Crónica de un vecino de Cantuña que exporta chocolate
Minka es una palabra quichua que significa trabajo en equipo y ese ha sido el secreto de esta cafetería para sobrellevar la pandemia y abrir su primer punto de venta en el Centro Histórico de Quito. Sus chocolates son de exportación y sus “experiencias” culinarias ya facturan más de US$ 15.000 al mes.

Situado al frente de la Plaza San Francisco, Minka (parte de la empresa Avalmarti S.A.) nos abrió las puertas de una casa colonial, con un patio interno en la primera planta y un local de “experiencias” en el segundo piso, envuelto en un aroma a chocolate. El ambiente es cálido, el viento que entra por los balcones nos refresca y el sol nos saluda. 

Allí pudimos observar cómo una familia disfrutaba de sus huevos revueltos, recién hechos, acompañados de café. El lugar tiene capacidad para 28 personas y se recomienda reservar con anterioridad. El majestuoso paisaje del casco colonial se mezcla con todos los productos que están exhibidos a lo largo de la entrada. 

De acuerdo con María Cristina Camacho Izurieta, co-fundadora de Minka, por un lado manejan la producción de chocolates de exportación y por otro la cafetería, que se ha convertido en su principal punto de venta, un espacio para repensar las recetas en base a chocolate.

La idea de crear una explosión de sabores con el cacao nació en 2015. Con el apoyo de su esposo, Jorge Martínez, recorrió Ecuador para conocer sobre las fincas y la capacidad de abastecimiento del cacao fino de aroma, que es el mejor que tiene el país. Su primera colección salió el mismo año de su fundación, con cinco barras que tienen materia prima de una finca y una zona específicas. 

Fotos : Pavel Calahorrano Betancourt

Según Camacho, desde el inicio apostaron por los empaques para diferenciarse de la competencia. Los mismos se caracterizan por ser cuadrados y decorados con colores y diseños orgánicos. Además, algunos incluyen postales de lugares turísticos como: el volcán Cotopaxi o las Islas Galápagos. Su precio es asequible a muchos bolsillos y su propuesta de valor se centra en elaborar barras, únicamente, por colección. Hasta el momento cuentan con tres: Single Origin, Coffee Collection y RAW. También, tienen chocolates aptos para diabéticos o para personas que llevan un estilo de vida saludable.

No es sorpresa que Minka sea reconocida internacionalmente, ganando reconocimientos en el International Chocolate Awards. En 2020 y 2021 fue una de las marcas más premiadas en el Ecuador Chocolate Awards. Su colección de barras con café es especialmente cotizada y el sabor a capuccino es uno de los favoritos. El negocio cuenta en su portafolio con productos derivados del cacao como polvo y manteca. Las inversiones alcanzaron los US$ 110.000 en temas de protección de marca, registro sanitario, diseño, empaques y primera producción. Cada colección tiene un costo inicial de US$ 15.000, con un lote de 500 kilos (10.000 barras). Minka trabaja con siete productores y ha exportado a siete países: Estados Unidos, Canadá, Chile, España, Noruega, Francia y Bolivia. 

Durante la pandemia, la gestión comercial internacional permitió sobrevivir a Minka. Además los propietarios decidieron incursionar en la industria del retail, aunque se dieron cuenta que ese no era el camino. En diciembre de 2019 intentaron abrir su primer local con una inversión de US$ 25.000, pero tres meses más tarde el Covid-19 les obligó a cerrar sus puertas. Estos emprendedores decidieron embodegar todo y esperar dos años hasta encontrar el momento adecuado. Finalmente, en mayo del año pasado abrieron su lugar de experiencias, frente a la plaza más popular de Quito, con una inversión de US$ 35.000.

Fotos : Pavel Calahorrano Betancourt

El local es como  laboratorio de chocolate, que fusiona su creatividad con las riquezas naturales. El equipo de Forbes fue parte de una cata singular: los colores oscuros hacen que resalte el cacao que adorna este espacio y que invita a vivir una experiencia orgánica. Tomamos asiento y nuestra mirada se cruzó con 15 platos con muestras de cada uno de los sabores que ofrecen. 

Lo más importante, según Camacho, es educar al consumidor sobre el origen y las propiedades de este “alimento de los dioses”. Las otras actividades incluyen un maridaje de vino con cacao y la oportunidad de preparar tu propia barra. Esta última está dedicada a los más pequeños del hogar, ya que pueden ser parte de todo el proceso, desde tostar el grano hasta colocar su barra en el horno.

Camacho comenta que el local comenzó con un menú muy limitado y decidieron ofrecer otros bocadillos, en base a chocolate, como: pancakes, muffins y galletas. Además de batidos, jugos, sándwiches y desayunos. Su facturación mensual supera los US$ 15.000 y sus recetas son desarrolladas por su esposo. Nuestra visita terminó en el balcón, decorado con orquídeas, degustando una taza del tradicional ponche de chocolate. (I)