La vida de José Garzón es un cúmulo de giros inesperados, quizás esperados por él, que cada segundo apuesta por su propio mapa. Creció en un barrio pobre de Guayaquil y encontró en la música y en tocar la guitarra un aliño para sazonar sus días de juventud. Desde los 14 años se vinculó con distintas bandas de punk rock, pop rock, entre otros géneros musicales alternativos. Algunas de ellas cobraron relevancia con los años y siguen vigentes, como Trifulkka, KK, Ultratumba y Desorden.
“Empecé a tocar música en colegios y me llamaron de la televisión de Ecuador, para hacer jingles para programas de TC Televisión. Toqué en varias bandas. Estaba muy conectado con Luis Rueda, de La Trifulkka, éramos un círculo bien pequeño, en esos tiempos, no sé cómo será la escena musical ahora. Para finales de los años noventa, tenía 18 años, me sentía perdido y no sabía qué hacer. Me di cuenta que en Ecuador, con la música, no iba a hacer algo. Me fui para Puerto Rico”.
Se llevó en la maleta los recuerdos de su madre esmeraldeña y de su padre quien, a veces, a la medianoche, cuando no podía conciliar el sueño o regresaba de alguna fiesta, lo llevaba a la plaza a comer pescado frito con arroz, 'hot dogs', salchipapas y otros manjares de carreta. José, el cuarto de seis hermanos, sin darse cuenta, había empezado, de esta forma, a vincularse emocionalmente a la gastronomía. Se marchó de la mano de su novia estadounidense, con quien posteriormente se casó y engendró dos hijos. José, con su irrefrenable impulso de jugársela, de lanzarse a la piscina, haya agua o no la haya, llegó a la Isla del Encanto, como la mayoría de migrantes que toman de su entorno de circunstancias los ladrillos para edificar su vida, la pared que escalar rumbo a la cumbre. Así, poco a poco y aprovechando las oportunidades que le salían al encuentro, la música y la cocina se convirtieron en su riel.
En el 2003, la familia de su esposa se mudó a La Florida y, básicamente se vio obligado a mudarse. Fue el primer golpe de suerte, porque allí conoció a un empresario que insertaba músicos a bandas o a solistas y así tuvo la oportunidad de trabajar con la banda NXPX. Latino de corazón, visitó con ellos Latinoamérica, de gira, y fue cuando pudo conocer Argentina, Brasil, Colombia, Perú. Lo que más le gustaba de los viajes era comer. Otra vez, sin darse cuenta, la comida era su aliciente.
A PELAR PAPAS
Un año después de divorciarse de su pareja, conoció a quien es ahora su segunda esposa (con quien tuvo gemelos), una enfermera que viajaba temporalmente por varios estados, ayudando a hospitales y entrenando a gente. Se fueron a vivir en Seattle. Pero la realidad lo golpeó sincrónicamente, cuando su contrato con NXMX terminó, justo cuando trasladó su residencia para estar más cerca de ellos, y, nuevamente, se encontró sin forma de darle vuelta a la situación financiera solo con la música. Así que se dedicó de lleno a la cocina, a explorar más allá de los espacios laborales, donde trabajaba de asistente, pelando papas o cortando vegetales, y que le había permitido alternar una ocupación redituable con su faceta de músico. Se inscribió y cursó en la Edmonds Culinary Department y, con ese 'know how', más las experiencias previas, se desató en su clara naturaleza emprendedora, la necesidad de crear algo suyo, su marca. Arrancó con la idea de ser marketero y social media -algo que había desarrollado también en el camino- de restaurantes para vincularlos con inversores. No dio resultado. Intentó con la posibilidad de escribir para blogs culinarios en Seattle. Tampoco funcionó. Entonces, hizo lo que debía hacer, pidió trabajo en restaurantes de la ciudad. The Barking Frog, un restaurante 'fine dining', de comida francesa y americana, le abrió las puertas. Evidentemente, como no tenía experiencia en la cocina, lo pusieron a pelar papas y separar el cilantro.
