Ella es la Caperucita del cuento del lobo. Estudió Ingeniería Empresarial, pero su sueño era llegar a la casa de la abuela, sentirse segura y comer unos postres deliciosos y sanos. Desde pequeña, la historia de la niña con capucha roja había sido su libro favorito. Así que, durante tres años, cuando vivía en España, recorrió, visitó, fotografió, saboreó, disfrutó, preguntó, y hasta pidió que le regalaran las cartas para estudiarlas, en ese afán de descubrir lo que buscaba. Quería su propio cuento y creó Lobo de Bosque, brunch & drunch, una cafetería inspirada en la Caperucita Roja.
Raquel Ochoa, de 28 años, es una joven guayaquileña que emprendió desde cero para trasladar su cuento imaginario a la realidad. En 2021, mientras estaba en Madrid, registró la marca, y lanzó una oferta de postres artesanales, a través de la página web, que los preparaba en el obrador de otra ecuatoriana, y comenzó a vender a restaurantes de su zona y bajo pedido.
De vuelta al país, en abril de 2022, inauguró el local en La Torre, un conocido centro gastronómico y comercial, en Samborondón. La carta arranca con una propuesta 'Para empezar el cuento', que incluye bruschetta del mar, bruschetta caprese, burrata jardín, hummus de pimentón, sopa de tomate y waffle de choclo. También propone las 'Recetas del lobo', hay un plato que se llama calentado en cazuela y otro de las alturas, que es un yapingacho.
Hay un menú denominado los 'Sanitos de la abuela', que ofrece un tigrillo de arepa o ensalada del bosque, entre otros platos, y las 'Dulzuras de Caperuza', que son los postres. Pero, sin duda, el 'best seller' de la casa son los bolones rotos. Son dos bolas de verde, finamente majadas con queso, dos huevos fritos y bondiola de cerdo, acompañadas de salsa de tomillo cuencano. Otro plato muy pedido es el tigrillo burrata, que tiene una base de verde majado con burrata, crocantes de chifles y bondiola de cerdo. También son una novedad los waffles de choclo dulce, con tiras de pechuga de pollo crocante, queso mozzarella, miel y puntos de aguacate. La carta se completa con bebidas calientes y frías.
Desde que se ingresa al local parece un bosque. La cafetería fue diseñada para el concepto del cuento que Raquel quería. En el tumbado están las ramas secas y cuelgan hojas rojizas, amarillas y marrones, simulando al otoño. La vegetación se va adaptando según la estación del año de otras latitudes, por eso, desde el 15 de noviembre la decoración cambiará a un tono plateado, más frío, de invierno, que coincida con la Navidad.
En el lado derecho hay una estantería que cubre toda la pared hasta el techo, donde están los adornos, los libros y otros detalles. "Es como llegar a la casa de la abuela, donde hay mesas de madera tradicionales, sillas de esterilla y cabuya, todo es de casa, la vajilla es artesanal, fue hecha por alfareros de Cuenca, diseñamos también el local con un tío, y yo me encargué de dirigir hasta a los albañiles, y también elaboré todo el menú" explica Raquel.
En el interior la capacidad es para 10 mesas, donde caben 30 personas, y afuera hay espacio para otros 12 comensales. En varios rincones se destacan ilustraciones a colores que detallan el acecho del lobo a Caperucita Roja. Y si se les ocurre ir al baño, no se sorprendan, en las paredes se sigue contando el cuento. A Raquel se le ocurrió deshojar los libros de la Caperuza y tapizar, prácticamente todo.
La inversión inicial en el montaje de la cafetería ascendió a US$ 80.000, que incluyó una máquina Marzocco para preparar el café, la fabricación del mobiliario y la cocina. Cuando comenzaron solo tenían siete mesas, pero ante la alta demanda se aumentó. También comenzaron a operar con tres empleados y ahora son ocho. Actualmente las ventas fluctúan entre US$ 16.000 y 18.000 mensuales.
"Yo soy la Caperucita, soy ingeniera en Gestión Empresarial, me gradué a los 21 años, y como fui abanderada en el colegio envié una carta a la universidad Santa María para una beca, y me dieron el 50 %, así estudié. Quería estudiar gastronomía, pero me decían que tenga una carrera que rindiera, también compartía los estudios con un trabajo en el sector público". Fue reina de belleza, con una envidiable estatura de 1,75 centímetros, siempre le decían que debía ser modelo. Sin embargo, a los 18 años se convirtió en virreina de Guayaquil y posteriormente fue elegida reina de la provincia del Guayas. Después se casó y se fue a vivir a España, por un nombramiento diplomático de su esposo. Allí siguió cursos de pastelería y gastronomía y también un MBA en la Universidad de la Rioja (Unir).
Cuando volvió al país, Raquel aplicó para el concurso Master Chef, pero se retiró a mitad del programa cuando sufrió una fractura de tibia y peroné, y se concentró en darle forma a su historia.
"Estaba decidida a tener mi cafetería, me propuse recorrer casi todas las cafeterías de Madrid, cada día visitaba una, hacía fotos, me llevaba los menú o los pedía… y trataba de comprender el orden de las cosas, cómo eran ciertos platos, los eventos, las promociones, la forma de presentar las mesas. Fue como hacer una escuela, y todo comenzó por recomendación de un amigo arquitecto, a quien le pedí ayuda para que me diseñara el local. 'Tienes claro lo que quieres', me dijo, 'tienes que recorrer las cafeterías'. En esa época ya estaba decidida y registré el nombre Lobo de Bosque, me pareció llamativo y hacemos la diferencia".
Lobo de Bosque también se ha convertido en un espacio de encuentro. Adolescentes o adultos asisten a varios cursos que comenzaron como una experiencia, pero ahora tienen una alta demanda. Hay un curso de Tote Bag (para pintar bolsos reutilizables); lienzo y acrílico, es otro para la elaboración de una pieza de cerámica, lienzo y acrílico; y Bento Cake, un estilo de pastel coreano que se decora en el momento.
Los horarios de atención son de martes a viernes de 08:00 a 20:00, sábados de 08:00 a 18:00, y domingos de 08:00 a 14:30.