casa en la noche, luego de una larga jornada de trabajo, nos confundimos entre caricias y besos, luego subimos juntos a ver televisión. Le encanta ver videos de perros. Les ladra porque cree que están cerca. Al ver aves en el jardín se aloca, salta, da vueltas en el aire y las persigue hasta que se vayan.
Cuenta que tiene un sistema de cámaras para tenerla monitoreada todo el tiempo. No es destructora, la única travesura que hace por llamar su atención es, de vez en cuando, botar los cojines de la banca de la sala. Cuando llueve, le encanta jugar en el agua, como no tiene reglas, entra a la casa y ni mi cama se libra de las huellas de lodo (risas).
A Kahlúa le gusta pasear en auto, pero es un peligro porque quiere sentarse encima de Félix y varias veces se han escapado de chocarse. Ella es alegría, compañía, es sentir el calor de hogar, me llena de amor, me hace aterrizar, pero, sobre todo, me da paz. (I)