Lentamente y con perseverancia, se abrió espacio en la cocina, aprendiendo y enamorándose de la adrenalina en la preparación de platos. Esta etapa coincidió con un cambio en la concepción de la gastronomía mundial, con la transición de los chefs gritones y 'bullys' al estilo Gordon Ramsey, a una industria más abierta a nuevas ideas y a un mejor trato a los trabajadores.
POP-UPS, LA NUEVA TENDENCIA
Al involucrarse cada vez más en el mundo de la gastronomía, conoció a mucha gente del sector. El consejo que le daban era el mismo: entrar a la nueva tendencia de los pop-ups, restaurantes emergentes o temporales que operan en una casa privada, en una antigua fábrica, en los restaurantes cuando no atienen al público, en festivales o, como se le ocurrió a Garzón, como invitado de la cervecerías o destilerías.
“La industria ahora ha abierto muchas posibilidades para gente con una buena idea que no tiene medio millón de dólares para abrirse su restaurante. Pides permiso a la ciudad en que vives y al Departamento de Salud local, sacas el permiso para vender comida por un día y, ese día, si encuentras un lugar, lo haces. He tenido mucha suerte, porque cuento con amigos que tienen restaurantes. Por ejemplo, conozco mucha gente en la industria de la cerveza, que es muy grande aquí en Seattle, y me dicen 'el miércoles vente y comienza a vender comida'. Y yo empecé a decir a mis amigos y a los seguidores a través de mis redes y el marketing: 'Hey, estoy en el restaurante tal, este martes, voy a hacer un pop-up'. Hicimos nuestro primer pop-up en febrero del 2019. Al principio, me daba mucho miedo, no estaba seguro de que los gringos iban a comer arroz con menestra, encebollado o choclo con queso”.
Entonces, conoció a Stefanie Hieber, quien lo alentó a expandir su idea y que la oferta culinaria abarcara las vivencias que Garzón vivió en sus visitas a varios países de América Latina y en su propia infancia, que contara una historia. Así nació Garzón Latinx Street Food, hoy ya muy popular en Seattle y en las guías turísticas gastronómicas, especialmente digitales, donde cada vez se dan a conocer los próximos lugares donde el cocinero ecuatoriano preparará sus menús con platos llevados a otro nivel, como el pan con chicharrón, la papa rellena, el bowl de ropa vieja, el lomo salta soba o su reciente propuesta llamada Ekéko.
EL SALTO A FOOD NETWORK
Su imaginación no conoce los límites, al igual que sus sabores y las notas de su guitarra, que por ahora descansa en el placard, a la espera de, quizás, algún día volver a los escenarios. Para muestra de sus vuelos creativos, basta un botón, tiene en sus redes sociales videos que él mismo ha grabado y dan cuenta de un soñador apasionado, que no ceja en su intento de días mucho mejores.
Y eso fue precisamente lo que llamó la atención de la cadena Food Network, que lo descubrió en Instagram, y lo invitó a un casting para el programa Raid The Fridge. Uno de los episodios, con él de participante, será transmitido el próximo 28 de diciembre del 2021. Su carisma, indudablemente guayaco, le hizo ganar muchos simpatizantes dentro de la cadena. Y, él dice, que a mediados del 2022 participará en algún otro programa grande en el mismo canal.
Mientras todo esto ocurre, él sigue soñando con que Garzón Latinx Street Food se extienda por el mundo, porque, por su concepto, bien podría estar en una ventana en el estadio de los Dodger o bien podría estar en un carrito en el Malecón del Salado. El cielo es el límite para este 'guayaco' que no deja de sonreír y de tratar de ponerle el mejor ánimo a su historia. José Garzón, un ecuatoriano que hace camino al cocinar, al contar y al cantar. (I)