Hace ocho años Verónica Castro, arquitecta y Patricia Román, diseñadora de interiores unieron sus fortalezas y conocimientos. Ellas se conocieron cuando trabajaban para una reconocida empresa de diseño y decoración, ahí nació una amistad que perdura hasta estos días. Coincidencialmente las dos quedaron embarazadas en la misma época y eso les llevó a tomar la decisión de buscar un negocio propio que les permita manejar su tiempo.
Estas dos jóvenes emprendedoras no venden artículos en serie, los muebles, sillas, mesas y otros objetos de casa, son diseñados para cada cliente, de acuerdo a su modo de vida, para entregarles coherencia, belleza, funcionalidad y utilidad.
Cuentan que empezaron en una esquina de sus casas con asesorías externas, la primera inversión fue de US$ 1.000 cada una para comprar unos escritorios e ir adaptando una pequeña oficina, sus primeros clientes familiares y amigos, luego vinieron los amigos de los amigos y así llegaron a donde hoy están.
Nos dimos cuenta que el negocio debe ser completo, además de la asesoría, empezamos hacer muebles, con US$ 15.000 creamos nuestra propia fábrica, luego incluimos accesorios y artículos de decoración, que importamos de Brasil, China y Estados Unidos.
Su primera tienda se abrió hace cinco años en el valle de Cumbayá, tenía 40m2, les costó como US$ 8.000 montarla. Hace un año se mudaron a la capital, porque descubrieron que el mercado era diez veces más grande. Su nuevo showroom tiene 350m2 y debieron invertir unos US$ 50.000.
Al cruzar la puerta encuentras en un solo lugar todo lo que necesitas para armar tu casa u oficina, cortinas, alfombras, servicio de pintura, iluminación, carpintería especial hasta diseños exclusivos. Verónica nos comenta que cuentan con más de 30 proveedores. Tenemos 4 o 5 marcas de producción nacional que vendemos, damos trabajo a un montón de gente, al que te hace el espejo, te pule la madera o el mármol, a cerrajeros, pintores y profesionales del mundo de la decoración y la construcción.
Patricia cree que el servicio personalizado que ofrecen y crear interiores que expresen lo que sus clientes buscan es la característica principal de Koia.
Para estas jóvenes empresarias lo importante es que el cliente quede contento, no vender por vender. No tenemos un estilo Koia, nuestro estilo es el cliente feliz, no imponemos, todo lo contrario, plasmamos sus sueños, en una mesa, silla o librero.
Koia creció durante la pandemia, esto porque al permanecer las personas encerradas se dedicaron a arreglar sus hogares, el dinero que se invertía en viajes y vacaciones, fueron utilizados para diseñar mini oficinas que hacían falta para trabajar y estudiar desde casa. En el 2020 llegaron a facturar US$ 600.000. (P)