Una colección de 10 camisetas de algodón fue el inicio de Textme. Era el 2019 cuando Stephanie Benítez trabajaba en una empresa privada en el área de marketing digital y, al mismo tiempo, empezaba a cumplir su sueño de la niñez: crear moda. Esta emprendedora había diseñado un conjunto de camisetas de algodón.
Ella tenía un plan: empezar por lo más simple. “Yo diseñaba, un taller hacía el patrón y con las muestras aprobadas veíamos el tema de calidad”. La inversión para los primeros seis diseños fue de US$ 300. Benítez se entusiasmó tanto con la primera venta por US$ 150 que pensó en renunciar a su trabajo, pero luego vio que el camino del emprendedor no era tan sencillo.
En los primeros seis meses de vida de Textme, en 2020, la oferta sumó otras prendas “para empoderar a mujeres” como blusas, pantalones con cinturón, capas cortas, tops. “Con eso empezamos”, dice Benítez con la emoción propia de quien emprende con un propósito.
Con una maestría en Brand Experience and Lifestyle y Marketing, de la Escuela Internacional de Comunicación de Madrid, más el gusto por la moda, Benítez se enfocó en levantar Textme, con la llegada de la pandemia, en el 2020.
Desde el inicio Benítez supo que los canales virtuales serían sus aliados, por eso el nombre de su negocio combina la palabra textil y el juego de palabras 'textme' (escríbeme en español). La idea que tuvo desde el inicio fue promocionar sus diseños en redes sociales y recibir pedidos por estos canales. La vitrina que utiliza es Instagram, donde exhibe sus propuestas. El contacto empieza por allí y por lo general continúa en uno de los dos showrooms que hoy tiene la marca en Quito y Cumbayá.
Para que la iniciativa se consolide, Benítez empezó a trabajar en 2020 con talleres, con los que iba probando los acabados de las prendas. “Cuando empecé con la marca busqué primero un taller que era especializado en prendas básicas y algodón. Ahora busco talleres especializados. Por ejemplo, el de prendas de punto está en Ibarra; el de accesorios de cuero está en Cotacachi. Una vez que hemos hecho una prueba hacemos un acuerdo: les doy mis diseños para que confeccionen y no lo pueden replicar. El acuerdo ha funcionado muy bien, hemos crecido”.
Hoy las prendas de Textme se confeccionan en cinco talleres repartidos en Quito, Amaguaña, Ibarra y Cotacachi. “Cada taller nos hace una muestra en la que calculamos los costos de la prenda, vemos si hay la tela disponible en el taller o si nosotros tenemos que buscar la tela con otros proveedores. Pagamos el costo del diseño dependiendo si incluye o no todos los materiales”, explica esta emprendedora que luce a diario sus diseños con orgullo.
Para Benítez trabajar con talleres donde el 80 % son mujeres es muy importante porque se crean fuentes de ingreso. “Siento que también es un compromiso con el país para apoyar la moda nacional”.
La propuesta de Textme se enfoca en los básicos. Las prendas se mueven entre colores blanco, negro y camel. “Muchas veces en la moda hay prendas de tendencia y por eso nos centramos en básicos. Tengo influencias de la moda europea que es más cómoda y funcional”. Bajo esa línea Textme ofrece también blazers, abrigos y otras prendas para mujeres que trabajan, que les gusta ser formales, conectadas y que saben de los temas actuales, mujeres que les gusta consentirse”.
Hoy en día Textme tiene ventas mensuales por cerca de US$ 25.000 y para el 2024 la meta es abrir un tercer showroom en Guayaquil, con sus diseños stándar, pero también para tallas XL y XXL bajo pedido. (I)