Itza Hotel Boutique Internacional es un sitio sofisticado, de buen gusto, lujoso y acogedor. Por fuera, es una imponente edificación blanca, con una marcada arquitectura neoclásica. Por dentro, impresiona desde el lobby, donde destacan detalles metálicos y muebles de terciopelo, amarillo y verde. A medida que se ingresa, en el patio central, que conecta con otros ambientes y a las escaleras, se nota la mezcla de estilos, con lámparas colgantes, sillones de líneas modernas, colores atrevidos, objetos clásicos, puertas en madera o hierro.
Es como entrar a un lugar en el que hay mucho que conocer, mucho que aprender y con ganas de quedarse. Está ubicado en el corazón del Centro Histórico de Cuenca y acaba de abrir sus puertas a finales de marzo de 2022, en la esquina de las calles Benigno Malo y Gran Colombia. Tras dos años de pandemia, la ciudad patrimonio tiene mucho que mostrar.
El Itza es el hotel boutique que soñó Maritza Yumbla Vélez, después de conocer sitios similares en sus viajes por Roma, París, Buenos Aires o Río de Janeiro. Se refleja su estilo personal en los detalles. Se nota que la sofisticación y el glamour del sitio es la marca de la empresaria ecuatoriana, con solo conocerla. El nombre del hotel es la terminación de su nombre de pila y el logo lleva la letra M. Ella está radicada en Toronto, Canadá, por más de 40 años, vinculada a los negocios del entretenimiento y la hospitalidad.
Explica que decidió invertir en “algo exclusivo”, que marcara la diferencia, que hiciera sentir a la gente “como estar en casa, aunque lejos de casa''. No le gustan los grandes hoteles porque son fríos, como cajas de cemento. El estilo boutique es más acogedor y no tiene más de 25 habitaciones.
“No quiero que esta casa se vuelva un Gucci o Lois Vuitton, que la gente tenga miedo de entrar, como en esas franquicias, porque dice que es caro; mi prédica siempre es que esto sea un Gucci pero acogedor como Zara, donde la gente entra y compra mucho. Lo construí para que la gente disfrute, lo conozca y se vuelva un ícono de Cuenca”, dice la propietaria.
Desde que se inauguró, es un atractivo turístico, la gente que pasa por ahí se detiene a tomar fotos y quiere vivir la experiencia de conocerlo por dentro. Al principio la gerencia dispuso que no podían entrar. Pero “les dije que esta casa la hice para que todos disfrutemos, no todos tenemos la dicha de viajar y hospedarnos en sitios así”.
El Itza tiene 15 habitaciones y suites de lujo; un restaurante con cocina de autor, de nombre Santo Placer; el Whisky Lounge, un espacio reservado, ideal para el afterwork o para cerrar negocios; y, el Rooftop Zaza 360, que ofrece las panorámicas más espectaculares de la ciudad, sobre todo en las noches. Desde la esquina de la terraza se observan las seis cúpulas de la Catedral de Cuenca, las tres más altas iluminadas con tonos azules. Se puede pasar el rato haciendo fotos instagrameables o videos para Tiktok.
La nueva terraza antes era una buhardilla, con pequeñas ventanas por donde se observaba poco de la ciudad. Inicialmente las autoridades municipales, a cargo de las áreas históricas, se negaban a dar el permiso para construir el rooftop. Por lo tanto, tuvieron que convencerlos que se trataba de una tendencia en ciudades modernas. Hasta que consiguieron la autorización y fue el camino de apertura para otros sitios similares, recuerda Teresa Flandoli, quien trabaja en asesoramiento general del hotel.
Fusión moderna e histórica
La casona fue construida entre 1927 y 1935, por el arquitecto Alfonso Durini para Víctor Miguel Delgado, un exportador de sombreros de paja toquilla. En la década de 1950 operaba como Hotel Internacional y se convirtió en el mejor de la ciudad. Años después, dio cabida a oficinas y almacenes. Ahora está convertido en un exclusivo hotel boutique, luego de someterse a un minucioso proceso de restauración que duró cinco años.
Maritza Yumbla recuerda que en 2015, cuando trajo al regetonero Maluma para un concierto por las fiestas de Cuenca, descubrió la edificación que estaba en venta. Mientras esperaban que cambiara la luz del semáforo, “vimos la casa abandonada, me pareció muy linda, y cuando me dieron el precio dije 'esa casa es mía'”. Mucha gente le dijo 'en Ecuador se regatea', pero “con mi mentalidad canadiense, dije esa casa con tantos pisos cuesta la mitad de la mía en Canadá”.
Así arrancó el proyecto en 2016 y también tuvo que sortear la pandemia. Cuando comenzó el confinamiento a escala global, los muebles, las cortinas, los objetos, las lámparas y otras piezas se quedaron en los contenedores atrapados, durante 16 meses, en los puertos canadienses. Hasta que en agosto de 2021 que retomaron los trabajos.
El arquitecto Alfredo Ordóñez dirigió la primera parte y estuvo a cargo de la nueva estructura que debía sostener la edificación restaurada. Luego tomó la posta el arquitecto Fabián Orellana. Y Carlos Lopes, de origen portugués y el amigo “complice” de toda la vida de Maritza Yumbla, radicado en Canadá, se encargó de la parte decorativa, junto a otros diseñadores ecuatorianos.
