Desde hace dos años, Olivia es la mejor receta para combatir el estrés diario de Angelo Lofruscio, CEO de Disfarmed, una empresa dedicada a la venta al por menor de productos farmacéuticos. Este empresario empezó a los 20 años vendiendo suministros médicos, poco tiempo después se embarcó en su propio negocio, Disfarmed nació en la década de los noventa. Al principio, cuenta, era el 'todólogo', él mismo vendía, facturaba y entregaba los productos en farmacias y clínicas especializadas.
En 2000 consiguió la representación de Baxter, esto le permitió catapultar la empresa, en once años las ventas subieron de US$ 50.000 a US$ 200.000 mensuales. Hoy, la facturación anual supera los US$3 millones.
En 2011 tuvo que reinventarse como empresa, perdió la representación que le significaba el 50 % de las ventas. Sacó al mercado una marca de sueros, que lo maquilaba en Colombia, pero a los tres años salió del mercado porque no le fue posible mantener la competitividad ya que los costos de transportación eran altísimos, a lo que había que sumar el 5 % por el Impuesto a. la Salida de Divisas (ISD). Este tropiezo no le impidió seguir creciendo, hoy en día Disfarmed trabaja con 18 laboratorios, distribuye 400 productos a unos 1.000 clientes.
Dentro de todos estos años de duro trabajo, Olivia apareció. Este empresario regresaba de una propiedad que tiene en el sector de los bancos, al noroccidente de Quito, paró en una tienda en el poblado Unidos Venceremos 2 a comprar una botella de agua para seguir su camino. Vi a dos cachorros caminando por la calle, le digo a la dueña de la tienda, 'que lindos, ¿son suyos?'. Ella me comenta que aparecieron de pronto y que no sabía nada de la mamá. Eran pequeñitos, decidí subirlos al carro y traérmelos a Quito, eran macho y hembra.
Al llegar a la casa, su esposa, Cinthia, los llevó a una veterinaria. A la media hora, entre sollozos le contó que estaban muy delicados y que podrían morir. El macho estaba muy mal, el médico me dijo que tenía un parásito y que era necesario hacerle una transfusión de sangre, aunque las probabilidades de vida eran mínimas. Le dije que hiciera todo lo que pudiera. Antes de empezar el tratamiento, murió. Olivia corrió con mejor suerte, luego de pasar tres días hospitalizada estaba lista para ir a casa. Durante un mes le debieron alimentar con un suplemento que les costó US$ 1.200. La mejor recompensa fue verla después corriendo por toda la casa.
"Olivia es la reina de la casa, es la más feliz de recibirme, me quita las preocupaciones, es muy cariñosa, enseguida se pega a mí y no se me separa. No nos gusta movernos a ningún lado sin ella, si no hay cómo, simplemente no salimos. Le pusimos el nombre en consenso, es la consentida, con solo su presencia me desestreso, Me derrite de amor. Mi día a día es horrible. A raíz de la pandemia, las cosas cambiaron, si bien aprendimos a trabajar en línea y se masificó la tecnología, sin embargo, ahora el teléfono o la computadora son 24/7, si me llaman a las 22:00 no puedo hacerme el loco.
Cuando la familia va a su finca, Olivia es la primera en subirse al carro, como si supiera que tendrá unos días de aventura y locura, corre desenfrenadamente y disfruta meterse en el río, no queda ni un pelo limpio. Para regresar a casa deben bañarla hasta tres veces. Olivia tiene su casa, pero rara vez duerme ahí, porque en las noches, cuando las luces están apagadas, se desliza silenciosamente a la cama de su hija Sofía. Es una mimada, todos la amamos y ella lo sabe (I)