La historia de Dough comenzó con cuatro ingredientes básicos: harina, azúcar, sal y huevos. Su mezcla es tan versátil que puede convertirse en la base de infinitas creaciones culinarias. En el caso de este restaurante quiteño, la masa desembocó en pan y este alimento milenario dio origen a una idea de emprendimiento liderado por Pedro Corral y Daniela Yánez.
Esta pareja recibió al equipo de Forbes Ecuador en su más reciente local. Ubicado en el colorido barrio de la Floresta, el tercer Dough ocupa el primer piso de una casa club para ofrecer a su clientela brunchs (desayunos-almuerzos) y drunchs (almuerzo-merienda) pero, sobre todo, un espacio para la buena comida y compañía.
Era 2017 y todo empezó con la oferta de panes congelados precocidos. Yánez, de 34 años, cuenta los detalles. "Nos pusimos un taller chiquito y hacíamos un poco de producción. Teníamos estantes en las ferias y todo era bajo pedido" explica. Las cuatro variedades de pan que crearon dejaron una impresión en sus comensales que poco a poco consolidaron su lealtad.
Con la respuesta positiva de los primeros clientes y con un ingreso aproximado de US$ 500 al mes, ambos decidieron tomar el riesgo de salir de la modalidad de dark kitchen y montar en 2018 su primer local, una pequeña cafetería ubicada en la calle Pontevedra, en La Floresta.
"En dos meses lo montamos y todo era en base al pan" comentan. Poco a poco, la prioridad se movió a los platos y sándwiches que ofrecían. Ambos recalcan la importancia de su primer local al ser uno de los pioneros en la oferta de desayunos.
El primer año fue retador. Con tres empleados y una inversión de US$ 40.000 esta pareja de emprendedores mantenía su fe y su trabajo duro intacto. "Nos dijimos: va a funcionar y nos va a ir bien" explica Corral.
Pedro y Daniela veían como su local empezaba a llenarse. Sin embargo, no contaban con el inicio de una pandemia en 2020 y el confinamiento. Como muchos otros negocios, cerraron sus puertas, pero volvieron a su proyecto estrella. Empezaron nuevamente a realizar entregas a domicilio de panes congelados. Aun así, como un guiño metafórico de quienes no pierden de vista sus sueños, se turnaban para volver a la cafetería y ´alimentar´ a la masa madre que daba vida a su proyecto y que la mantenían en el local.
Ellos están seguros de que las personas reconocieron muchísimo más a Dough gracias a la pandemia. "El pan nos salvó. No tuvimos que botar a nadie", explica Daniela. Poco a poco, las medidas sanitarias se flexibilizaron y ellos también empezaron a entregar otros productos como desayunos a domicilio. La comunidad creció y con eso también la necesidad de sus comensales.
Fueron los clientes quienes trajeron a la mesa la idea de un segundo local. En 2022 inauguraron un nuevo Dough en la zona de La Carolina. Entre las calles Suiza y República del Salvador crearon un espacio amigable donde compañeros de oficina y familias podrían reunirse. "La Valladolid (su primer local) nos tomó cuatro años en llenar. La Suiza nos tomó un mes", cuenta Daniela.
Con filas de 20 a 30 personas los fines de semana, la apertura del nuevo local permitió a la pareja pagar en un año el crédito que habían solicitado para el restaurante y también sembró en ellos la idea de un tercero. Esta idea se concretó hace un mes con La Casa Dough. Con capacidad para 80 personas y una inversión de US$ 20.000, cada espacio de este lugar tiene una personalidad propia, combinando estilos que, juntos, crean una armonía.
¿Y cuál es el elemento que diferencia a Dough de otros establecimientos?. "Calidad, precio y cariño" explica Pedro con seguridad. Su intención es que el brunch y drunch, que ahora ofrece, sea accesible para todos.
En el nuevo local el sol se filtra a través de los ventanales y crea un ambiente cálido y acogedor. Mientras ellos relatan cuáles serán los siguientes pasos de Dough, los clientes entran y las conversaciones fluyen.
El año pasado los ingresos fueron por cerca de US$ 500.000. Pedro explica que sus próximos pasos todavía no están escritos, pero saben que cerrarán este año facturando US$ 600.000 y también desean llegar a Cuenca, el hogar natal de Corral. Ahora Dough es un negocio familiar y sus padres les apoyan en sus otros locales.
Cuando hablamos sobre su relación, ellos explican que compartir esta pasión les ha unido muchísimo más. Crearon a Dough cuando solo eran novios y hace dos años se casaron.
En el nuevo Dough es imposible no pensar en la teoría del sociólogo estadounidense Ray Oldenburg sobre el "tercer lugar", el espacio de interacción social necesario para el ser humano, para nutrir los vínculos humanos con frecuencia. Dough simboliza esa teoría. Las familias y los amigos en cada mesa invitan a quedarse y confirman que los terceros existen, solo falta buscarlos en Quito. (I)