Trabajaron más de 100 pequeños artesanos y restauradores cuencanos. Se rescataron detalles arquitectónicos, como los cielos rasos de latón repujados a mano. Se desmontaron las piezas, se eliminaron varias capas de pintura hasta que se logró el diseño original. En cada habitación, pasillo y otras áreas hay modelos distintos. Además, se trabajó en la conservación del hierro forjado de los pasamanos de las escaleras y la puerta de madera antigua, que ahora es el acceso al Whisky Lounge.
Dormir de lujo
Todo el hotel cuenta con un sistema de climatización y ventanas aislantes del sonido exterior. También en los baños de las habitaciones hay un termostato para regular el calor en el piso y evitar el frío del mármol italiano importado que forra las paredes hasta el techo. La lencería que visten las camas y las toallas son del diseñador Gustavo Moscoso.
La decoración y los tonos en cada habitación son distintas. Por ejemplo, las suites de lujo con balcón ofrecen la comodidad de un dormitorio, con sala de estar íntima. Están decoradas con muebles de terciopelo, lámparas colgantes y pisos de madera de ingeniería.
Las suites presidenciales tienen 36 metros cuadrados. Una está en el primer piso y otra en el segundo y cada cuenta con una decoración distinta. Desde sus balcones hay una vista angular hacia las calles Benigno Malo y Gran Colombia, por su ubicación en las esquinas del edificio. Los baños destacan, ya que tienen una tina de agua junto al balcón, separada de la ducha. La tarifa de esta habitación está en US$ 320, más impuestos, incluye el desayuno en el Santo Placer. Para empresas que generan volumen de compra y son clientes frecuentes hay tarifas especiales.
El placer santo de comer
Las cartas de los platos y bebidas de Itza Hotel Boutique son una obra de arte. Los trazos, los colores, el manejo de la acuarela y la impresión son tan geniales que dan ganas de llevarlas como souvenirs. (Y pedí llevármelas). Están ilustradas por el artista y periodista chileno Manuel Santelices, radicado en Estados Unidos. Tuvo a cargo los menús, las invitaciones y demás papelería, en colaboración con el diseñador Gustavo Moscoso.
Como el hotel tiene tres ambientes, cada uno tiene su carta. En el restaurante Santo Placer el menú se abre como un abanico, tiene imágenes de gente vestida elegantemente, caminando por las calles empedradas de Cuenca, con el fondo de las cúpulas de la Catedral. “No es una carta extensa, pero son platos de calidad”, como dice Byron Narváez, sous chef. Tiene entradas, ensaladas, cuatro platos fuertes, arroces, sopas, pasta y postres.
Una de las recomendaciones es el Ossobuco, con arroz meloso, maduro, curtidos. La carne es muy suave después de haberse cocido durante nueve horas a fuego bajo. El plato cuesta US$ 18. El sous chef dice que han rescatado la berenjena, un plato sugerido para los que no prefieren las carnes. Berenjena glaseada, con pepa de zambo, higos, durazno, agua de melón y gel de cava. “La temática gastronómica se inspira en los productos ecuatorianos, con toque vanguardista y respetando la tradición”, señala.
El santo placer de comer se complementa con otra carta de bebidas soft, frías y calientes. Aparte hay otro menú, con el mismo estilo de ilustración, para los desayunos. Está el desayuno de la casa, que tiene hasta 11 complementos o platillos, con dos opciones: tostada francesa o pancake. Tiene un costo de US$ 12. Hay adicionales como huevos benedictinos, tigrillo, tostada de masa madre, sánduche de croissant. Y no podían faltar, como en todo menú cuencano, el mote pillo y el mote sucio. También hay carta de vinos.
Sello de diversidad
Maritza Yumbla se convirtió en una embajadora latina en Canadá, promovía al talento artístico de la región y apoyaba a los artesanos ecuatorianos. Cuando tenía 11 años, sus padres y sus siete hijos (seis mujeres y un varón) emigraron a Canadá, sin embargo siempre quiso invertir en el país. Hace 30 años incursionó en el negocio del entretenimiento, a través de su hermano que tenía bares. Además, se dedicó a las inversiones de bienes raíces y vendió una propiedad en US$ 1,8 millones, como parte del financiamiento para el proyecto del hotel. Aunque no reveló las cifras de la inversión total en el Itza.
Tuvo la audacia de desafiar a la sociedad de la época al inaugurar Covento Rico, un night club para gays, en Toronto. “Hace 30 años ser gay era un tabú y tuve la oportunidad de conocer a la comunidad y abrir la discoteca, me dediqué a ellos porque eran discriminados. Siempre practico la frase 'We also belong' (nosotros también pertenecemos), creo que todos debemos pertenecer a algo, seamos judíos, latinos, negros, blancos, gays”. El concepto de Itza es ofrecer confort, que cuando entres te sientas cómodo y en casa, que nadie se sienta fuera aquí, sino que todos pertenecemos y somos parte”.
Luego del hotel, tiene planes de invertir en una discoteca en Cuenca con un estilo que acoja a todos. Por ahora su equipo está buscando el sitio apropiado. (I)