Todas las galletas que se ofrecen en la Cookieteria llevan nombre de mujer. Y todas DJ: Anna, Magda, Amelie Lens, Charlotte de Witte, Ellen Alien, Monika Kruse, Nina Kraviz, Peggy Gou. Es un detalle, no menor, porque para su propietaria, la chef María Gracia Holguín, el reggaetón es un género no apetecido. Por eso, y por el enfoque de empoderamiento de las mujeres, de hecho, todo el personal (tres colaboradoras) es femenino. Y, aunque el rosa brilla en la decoración del lugar, es más una decisión de decoración e imagen, ya que a la chef, en realidad, le encanta el color negro.
Pero más allá de los aspectos visibles, la Cookietería se envuelve en un aura que la hace aún más especial, porque no solo que, al ingresar al pequeño y acogedor lugar para unas 18 personas, ubicado en Cumbayá, es posible disfrutar de los sonidos envolventes de la electrónica, sino que quienes reciben a los clientes hacen que la visita sea muy cálida. Sus puertas se abrieron en julio de 2021 y, desde entonces, el lugar se ha transformado en una parada obligatoria para quienes desean entregarse a una experiencia única. No son solo galletas. Son galletas gourmet, tal cual en las grandes metrópolis del mundo.
Aunque reconoce que la aventura recién empieza, Holguín está convencida de que la Cookieteria puede llegar muy lejos, en el mismo formato, pequeño y acogedor. Su sueño es abrir un local en Portugal, mientras la siguen tentando a que abra un segundo establecimiento en Guayaquil, donde, le han dicho, “pegaría full, porque nadie hace las galletas que tú haces”. ¿No lo cree?. Acabe de leer esta historia y vaya a comprobarlo.
Holguín tiene 28 años. Se graduó como Licenciada en Arte Culinaria en la Universidad San Francisco de Quito. Participó en un exclusivo intercambio en el Instituto Paul Bocuse, una de las mejores escuelas de Gastronomía y Hospitalidad, ubicada en Lyon, Francia. Allí descubrió que la pastelería era lo suyo. “No me gusta el estrés de la cocina, no me gusta lo que no es exacto, no me gusta el desperdicio. Cuando una sale con todos los sueños de la Universidad, afuera te los aplastan, los sueldos son terribles, el maltrato es terrible, el machismo es terrible. Por eso, yo quería tener algo propio, un emprendimiento que fuera rentable, pero a la vez tuviera una vena social”.
Mientras llegaba ese día, impartió clases de cocina a niñas, pero no era nada rentable. Consiguió ese trabajo en un restaurante, donde permaneció un año. Armó un primer emprendimiento que no fue bien. Fue a trabajar en una panificadora, pero salió porque “había maltrato y me pidieron que maltrate a la gente. Me negué, no puedo con eso. Una cosa es exigir, para subir la calidad, pero otras es maltratar”. Y llegó la pandemia.
Ideas iban, ideas venían para su próximo paso. Y nació la Cookieteria. Su madre ayudó en la inversión inicial (US$ 30.000) y en una de esas ideas, que finalmente fue la que se emprendió: un lugar donde se vendan galletas gourmet, al estilo y sabor de los mejores lugares en EE.UU. y Francia. El concepto se alineó con un objetivo de crear conciencia entre las mujeres para que se realicen cada mes su autoexamen de mamas. Así que, de las ganancias del negocio, se destina una parte para la Fundación Fuerza Rosa. “Es un valor compartido, constante, no filantrópico. Ojalá pudiéramos donarles más. A la vez, las clientes que ingresan siempre reciben folletos que las guían en su cuidado. Para la detección del cáncer de mama, hay que hacerse el autoexamen mensual, tocarse y ver si realmente cambio algo. Cuando detectas una anomalía en la etapa uno, y no en la cuatro, hay mayores posibilidades de vida. Mi madre tuvo cáncer, y mi papá falleció hace cinco meses con esta enfermedad”.
Sobre las galletas en sí mismas, este es el lugar preciso para aprender. Y el equipo está dispuesto a enseñar. Por ahora hay tres tipos y una decena de sabores, que cada cierto tiempo van cambiándose o incorporándose una nueva propuesta. La diferencia es que esos sabores son para volverse adicto: Monika (chocolate y nuez), Anna (azúcar morena, dátiles, higos y almendras tostadas), Charlotte (chocolate, pecanas y caramelo salado), son solo una probada de todo lo que se puede encontrar. También hay opciones keto, sin gluten y hasta oncológicas. Utiliza solo mantequilla y cualquier otro producto que se expende en la tienda (bebidas) solo son de vidrio o latas, para evitar la contaminación al planeta. ¡Ah, y el agua para tomar es gratuita! (I)